Furia

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Su furia era tanta, lo tenía tan cerca, tenía esa calidez entre sus dedos, olfatea su mano derecha tratando de sentir ese aroma de la excitación, increíble pero aún la conserva entre sus dedos, la ole una y otra vez, incluso pasa su lengua por sus dedos tratando de sentir ese sabor, pero ese ya no estaba, ese debería probarlo directamente de su fuente.

Trata de pensar en otras cosas, se fuma un último cigarro y se va a dormir, pero realmente no puede hacerlo, da vueltas en la cama, sus pensamientos corren sin parar, el deseo la quema no puede más con el estrés y con lo que sea que carcome su centro.

Sale en mitad de la noche a fumar un cigarro, todo está silencio, excepto por los grillos que dan sus largos concierto que comienzan al crepúsculo y terminan al alba, la puerta de una cabaña se abre, es una de esas profesoras que lilith llama mediocre, conformistas y preocupadas por sus alumnos como segundas madres, a ella le parece un asco a ese tipo de maestras absurdas que ni siquiera tienen tiempo de cuidarse por estar pendiente a jóvenes mocosos que solo les debería importar aprender y no tener una segunda madre molesta cantaletosa en su lugar de estudio, le parece demasiado ridículo.

La mujer se dirige a la misma banca donde esta sentada lilith, le molesta actuar una pizca amable.

P: puedo sentarme.

L: hay mucho espacio, para que te sientes, pero si deseas tragarte mi humo, no hay problema.

La profesora procede a sentarse.

P: tienes un cigarro extra?

Lilith sin decir nada, saca su cigarro costoso, uno de ellos valdría una caja nueva de cigarros baratos.
Le pasa de una vez su encendedor.

L: nunca creí que fumaras.
P: ya ves, el estrés de luchar con estos jóvenes que aún parecen de primaria, no cae mal fumar un poco, más en una noche fría y con tal compañía, nadie me creería que me fume un cigarro contigo, eres una inalcanzable, nunca me te lo hubiera dicho pero creo que te lo diré, amo como eres, amo tu forma de vestir, de imponer, eres increíble.

Lilith solo sonríe ante ese cumplido, una sonrisa que no deja de mostrar superioridad.

P: increíble, sonríes, eso sí que no me lo van a creer. Dice mientras se lleva el cigarro a sus labios.

Lilith se le ocurre una pervertida idea para saciar su placer, con alguien que no imagino, pero no estaría nada mal, se le ve que no tiene mal cuerpo, solo es un poco descuidada.

Terminan de fumarse el cigarro, la otra profesora, joven aún, más que lilith, se dirige a su habitación.

P: sabes, tengo unos cigarros importados, sé que te gustaran, los tengo en mi bolso, son costosos, y son muy buenos.

L: ya me iré a la cabaña.

P: si no es molestia te lo llevaré allá mismo.

L: perfecto.

Lilith se va a su cabaña, se quita el abrigo desbotona un poco más de su camisa, sabe que tiene un gran plan para calmar su fuego. No le importa quien caiga.

Su otra colega toca la puerta, lilith la abre se ha puesto su labial, se ha puesto en modo seducción

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Su otra colega toca la puerta, lilith la abre se ha puesto su labial, se ha puesto en modo seducción.
La otra mujer traga en seco.
Nadie se resiste a los trucos de lilith.

P: yo...yo solo venía a traerte el cigarro.

L: quieres pasar ?
Su voz suena más ronca de lo normal.
P: yo...yo creí que estabas muy cansada.
L: digamos que no está mal conocerte, eres mi colega. Un poco de vino.
P: bueno no es hora de tomar uno.
Lilith toma un sorbo de su copa sin retirar la mirada de su presa.
P: bien digamos que me antojaste.
L: quieres probar de mi copa? Decidirás si gustas tomarlo y te serviré.

Lilith le extiende la copa, la ingenua lo toma, repitiendo lo mismo que la pelinegra, jamás le quitó la mirada de encima.
La castaña le pasa la copa a su colega.

P: es delicioso.
L: quieres probarlo de nuevo?
P: no estaría nada mal.
L: Acércate.

La mujer se acerca sin entender mucho pero lo hace siguiendo esa voz, que se lo ordena.

Lilith vierte un poco de vino en su escote, el líquido corre por su piel, lilith no duda en dar órdenes.

L: ven a probar.

La mujer sigue órdenes sin ni siquiera darse un segundo para reprocharse, pasa su lengua por el escote de lilith, intenta besar los labios de ella pero la pelinegra no se deja, en ningún momento, el sexo y los gemidos no tardan en aparecer la noche se hizo corta y lilith al conseguir su objetivo no dudo en dormir plácidamente.

Ambas mujeres lo necesitaban, solo que una jugaba a calmar sus deseos y la otra  por fin a cumplir sus fantasías más deseadas.

Amor enfermoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora