Stand by Me

Capítulo 12

Jungkook aparcó el auto una calle antes de llegar a la de Jimin. No quería que escucharan el motor de su vehículo frente a la casa de los Park, porque según tenía entendido, la hermana de Jimin, Rosé, se levantaba muy temprano y tenía buen oído.

—Gracias por traerme...

— ¿Realmente me comporté como un tonto todo este tiempo, cierto? —Preguntó algo desanimado.

Después de la charla con el doctor que estaba a cargo de los pacientes de VIH, Jungkook entendió muchas cosas de la parte médica. De lo mucho que se sufría con esa enfermedad, pero también que no era peligrosa al contacto. Las personas con VIH sufrían de homofobia y discriminación, y muchas de ellas ni siquiera eran homosexuales. Habían sucedido varios errores con las donaciones de sangre contaminada, y a causa de eso, hubo casos de niños que enfermaron con VIH. Otros que nacían con el virus a causa de que la madre era portadora.

Jungkook apenas podía justificar su anterior comportamiento. Se sentía tan mal consigo mismo, como si lo que hubiera hecho fuera sumamente erróneo y mereciera ser castigado. 

—No te diré que no fuiste un tonto al principio —talló la palma de sus manos en la tela de su pantalón de mezclilla—, pero ya no eres un tonto. Sólo estabas asustado, nada que "el saber", no pueda solucionar.

—Mi padre, él habló algunas veces de todo esto con su amigo. Ambos decían cosas horribles —su voz fue demasiado suave—. Una de esas veces lo escuché decir que todos los que tenían la enfermedad merecían morir.

—Algunas personas piensan igual. No es correcto, pero normalmente los adultos tienden a ser más cerrados.

—Me siento un estúpido por creer todo lo que él decía —desvió la mirada hacia la ventanilla de su puerta—. Me lave las manos como si de alguna forma Rossmery fuera... mierda. Y ella es la mujer con la personalidad más extravagante e interesante que he llegado a conocer.

—No tienes de que culparte. Literalmente no hubiéramos podido llegar tan rápido al hospital si no hubieras estado ahí.

—Pero me siento mal...

—Tal vez debas reconsiderar lo que nos pidió Cal, entonces. Tal vez te haga sentir mejor —intentó ser persuasivo.

En el hospital, Cal había salido al pasillo y los había mirado seriamente antes de pedirles un favor. Ya que él no quería alejarse ni un segundo de Ross mientras estaba enfermo, les pidió: «—Su tía, la señora Diana, vive en Indianápolis y ella... Bueno, dejó algunas cosas allá. Un maletín que es muy importante para ella, se quedó, y lo quiere de vuelta, pero no quiero irme de aquí —miró hacia la habitación—, ¿Creen que ustedes puedan?»

—Bueno, jamás he conducido hasta Indianápolis, normalmente lo hace mi padre —le dijo JungKook—, conseguí mi permiso para conducir en septiembre del año pasado, no tengo mucho y creo que no soy un gran conductor.

—Al menos tienes un permiso —dijo Jimin—, yo no tengo ni permiso, ni la fé de mis hermanos de que yo pueda conducir un automóvil.

— ¿Tan mal conductor eres?

—Me pongo muy nervioso cuando voy a conducir —explicó—. Mi hermano Chanyeol dice que soy un peligro tras el volante. Intentó enseñarme hace un año, no funcionó.

Jimin era un chico inteligente, le gustaban las fórmulas matemáticas, ecuaciones; aprender de sustancias químicas, la tabla periódica, instrumentos de laboratorio y posibles reactivos, le era fascinante. Él era bueno memorizando esa clase de cosas, más no cuál era el pedal para acelerar ni cuál para frenar.
Recordaba la última lección que Chanyeol le dio. Su hermano era un tipo grande no solo de estatura, también de complexión. Era bueno en absolutamente todo lo que se proponía, y parecía que no le tenía miedo a nada, o bueno, eso parecía. El mayor de los Park se sujetaba al cinturón de seguridad con fuerza y su respiración era agitada, sus ojos transmitían lo atemorizado que estaba mientras Jimin seguía subiendo la velocidad del automóvil. «Si chocas y nos matas aquí, sólo quiero que recuerdes que no me casé —le dijo con la voz temblando».