Capítulo 26

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Rosé mantenía oculta la cara entre sus manos, había una caja de pañuelos frente suyo y no quería alejarse el teléfono.

Estaba esperando a que la policía llamara en informara sobre el paradero de Jimin.

—Rosie, debes ir a dormir un poco —le dijo Momo, acariciando su espalda.

Eran las tres de la mañana y Rosé había estado ahí desde las ocho, desde que Jimin había escapado a quién sabe dónde.

Chanyeol entró a la casa y dejó su abrigo a un lado junto con la llaves de su auto.

Rosé lo miró esperanzada pero Chanyeol negó con la cabeza.

Entonces los ojos de ella se llenaron de lágrimas y comenzó a sollozar.

La policía apenas la tomaba en serio, pensando que todo lo que había pasado con Jimin sólo era por una pelea de adolescentes. Había bastado con que los padres de aquellos chicos pagarán una fianza para que salieran de la detención preventiva.

—Hey, hey —Chanyeol fue hasta su hermana—. Yo lo voy a encontrar, ¿está bien? Yo lo encontraré y lo traeré a casa.

—Nadie a llamado a casa, Chanyeol  —dijo con la voz temblorosa—, ¿Y sí le pasó algo realmente malo?

—No, no le ha pasado nada. Rosé, el volverá a casa. Lo prometo.

Pero Rosé no sintió la seguridad de aquella promesa porque la mandíbula de Chanyeol tembló un poco, cosa que sólo sucedía cuando estaba asustado.

Sólo esperaba a que Jimin regresara a salvó a casa. Nada más importaba para ella en ese momento.

—¡No puedes irte así como así, jovencito! —Hyori seguía por detrás a Jungkook quién salió del hospital a un paso rápido

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—¡No puedes irte así como así, jovencito! —Hyori seguía por detrás a Jungkook quién salió del hospital a un paso rápido.

Jungkook no se molestó en voltear hacia su madre, sabía bien que Taehyung la llevaría a casa después, pero mientras tanto él tenía a un rubio que buscar.

Al parecer, Jimin había escapado una vez tomó fuerza suficiente para andar por si mismo. Había aprovechado un descuido de Lia y huyó de la escuela.

Jimin se lo había dicho, siempre huía cuando las cosas se ponían difíciles.

—¡Jungkook!

—Volveré a salvo —le dijo Jungkook, subiéndose a su auto.

Sus manos le dolían, y los nudillos de su mano derecha estaban rojos y cortados por lo fuerte que había golpeado a Chris, y de paso a Jerry. No podía detenerse, los golpeó con intención de herirlos hasta casi matarlos, no podía dejar de ver a Jimin retorciéndose en el suelo intentando levantarse, o cómo en su estado más débil, Jimin iba a ser golpeado con una botella.
Todos merecían ser castigados. Él se iba a encargar de eso.

Jungkook conducía como un loco, y contaba los segundos que llevaba en el camino, esquivando a algunos coches. Sabía que si la policía lo detenía por conducir de esa manera, en esa ocasión lo harían en serio. No lo habían demando por los golpes que le dió a los cuatro imbeciles sólo porque ellos saldrían perdiendo con el tema de haber golpeado en grupo a Jimin, de intentar asesinarlo, porque eso iban a hacer si Jungkook no llegaba a tiempo. Si Lia no hubiera ido por él no sabía que hubiera pasado.

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