17 de agosto, 1989. Columbus, Indiana.
Yoongi había volteado a ver, por quinta vez ese día, el teléfono de los Park. Al darse cuenta, de que esté seguía sin emitir sonido o vibración, volvió su mirada a la masa de galletas que estaba haciendo.
Los últimos días había hecho tantos pastelillos y galletas que los que había hecho en la vida. De no ser porque Jayden, Joy y Jimin amaban sus postres, probablemente todo se habría echado a perder, porque a parte de conseguir una ansiedad por hornear, también había perdido el apetito.
Durante días no había recibido una carta, una llamada, ni nada de Taehyung, y eso comenzaba a ponerlo nervioso, tanto que incluso había vuelto a morderse las uñas y se había lastimado los dedos.
Fue entonces cuando escuchó un sonido, pero no era el del teléfono, era el de la puerta.
Se limpió las manos en una toalla de cocina y caminó hasta la puerta de entrada.
Al abrirla habían dos hombres en traje. Uno de ellos, Yoongi lo conocía, era el señor Patrick, pero el otro era desconocido.
—Buenas tardes Yoongi, que gusto verte —lo saludo Patrick—. ¿Está Jimin y la señorita Park?
Yoongi parpadeó confundido.
____
Jimin despertó con la luz del sol sobre su cara. Podría ser que la ventana de Jungkook fuera genial en ocasiones, pero cuando amanecía era todo un problema si es que querías seguir durmiendo. Sobre todo, si es que la noche anterior apenas había dormido por el sexo y la plática después de este que los mantuvo despiertos hasta las tres de la mañana.
—¿Mis anteojos...? —Buscó por la cama, no recordando si se los había quitado o caído durante la noche.
Jungkook, adormilado, estiró su brazo hasta llegar al buró y ahí le pasó los anteojos a Jimin.
—Gracias... —bostezó y se sentó en el colchón, mirando todo alrededor hasta detenerse en el reloj despertador de Jungkook y se dio cuenta de la hora que era. Abrió mucho los ojos y golpeó el brazo de Jungkook— ¡Jungkook es tarde!
—Acaba de sonar el despertador, lo puse a las cinco de la mañana —dijo somnoliento, indispuesto a abrir los ojos—. Dame veinte minutos, luego te llevo a casa...
—¡Son las doce del medio día!
Jungkook entonces abrió los ojos y miró el reloj, levantándose igual de rápido que Jimin.
—Mierda, mierda —se jaló el cabello en desesperación.
Se suponía que sus padres llegarían de su viaje dentro de una hora. Él había quedado de pasar por Yuna a las nueve de la mañana. Y de dejar a Jimin en casa antes de que Rosé se diera cuenta que no estaba ahí.
Jimin se levantó rápidamente de la cama y buscó por todos lados sus bóxer y pantalones.
Tomó unos del suelo y volteó hacia Jungkook.
—¿Estos son míos o tuyos? —se los mostró.
Jungkook se acercó y los miró a más detalle, sobretodo por la parte dónde iba el trasero.
—Son tuyos, están estirados del culo, ¿ves? —se lo mostró— Tú eres el del culo gordo.
Jimin le dio un puñetazo en el bíceps que hizo que Jungkook se cubriera el brazo y se sobara. No debió enseñarle a Jimin cómo golpear.
—¡No estoy para tus bromas! —Le arrebató los bóxer y se los puso mientras caminaba por la habitación en busca de sus pantalones.
Jungkook sacó unos bóxer de su cajón de ropa interior y tomó sus pantalones del suelo. Al voltear hacia Jimin se dio cuenta de algo.
—Auch —hizo una mueca y se acercó al rubio por detrás.
—¿Qué sucede? —le preguntó Jimin mientras se subía los pantalones.
—¿Qué tan rudo fui anoche? —Pasó la punta de sus dedos por un par de hematomas que Jimin tenía en la línea de la columna, justo sobre la curva que llevaba a su trasero.
—¿Mmm? —Jimin intentó ver hacia atrás.
—Tienes otro acá —se dio cuenta, y subió su toque hacia el omoplato derecho de Jimin—. ¿Te duelen?
—Son normales —le dijo Jimin—. No es que me lastimes. Tengo algo de anemia, son normales.
—¿Anemia? ¿Y por qué no me habías dicho?
—La tengo desde hace años, es por mi peso, pero está controlada, no es grave —explicó—. Voy al doctor cada mes o dos meses. No te preocupes. Los moretones son cómo un efecto secundario por la falta de hierro.
—Aunque no sea grave, debiste decirme.
—Es que a veces se me olvida, no es tan importante —puso los ojos en blanco—. Además, estoy mejorando, ya subí dos kilos, me fui a pesar en mayo, el doctor Daniel dice que eso es bueno.
—¿Desde cuando estás enfermo?
—Desde los catorce —se encogió de hombros y fue hasta la cama de Jungkook al ver su camisa.
Al ponérsela y girarse se topó con una mirada llena de preocupación de parte de Jungkook.
—Te dije que estoy bien —se acercó y le dio un rápido beso en los labios—. Pero no lo estaré si no nos vamos pronto porque entre más horas fuera, más crece la furia de Rosé.
Jungkook lo tomó por la nuca y lo besó de nuevo, más intenso.
Jimin lo tomó desde los brazos, porque, se había dado cuenta, que tenía algo con el pecho de Jungkook, era cómo una especie de fijación por sus pectorales y el abdomen marcado. No sabía por qué. En los demás hombres no le importaba, a veces le parecía exagerado, pero cuando se trataba del cuerpo de Jungkook era diferente, tal vez porque era Jungkook.
Jimin intentó alejar al pelinegro de él, pero Jungkook lo tomó de las caderas y después llevó sus manos a su trasero, apretándolo.
—No tenemos tiempo para esto —le dijo en medio del beso.
Jungkook exhaló de manera escandalosa y asintió.
—¿No crees que últimamente quieres hacerlo más de lo normal? —Le preguntó Jimin.
—No es mi culpa. Es culpa de tu cara, y tus labios, y tu aroma, y... —volvió a apretar el trasero de Jimin—, de este magnifico culo que te cargas.
—Ah, ¿mi culo gordo? —le recordó Jimin el insulto.
Jungkook se encogió de hombros.
—¿Ya has visto lo enorme que es? —Le preguntó juguetón.
Jimin le dio otro puñetazo en el brazo que hizo que Jungkook se sobara de nuevo y la expresión se le contrajera en una de dolor.
—Cierra la boca y llévame a casa —se apartó para ir por sus converse y mochila.
—Que mandón eres —puso los en blanco y buscó una camisa en su armario.
Generalmente, ellos no eran de "escaparse" por las noches, siempre estaban o en el bar o Jungkook conducía por la ciudad sin rumbo fijo mientras los dos escuchaban música y hablaban de tonterías, esa noche Jungkook no había tenido muchos ánimos de conducir, y Jimin estaba excitado, así que el sexo era una buena idea para perder el tiempo, una genial y grandiosa idea.
Se arreglaron lo más rápido que pudieron y bajaron a toda prisa al primer piso.
Al subir al auto, Jimin abrió la guantera y sacó varios de sus casetes.
—¿Dónde está a-ha? —Le preguntó a Jungkook.
—En la guantera.
—No están.
—Debe de estar ahí —le dijo una vez encendió el motor del carro—. Sabes que la guantera es tu espacio, yo no agarro nada de ahí.
Jimin buscó entre sus casetes de ABBA, Madona y Michael Jackson, incluso sacó sus dos libros de bolsillo que había dejado ahí por si acaso.
—No están —frunció el ceño—. ¿Seguro que no bajaste el casete?
—No, ricitos, no lo bajé —puso los ojos en blanco y salió del aparcamiento.
Encendió el estéreo y a-ha comenzó a sonar.
—¡Oh, ahí está! —Sonrió.
Jungkook bufó.
—Y ya estabas inculpándome.
—¿Qué esperabas? Tú subes a todos tus amigos del equipo de fútbol aquí, no vaya a ser que alguno de ellos pueda robárselo, es un casete original —hizo ver su punto.
—Ellos no escuchan la misma música que tú —le explicó.
—Pero existe la posibilidad —se quitó sus anteojos y buscó con qué limpiarlos—, ¿has visto el trapo...?
—En la guantera —volvió a decirle.
—Claro.
Después de limpiar sus anteojos y guardar la toallita en su lugar. Se dio cuenta de todo lo que tenía en la guantera.
—¿No te molesta? —Le preguntó a Jungkook.
—¿Qué cosa?
—Que tenga todo esto aquí —señaló sus cosas.
—Me gusta —le respondió—. Tengo una forma de mantenerte en mi auto todo el tiempo.
—Pero nos vemos todo tiempo.
—Esa es la cosa. Él día que no quieras verme, pero necesites algo que dejes aquí, nos veremos obligatoriamente.
Jimin soltó una risita.
Hasta que notó un pequeño sobre plateado en el fondo del guantero. Lo sacó y se lo mostró a Jungkook.
—¿Quieres hacerlo en el auto? —le preguntó Jungkook al verlo y luego poner su mirada en el camino.
—¡No! —Sacudió el envoltorio del condón sin usar— Quiero preguntar: ¿Qué hace esto aquí?
Jungkook se encogió de hombros.
—¿Qué clase de respuesta es esa?
—Es por si lo llegamos a necesitar de imprevisto.
Habían pocas veces en las que Jimin lograba ver a Jungkook ruborizarse.
—¿Tienes un sueño húmedo con hacerlo aquí?
Jungkook no contestó. Jimin sonrió malicioso.
—¿Quieres hacerlo en el auto?
—¡No! —Negó con la cabeza y luego volteó hacia Jimin— ¿Por qué? ¿Tu quieres?
Jimin se rio.
—¡Eres todo un pervertido! —Se carcajeo.
Jungkook tensó su mandíbula e intentó concentrarse en el camino.
—Oh, vamos súper estrella... —ladeo su cabeza hacia Jungkook—, apuesto a que ya lo has hecho en un carro.
—Nunca lo he hecho en un carro —confesó.
—Eso lo dudo.
—Estoy siendo sincero, lo sabes.
—¿Cómo es eso posible?
—Nunca te miento.
—No, me refiero a ¿cómo es posible que nunca tuvieras sexo en un carro?
—No es como si tú lo tuvieras alguna vez. Yo soy el primero en tú vida sexual.
—Sí, pero yo no soy el primero en la tuya —le recordó Jimin.
El rubio miró fijamente el perfil derecho de Jungkook, esperando una respuesta.
—¿Qué es lo que quieres que te diga? —Le preguntó Jungkook, tentando terreno.
Jimin no era alguien celoso, no cómo él, o cómo nadie. Jungkook jamás había visto o sentido que Jimin se ponía celoso, incluso, ligeramente molesto cuando por alguna razón hablaban de sus antiguas novias, no era nada serio, sólo tocaban el tema pocas veces. Jamás hubo escándalos, Jimin a veces se reía por las anécdotas y siempre estaba tranquilo. Pero hablar de sus antiguas novias y luego pasar al tema del sexo era diferente. Al menos, Jungkook creía que era diferente. Quizás se debía a que él si era celoso, incluso más con Jimin, si Jimin hubiera tenido parejas antes de él, escuchar sobre ellos o ellas lo habría molestado, no porque creyera que podrían robarle a Jimin de nuevo, sino, porque le gustaba sentir que Jimin siempre había sido suyo. ¿Eso estaba mal? Tal vez. Pero Jungkook apenas podía controlar la posesividad que tenía sobre Jimin.
—No lo sé, ¿alguna vez lo has hecho en un auto con una chica? —Se cruzó de brazos.
Jungkook sólo asintió con la cabeza.
—Una vez, pero era en el de ella —respondió.
—¿Y fue divertido? —Jimin continuó preguntando.
—Podría decirse —se encogió de hombros.
—Humm... —Jimin volvió la vista al frente.
Ya no habló, y eso preocupó a Jungkook.
—¿Está todo bien? —Probó con eso, tomando la mano de Jimin y entrelazando sus dedos.
—Sí, todo bien —Jimin le respondió—. Es sólo que me sorprende que hayas hecho tantas cosas, y bueno, creo que no soy lo más divertido que has hecho.
—Eres muy divertido —le dijo.
—En la cama —aclaró.
—Eres divertido. Muy divertido. Muy muy muy divertido.
Jimin se rio.
—¡Eres un mentiroso!
—Soy honesto. ¿Por qué crees que quiero tenerte ahí casi todo el tiempo?
—Pues...
—Eres lo más sexy que he tenido en mi cama, ricitos —lo interrumpió—. Y lo que pronto tendré en mi carro.
—No podemos hacer esa clase cosas en el exterior, lo sabes —dijo, intentando controlar su risa.
—No va a ser en el exterior. Va a ser dentro del carro.
—Que va a estar en el exterior —puso los ojos en blanco.
—Oh, vamos.
—Y... es incómodo.
—No lo es tanto —fue turno de Jungkook de poner los ojos en blanco—. Sí, el espacio es más reducido, no es tan cómodo como mi perfecta cama, pero...
—Pero...
—Sentiremos la adrenalina de poder ser atrapados.
—La cuál es peligrosa —le recordó Jimin.
—¿No te voy a convencer con nada?
—No lo creo, súper estrella —negó con la cabeza.
—¿Ni siquiera por una malteada?
—¿Crees que la mejor manera de abrirme las piernas es con una malteada?
—¡Es una excelente oferta!
—No soy tan fácil.
—Eso te lo concedo. Tardamos seis meses en tener sexo, es algo inaudito. Seis meses fue mucho, ¿sabes lo difícil que fue para mí? —Negó con la cabeza—. Ya ni siquiera recuerdo cuantas veces me masturbé en tu nombre.
—Cualquier persona puede sobrevivir sin sexo por un año o dos. La abstinencia no iba a matarte.
—¡Pues a mí vaya que sí!—Lo señaló— Tú siendo tan bello todo el tiempo, con ese cabello, esa cara tan perfecta, esa inteligencia tan sexy, y personalidad encantadora. Tener al chico perfecto en todos los sentidos y no poder tocarlo es... ; carajo, no sé cómo aguanté tanto tiempo. Deberían darme un premio o algo así.
—Creí que habíamos esperado para que no te diera una especie de pánico al acostarte con otro hombre.
—Desde que supe que me gustabas, y que estaba irremediablemente enamorado de ti, las erecciones eran un tema recurrente cada que te besaba. Ah, y habían tomado sentido una vez me di cuenta de mi aparente atracción hacia ti.
—Espera, espera, espera —Jimin se sorprendió—, ¿ya habías tenido erecciones incluso sin darte cuenta de lo que pasaba entre tu y yo?
—La primera fue en una sesión de estudio en el Bigboy. Sólo observé como escribías sobre mi cuaderno, y luego presionaste la goma del borrador del lápiz contra tu labio... y eso fue suficiente para que nuestro querido amigo en mis pantalones despertara. Luego está esa vez en la que ayudaste a Cal en barra, cuando te pusiste el delantal, wow...
—¿Hablas de la vez en la que estuviste todo amable?
—¿Por qué crees que siempre te dejaba pasar primero a todo lugar al que fuéramos juntos? Puedes llamarme pervertido, pero eso no evitó que viera las curvas de tu cintura, las caderas y ese impresionante culo. Creo que ese fue el único momento antes de que todo lo nuestro pasara en la que acepté que me gustaba ver tu cuerpo.
—Así que ya me mirabas desde antes, ¿eh? —Coqueteó.
—Yo siempre te estoy mirando, ricitos —le contestó.
—Entonces, comprendiendo que desde casi siempre, te sentiste ligeramente excitado por mí, y probablemente ya te gustaba, eso explica los celos.
—No era tan celoso.
—Si lo eras. Lo eres —se corrigió. Subió sus pies al asiento del copiloto y abrazó sus rodillas—. Y sabes, siempre tuviste celos de Jayden.
—Porque Jayden siempre estaba sobre ti. Te abrazaba todo el tiempo, se veían todas las noches que trabajabas en el bar, y no puedes culparme de sentirme celoso cuando rascaba su cara contra tu cabello. Puede que yo pensara que era cien por ciento heterosexual en ese entonces, pero vamos, como tu mejor amigo yo era el único que podía tocar tu cabello.
—Tu tienes algo con mi cabello.
—¿Apenas te das cuenta? —Extendió la mano para tocar su cabello— Es una de las cosas que más me gustan de ti. Siempre lograba encontrarte debido a eso. Por eso es especial, nadie que no fuera yo tocando tu cabello... —negó con la cabeza y luego fingió un escalofrío—. Mi odio por Jayden estaba justificado.
—Y ahora que sabes que es cien por ciento heterosexual por fin lo has dejado en paz.
—Pues... —ladeó su cabeza—. Aún mantengo un ojo en él.
—Pff... —se echó a reír— ¡No puedes hablar en serio!
—Siempre hay que ser precavidos. Jayden podrá ser un gran sujeto, pero eso no quita el hecho de que odio cuando pasan demasiado tiempo juntos, o cuando pone un brazo sobre tus hombros, o cuando te llama "Minmin", o cuando te está observando demasiado, o te sonríe demasiado, o tu le sonríes demasiado. En general, detesto que esté muy cerca de ti, pero como es nuestro amigo, lo tolero.
—Eres terriblemente celoso, ¿lo sabías?
—Por supuesto que sí. Siempre he sido muy posesivo con lo que considero mío. Tu eres mío.
—No creo que eso sea sano.
—No lo es —aceptó Jungkook—. Pero eso no evita que te vea como mío. Eres mío, no puedes decir que no.
—Tú no puedes decidir eso.
—Tu mismo lo dijiste ayer, cuando estaba...
Jimin le puso la mano en la boca para callarlo.
—No necesito que digas más.
Jungkook le mordió la palma de la mano y Jimin la alejó rápidamente.
—¡Oye! —Se quejó.
—Sé que suena mal que diga que eres mío —ignoró sus quejas—. Pero, sólo estoy intentando que esto sea justo.
—No entiendo.
—Ya sabes. Tu eres tan mío como yo soy tan tuyo. Todo de mi te pertenece.
—Vaya forma de justificar tu comportamiento posesivo.
Jungkook sonrió.
—A que me escuché genial —alzó las cejas.
—Si con genial te refieres a cursi, sí.
—Deberías agradecer que tienes un novio sensible. Que te dice que te quiere cada que tiene oportunidad.
—O cada que peleamos.
—Sólo nos hemos peleado una vez —viró los ojos—. Si lo piensas bien, tenemos una mejor relación que cualquier otra pareja de nuestra edad. Nos llevamos bien todo el tiempo, hacemos muchas cosas juntos, nos vemos todos los días, el sexo es genial, no hay infidelidades de por medio y nunca peleamos.
—Te doy ese punto —aceptó Jimin—. Aunque si me pregunto seriamente cómo es que nunca peleamos de verdad tu y yo.
—Odio cuando estás molesto conmigo. Si estás molesto conmigo significa que no puedo verte hasta que ya no estés molesto, y eso es malo porque quiero verte casi todo el tiempo. Además, no me gusta enojarme contigo, si te hablo rudo, o te grito se siente como si estuviera pateando a un cachorro o a Mimi.
—Tu comparativa es horrible.
—Una vez te dije que parecías un gato cuando te enojabas.
—La forma más linda de hacerme enojar más —bufó.
—¿Justo ahora quieres pelear? —Dio la vuelta en la calle que llevaba al vecindario de Jimin.
Jimin volteó a verlo con diversión.
—Me gusta molestarte —le dijo.
—Dime algo que no sepa —dobló por la calle de Jimin.
Al llegar frente a la acera de su casa, los dos fruncieron el ceño al ver dos autos desconocidos estacionados al frente.
—¿Esperabas visitas? —Le preguntó Jungkook.
—No...
Las palabras murieron en su boca cuando Rosé salió de casa a asomarse. Al verlo, le hizo una seña para que entrara a casa. Ella estaba muy seria, y era raro que Rosé estuviera sería.
—Creo que estoy en problemas —dijo Jimin.
—¿Quieres que hable con ella? —Le propuso Jungkook.
Jimin negó con la cabeza.
—Lo haré yo. Tu ve a recoger a Yuna —abrió la puerta del copiloto—. Te llamo luego.
—Hablamos luego, ricitos —se despidió Jungkook.
Jimin sostuvo su mochila en uno de sus hombros y apretó la cinta que ajustaba las correas entre su mano derecha. Estaba asustado, no quería ser regañado.
—Tu y yo tenemos mucho que hablar —le dijo Rosé—. No llegar a dormir es un crimen.
—Iba a llamar...
—Alto ahí —lo interrumpió y lo tomó del brazo para que se apurara—. Tienes visitas importantes.
—¿Yo? —Se extrañó.
Rosé lo llevó hasta la cocina y ahí estaban dos hombres en traje, uno que Jimin conocía, como el señor Patrick, otro completamente desconocido que al momento de verlo sacó dos carpetas de su maletín.
Del otro lado de la mesa, estaba Yoongi sentado y con el rostro pálido.
—Este...
—Es un gusto verte de nuevo, joven Park. ¿Nos acompañas? —señaló Patrick la silla al lado de Yoongi.
Jimin miró a su hermana y esta asintió para que hiciera caso.
Fue a sentarse a un lado de Yoongi y dejó la mochila colgada del respaldo.
—Te presento a mi compañero de trabajo, el ingeniero Ray Tomlinson —presentó al hombre.
Jimin palideció igual que Yoongi hace unos minutos.
Ray Tomlinson no podía estar en su pequeña casa, no podía estar viéndolo. Eso seguramente era un sueño porque Jimin había admirado a ese hombre desde que tuvo conocimiento de quienes habían sido los creadores del correo electrónico. Ese hombre era un revolucionario en la tecnología.
—U-usted e-es... —apenas podía formular palabras—. Señor Tomlinson... Qui-quiero q-que... —se aclaró la garganta— sólo quiero que sepa que admiro muchísimo su trabajo.
El hombre sonrió agradecido.
—Me siento halagado, muchas gracias —le dijo este—. Quiero mencionar que los vi a ambos en la televisión, en las olimpiadas nacionales del conocimiento. Arrasaste con todas las preguntas que mandé.
—Oh, eso... —no supo porque se ruborizó, pero lo hizo.
—Los dos nos impresionaron bastante —dijo Patrick.
—Y a nuestro jefe también —le siguió Ray.
—¿Perdone? —Rosé fue la que preguntó, miró interrogante a Patrick y este solo le sonrió.
—Ray y yo somos profesores del MIT, pero creo que eso ya lo sabían ustedes dos —les dijo Patrick.
Si Jimin estaba atinándole a dónde iba eso...
—Revisamos su listado de calificaciones, los premios y proyectos en feria de ciencias —Patrick hojeó la carpeta con el nombre de Yoongi—. Incluso sus acreditaciones. Ambos tienen un historial perfecto. Por eso nos han mandado para ofrecerles una de las mejores becas de la universidad. Si es que ustedes están interesados, claro.
—Aquí hay algo para ustedes... —Ray dejó la carpeta en la mesa, la abrió y la extendió hasta los chicos.
Ambos comenzaron a leer lo que decía, el nudo en su estómago haciéndose cada vez más grande.
Jimin pasó su mirada del documento hacia Patrick. Su mente aún no lograba entender que era lo que pasaba.
—¿Esto...?
—Joven Park, queremos que entren a nuestra universidad —le aclaró Patrick—. Les estamos ofreciendo una beca completa.
—¿Sin ningún costo?
—Sin ningún costo —afirmó—. Y les ofrecemos un cheque por cinco mil dólares cómo un incentivo a que sigan estudiando y prefieran nuestra universidad por sobre las demás.
—¿Nos pueden dar un momento? —Yoongi preguntó.
—¿Eh? Por supuesto...
Patrick no alcanzó a terminar lo que iba a decir cuando Yoongi y Jimin se levantaron rápidamente de sus asientos y fueron hacia su habitación.
Ambos cerraron la puerta y recargaron su espalda contra esta. Soltaron el aire que habían mantenido en sus pulmones todo ese tiempo, se miraron y entonces comenzaron a reír.
Sus risas continuaron un minuto más en el que después ambos se encontraban llorando de la felicidad.
—Puta madre... —soltó Jimin.
Yoongi lo miró sorprendido porque era demasiado raro que Jimin dijera una grosería. Y entonces los dos volvieron a reír.
—Y... ¿qué hacemos? —Jimin le preguntó—. Es la universidad de mis sueños, pero tú...
—Sólo iré si tú vas —le aclaró Yoongi.
—¿Qué hay de Harvard?
—Que se joda Harvard —dijo Yoongi—. Iré a dónde tu vayas.
—No puedo creer que iremos a la universidad juntos.
—El MIT... , es como un buen sueño hecho realidad.
—Sí, lo es.
Los dos regresaron a la cocina dónde estaban esperándolos.
Al sentarse, los dos asintieron.
—Estamos dentro —respondió Jimin.
Los dos hombres adultos sonrieron aliviados.
—¿Entonces nos vemos en diciembre?
Eso dejó descolocado a ambos muchachos.
—¿Diciembre?
—Sí, en los papeles lo dice.
—Es que... —Jimin vaciló—. ¿Qué pasará con la preparatoria?
—Por lo que leímos de ustedes, ambos tienen suficientes créditos cómo para pasar la preparatoria. Además, Jimin, esta no es la primera vez que una universidad intenta darte una beca, ¿cierto? La universidad de Columbia intentó que estudiaras con ellos cuando tenías doce.
—Tiene razón... —murmuró—, pero estaba hasta Nueva York, no pude ir.
—¿Que me dices de la universidad en Pen State? Aquí dice que intentaron admitirte en el 81.
—Nuestra madre, que en paz descanse, creyó que era demasiado pronto para que Jimin entrara a la universidad —dijo Rosé, interrumpiendo—. Sólo tenía diez años de edad, debía vivir su infancia como un niño normal.
—¿Y Harvard? —Preguntó Patrick hacia Rosé.
—Problemas —contestó Rosé. Luego negó con la cabeza—. Lo que importa ahora es el presente. Y por supuesto, lo que decida Jimin. Sólo quiero estar segura si la universidad podrá hacer un aplazamiento de su propuesta si Jimin decide quedarse a terminar el bachillerato.
—Por Yoongi y Jimin, podríamos hacerlo. La universidad está muy interesada en tenerlos a ambos —asintió Patrick—. Pero, también está ansiosa por una respuesta. Nuestro decano es algo impaciente y le gusta que sean claros con él.
—Necesitamos una respuesta y claro, una firma de consentimiento de los tutores a cargo.
Yoongi alzó la mano.
—¿Sí? —Ray le dio la palabra.
—¿Mi madre necesariamente debe de saber esto? —preguntó inseguro— Porque ella se va a volver loca si le digo que no quiero ir a Harvard.
—Para tu admisión, como aún eres menor de edad, sí —Patrick le confirmó.
—¿Obligatoriamente? —ladeó la cabeza.
—Pues así es la ley.
Yoongi se cruzó de brazos y se dejó caer contra el respaldo de la silla. Había sido derrotado, más o menos.
—Veré cual es su respuesta —dijo inseguro.
—Perfecto —Ray dijo con una sonrisa—. ¿Y usted, joven Park?
Todos los ojos se posaron sobre Jimin.
_______
—¿Así que el MIT? —Jungkook llevaba a Jimin al trabajo.
—Sí...
—Eso es una buena noticia, ¿no?
Lo era, o al menos Jimin así lo había sentido las primeras tres horas llenas de emoción, luego, se había dado cuenta de lo lejos que estarían Jungkook y él.
Él iría a Cambridge, Massachusetts, donde las escuelas y nivel de estudio eran superior que en cualquier otro estado del país; Jungkook iría a Dallas, Texas, donde el futbol americano era el deporte por excelencia, y eras considerado un imbécil si no te gustaba o le entendías. Estarían muy lejos del otro. Eso bajó considerablemente su emoción.
—Quieren que me vaya al terminar este semestre —le comentó lo que le había dicho el señor Patrick—. Tengo suficientes créditos como para pasar a la universidad de una vez, que creen que sería bueno que los acompañara a inicios de diciembre.
Jungkook se quedó callado, como si esperara a que Jimin continuara.
—Les dije que lo pensaría.
Jungkook asintió.
El auto se quedó en absoluto silencio. Al pasar por la carretera que llevaba de los suburbios al centro de la ciudad, Jungkook se detuvo, aparcó el auto a un lado de la carretera y salió sin decir una palabra.
Jimin no pudo decir nada.
Jungkook sacó algo de su bolsillo del pantalón. Jimin logró captar que era la caja de cigarros.
Jungkook se recargó en el capo del carro, encendió un cigarro y lo puso entre sus labios.
Jimin apenas podía vislumbrarlo por las luces delanteras del carro. Ese comportamiento era bastante inusual en Jungkook. No lo entendía. O sí, pero no lo había esperado.
Bajó del carro y fue hasta el frente de Jungkook.
—Oye... —se talló el brazo izquierdo con la mano, estaba nervioso—. Yo no he respondido nada, aún.
—Tú, Park Jimin, eres la persona más brillante de este lugar —le dijo Jungkook, volteó hacia un costado solo para exhalar el humo del cigarro—. Tu deberías ser peleado por las mejores universidades del país, y tener cientos de propuestas para entrar al fantástico mundo de la ciencia y esas cosas. Eres brillante, siempre lo has sido. Todo el mundo lo sabe. Estás destinado a un futuro exitoso.
—Jungkook...
—Y yo, nunca, jamás querría interponerme entre ese futuro exitoso y tú —lo miró—. Acepta. Ve a la universidad en diciembre.
—No estás feliz con eso —concluyó.
—No estoy feliz por el simple hecho de que estarás muy lejos. Voy a extrañarte, voy a extrañarte muchísimo. Pero estoy feliz por todo lo que has logrado.
—Yo también voy a extrañarte si es que me voy.
—Tienes que ir. Salir de esta pequeña ciudad y no sé, convivir con gente civilizada e igual de nerds que tú.
Jimin se rio y negó con la cabeza.
Y entonces se dio cuenta de que en realidad, Jungkook sólo estaba fingiendo estar bien con la idea de que Jimin se fuera antes a la universidad. Jimin sintió la necesidad intensa de abrazarlo y decirle que lo convenciera de quedarse, porque Jimin quería quedarse, a pesar de que sus hermanos obviamente querrían que él se fuera. Jimin quería quedarse. Si Jungkook le decía que se quedará, Jimin lo haría.
—¿De verdad crees que es buena idea irme? —le preguntó.
Jungkook sostuvo el cigarro con dos dedos y luego caló aire fresco para asentir.
—Si es lo que quieres.
—La verdad es que siempre he querido ir a un baile de graduación —le dijo Jimin—. Ya que nuestro último baile fue un fracaso.
Los dos terminaron riéndose al recordar aquel baile tan desastroso. Pero también, uno que les dio su primer beso. La confirmación de sus sentimientos.
Jungkook tiró el cigarro y se pasó la mano por la cara antes de decirle:
—No quiero que vayas, no tan pronto —le dijo Jungkook—. No estoy listo para dejarte ir y verte solo en vacaciones. Las cartas o las llamadas de teléfono no serán suficientes.
—De Texas a Massachusetts son... 2853 kilómetros —murmuró Jimin.
—Vaya... —Jungkook suspiró—. No creí que sería tanto.
—Podremos hacerlo —le dijo Jimin rápidamente—. Mantendremos esto, sin importar la distancia. Lo haremos. ¿No?
Él esperaba escuchar un sí, algo que le diera tranquilidad, para que cuando se fuera a la universidad, simplemente lo hiciera con alegría y no con pena, con un corazón roto por la inseguridad de que esa relación que lo había mantenido en el cielo todo este tiempo en algún momento se quebrara. Él necesitaba un sí definitivo.
—Nosotros podemos con esto —le contestó Jungkook—. Haremos que funcione.
Jimin no recibió un sí, pero lo que Jungkook había dicho fue suficiente para calmarlo.
Se lanzó hacia Jungkook y lo abrazó con fuerza. Jungkook lo abrazó de regreso, rodeándolo de los hombros y recargando el costado de su cabeza contra la de Jimin.
—Vas a gobernar el mundo, ricitos —le dijo suavemente al oído—. Quiero estar justo detrás de ti para ver eso.
—Si es que devoro el mundo, prefiero que estés a mi lado en vez de estar detrás de mi —le dijo Jimin de regreso.
Probablemente, era extraño que ellos planearan estar juntos dentro de décadas. Pero sería aún más extraño que no lo hicieran con todo aquel amor que se tenían.
Jungkook frotó su nariz contra la mejilla de Jimin, quien tenía sus ojos cerrados.
—Veintinueve años —susurró Jungkook.
Jimin asintió.
—Exacto —dijo—. Veintinueve años...
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Stand by Me
FanfictionJimin y Jungkook no podrían ser más diferentes. Ninguno de los dos se habría hablado de no ser porque Jungkook estaba a punto de reprobar química y Jimin era el único que podía ayudarlo. Una vez sus caminos se cruzaron ya no fue posible separarlos;...