Sex Intructor® | 𝐏.𝐌 |

Fotos del armario

Capítulo treinta y dos.

Narra Ninette.

A partir de ese momento simplemente fui sincera conmigo misma.

Comenzó a quitarse la ropa sin quitarme de encima suyo. Quería demostrarle que mi cuerpo era totalmente suyo y que me había conquistado desde el primer día.

- Dime algo Ninette -dijo mientras me sostenía de la cintura- ¿Por qué seguiste con las clases?

Lo miré unos segundos mientras intentaba responder su pregunta.

- Nunca lo tome como clases -dije al fin.

- ¿Entonces?

- Supongo que lo tomé más como una relación abierta -me encogí de hombros- no me gustaba sentir que de alguna manera te prostituías, eres realmente guapo -admití.

- ¿Prostituirme? -soltó una carcajada- ¿por qué habría de prostituírme? A decir verdad me gustan mucho las mujeres, me gusta sentirlas justo encima de mi -soltó sin importancia- las mujeres me buscan después de darles una sola noche de placer y eso me agrada -se quedó unos segundos- ...aunque ahora que no pienso tienes algo de razón porque les cobro, pero contigo nunca lo hice, entonces no veo ninguna excusa para que siguieras viniendo

Sabía a lo que quería llegar.

- Laurie me dijo muchas veces como eres, lo supe desde que te conocí

- ¿Y cómo soy? -pregunté interesada.

- Linda, sexy, realmente diferente a las chicas de tu edad... puedes ser inocente o una prostituta total, solo que sabes manejar tu educación -rió y no me di cuenta que en algún momento sus brazos rodearon mi cintura atrayendome a su cuerpo- si quisieras, traerías a todos los hombres besándote los pies como lo hizo Afrodita, pero eres... diferente

Sentía sus palabras quemar mi cuerpo.

- Te gusta hacerte sentir deseada, te gusta el sexo y eso es culpa mía -rió a lo cual yo también- pero lo más importante es que mantienes tu actitud derecha y no erguida -subió su mano a mi mejilla y apartó un mechón rebelde de mi cara, pasándola tras mi oreja- eres realmente impresionante

- Si pudiera te mataría -dije con sencillez.

- ¿Ah si? -rió por lo bajo viéndome con atención.

- Te sacaría las tripas y las vendería todas y cada una en el mercado negro

- Eres asquerosa -acusó entre risas.

- Eres perfecto -solté sin siquiera pensarlo, pero se sintió liberador.

- No lo soy, Ninette -negó con la cabeza aún con esa sonrisa encantadora- nadie lo es

- Para mí lo eres... exitoso, guapo, sexy, caballeroso, bueno en el sexo... ¿qué más?

- No tengo sentido de amor, no he amado a nadie jamás

- ¿Y no te gustaría intentarlo? buscarte una novia y aprender a quererla y después amarla -dije sintiendo el sabor amargo de decepción en mi boca.

- ¿Por qué haría eso? -preguntó con una sonrisa cerrada.

Reí entre dientes.

- Olvídalo... -pasé mis manos a su cabello y acerqué mis labios a los suyos.

Recorrió la orilla de estos con su lengua y después sus manos acariciaban mis piernas, subió por mi trasero y bajó por mi vientre hasta mi feminidad acariciando mis labios haciendo preciones en zonas vitales. Abrí mi boca y solté un gemido ahogado.