Capítulo 27

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1983. Indianapolis, Indiana.

—¡Vamos muchachos! —Les gritó el entrenador.

Chanyeol corría por todo el campo. Lideraba a los demás del equipo. Sus piernas eran largas y fuertes. Después de toda una vida llena de trabajo y esfuerzos, había conseguido una mejor condición que todos los de su equipo, y se entrenador creía y a veces aseguraba que él era el mejor de todo el equipo. Lo habían convertido en capitán el año pasado, después de lo bien que se desempeñaba en los juegos y sus brazos eran considerados los más fuertes en toda Indiana como para hacer pases tan perfectos.

Iba a llegar a las grandes ligas, todos tenían fe en él. Chanyeol esperaba que todo lo que decían los demás sobre él fuera a llegar a ser real. Si entraba a un equipo profesional, su familia ya no tendría porqué batallar con problemas financieros nunca.

Y el entrenador le había dado una luz de esperanza aquella mañana antes del entrenamiento cuando le dijo que lo contactaría con uno de sus amigos, uno de sus amigos que era una especie de cazador de talentos del fútbol americano.

—¡Eso es Park! ¡Sigue así! —escuchó la voz del entrenador a lo lejos.

Al terminar el entrenamiento, en uno de los teléfonos en el patio de la universidad, llamó a casa.

¿Hablas en serio? —Rosé sonaba feliz pero algo dudosa.

—Ya te dije que sí —Chanyeol no podía ocultar su sonrisa—. ¿Sabes lo que esto significa, Rosie? Ya no tenemos que preocuparnos por dinero nunca más. Los chico irán a una buena universidad y podremos pagarla. Y al fin te pagaré la inscripción para esa academia de ballet.

Me preocupa más Jimin —Rosé suspiró—. La profesora de Jimin me dijo que puede apuntar a las grandes universidades del país, ella cree que Jimin realmente puede entrar a Havard y yo... me emocioné muchísimo, pero eso es demasiado caro.

—Jimin irá a esa universidad, ya verás que sí —Chanyeol miró al cielo—. Me esforzaré mucho para cuando venga el amigo del entrenador.

¿Y qué pasará con mamá?

—Mamá tendrá a los mejores doctores ocupandose de ella, y los chicos estarán bien. Ya no tendrás que preocuparte por nada.

Todo esto suena como un sueño, Chan —Rosé se rio bajito—. Espero que realmente se cumpla.

—¿No recuerdas lo que decía papá? Los sueños se hacen realidad si se desean con todo el corazón —recordó con cierto cariño.

Sonrió al recordar a su padre decirle eso por primera vez cuando tan sólo tenía cinco años y su padre seguía dejando que se sentara en sus piernas. A él lo sentaba en la pierna derecha y a Rosé en la izquierda, todo cuando estaba sentado en su sillón individual y se ponía a ver la televisión.

Sí, lo recuerdo —susurró—. Los sueños se hacen realidad.

Excepto que ese sueño nunca se cumplió, y Chanyeol nunca pudo entrar a las grandes ligas del fútbol americano profesional.

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