Marc
—¿Cómo la viste? —me pregunta Roger mientras tomamos el café de la mañana. Afuera, la lluvia golpea los ventanales del despacho con una cadencia persistente, como si también quisiera entrar y observar.
—Bueno, definitivamente no es un tema sencillo para ella —le contesto, mirando el líquido oscuro en mi taza sin beberlo—. Está muy enojada con Blanche.
Y lo entiendo. Se notaba en la forma en que evitaba sostenerme la mirada por demasiado tiempo. En cómo su mandíbula temblaba apenas, como si contuviera algo que necesitaba gritar. Lena... Thaile está furiosa. Pero también sé que empezará a confiar en mí lo suficiente para dejarme ver esa furia. Para dejarme tocar el dolor que ha intentado enterrar con tanto esfuerzo.
—Bueno, si mi madre me hubiera abandonado también estaría furioso y renunciaría a su nombre —replica Roger, empinando su taza de café como si fuera whisky.
—Ya escuchaste a papá. No debemos juzgar —le reprendo, sin dureza, pero con firmeza—. Además, ¿quiénes somos nosotros para hacerlo?
—Perdón, solo fue mi opinión —responde con los ojos en blanco, pero hay algo más en su tono. Algo más que la historia de Lena y Blanche le removió.
—Es válida, pero... —hago una pausa, observando su expresión tensa, casi dolorosa—. ¿Qué pasa?
Roger deja la taza sobre la mesa con un leve golpe sordo y suspira con fuerza, como si estuviera exhalando un peso que lo perseguía desde siempre.
—Es raro. Podría decirte que extraño a mamá —empieza, sin mirarme—. ¿Pero qué se supone que extraño? Jamás la conocí.
Su confesión me atraviesa como un cuchillo mal enterrado. Mamá murió al dar a luz a Roger. Nunca la escuchó cantar, nunca sintió sus manos en su frente cuando enfermaba. Solo le quedó el nombre... y una ausencia silenciosa, cruel.
—La conoces. Ella te amó mucho —le recuerdo, con voz baja.
—¿Sí? ¿Y eso se transmite por ósmosis? —replica con dureza, sus ojos ahora sobre mí, llenos de una rabia triste—. ¿Te parece que una persona se puede conocer solo a través de fotos? ¡Si tan solo papá me hablara de ella... pero es como si no hubiera existido para mí!
Otra puñalada. Y esta vez, bien merecida. Nuestro padre convirtió a mamá en un fantasma incómodo, una sombra que nadie podía invocar sin recibir silencio como castigo.
—Para ti es sencillo —continúa Roger—. A ti sí te abrazó, te besó, te cantó. Se rió contigo... Pero yo jamás sabré lo que es eso a través de una foto.
—Roger... —me acerco, sintiendo el nudo en mi garganta—. Yo también la perdí. No es más fácil, solo... diferente.
—Ojalá Blanca haya aprendido que nada justifica abandonar a un hijo —dice con rabia contenida—. Porque hay mujeres que murieron sin poder estar con sus hijos, y Lena debería agradecer que, por muy mala madre que sea, aún la tiene viva.
El silencio se instala entre nosotros como una presencia sólida. Luego, como si necesitara escapar de sí mismo, se instala con su portátil en mi escritorio.
—Olvida lo que dije. Mejor trabajemos; ya hemos perdido mucho tiempo.
Asiento, abriendo también mi laptop. El noticiero reproduce de fondo titulares sobre mi candidatura: "Marc Turner, el último bastión de la transparencia, se fortalece a pesar de los recientes ataques." Falso. Mi campaña está colgando de un hilo, entre el acoso de los medios y los atentados que no han cesado desde que rechacé a los donantes que querían comprarme.

ESTÁS LEYENDO
Tras de ti
Mister / ThrillerElla tiene un objetivo: ir tras él. ¿Pero qué pasa cuando la leona empieza a compadecerse de su presa y comienza a verlo con otros ojos? Él, un político que está a punto de ascender junto a su partido, sin imaginarse que, a ciegas, le ha abierto las...