Lucha interna

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Capítulo treinta y tres.

Narra Ninette.


Cuando volví a abrir los ojos, Laurie ya no estaba a mi lado, sentí un vacío gigante en mi estómago pero sabía que iba a volver. Me asomé por el rabillo del ojo a la mesita de noche que estaba al lado de la camilla encontrándome con un arreglo de flores y una pequeña nota. La tomé y la abrí.

"Regreso a las 11. Siempre tuyo, Laurie"

Una sonrisa se dibujó en mis labios, y aunque intenté ocultarla ya era demasiado tarde. Tomé el ramo de flores y las olí por superficie. Sus colores y sus aromas eran tan reconfortantes que no sentí ningún tipo de dolor en mi, me sentía viva, explosiva. Quería levantarme y correr por todos lados, dar de brincos y olvidarme de la noche anterior, ese hombre, Payton, las fotos. Quería olvidarme de todo, menos de este momento.

— Señorita Wilde...

Un golpe en las entrañas regresándome a la realidad. 

Por favor que no sea él... Por favor que sea él...

Sentí todas las partes de mi cuerpo desprenderse de entre si y tomé una bocanada gigante de aire para después mirar a la puerta.

— Al parecer ya estás mejor —dijo Ruby la enfermera con una sonrisa mientras se adentraba a mi con una charola de comida.

— Hola... —sonreí asomando mi cabeza par ver lo que había en la bandeja.

— Aquí está tu desayuno —dejando la bandeja sobre una mesa desplegable de la camilla— cómete todo —me señaló divertida.

— Me aseguraré de eso... —dijo la voz ronca de Laurie por la puerta.

Ruby volteó y lo señaló de igual manera, él sonrió y se acercó  al sillón que estaba pegado al ventanal para aventar su chaqueta ahí.

— Disfruta tu comida y tómate tus medicamentos —volvió a decir Ruby viéndonos desde el marco de la puerta— La doctora Joselyn piensa dejarte ir pronto

Todo mi mundo se iluminó.

— ¿¡En serio?! —exclamé con emoción.

Ella asintió con una sonrisa de orgullo por mi y se dio vuelta para irse.

Miré a Laurie quien estaba sonriendo igual, alzó las cejas y se acercó a mi jalando con él una silla alta para sentarse a mi lado.

— ¿Estás contenta?

— ¿Se nota mucho? —cerré un ojo con el sonrojo en mis mejillas aún sin poder dejar de sonreír.

Soltó una risa y acarició mi mejilla para después acercar la mesita a mi.

Le dio una mirada rápida y tomó el vaso con liquido naranja para darle un sorbo.

— Uhm... buen jugo de naranja —dijo moviendo su lengua dentro de su boca.

— ¡Oye! ¡ese es mi jugo! —exclamé tratando de quitarle el vaso, lo cual se hizo para atrás alejándolo de mi alcance.

Le dio otro sorbo e hizo un sonido de placer que me hizo dar escalofríos.

— Está bien... —dijo rendido volviendo a dejar el jugo donde estaba, solté una carcajada burlona y yo lo tomé— sólo porque no quiero que me delates con la doctora por robarte los jugos

Sex Intructor® | 𝐏.𝐌 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora