Capítulo 37

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1 de abril, 1978.

—Él es un niño diferente —dijo el director Sheldon a Rosé.

—No lo entiendo.

—Está demasiado calificado para esta clase, si me permites decirlo, Jimin debería ir a la clase de niños superdotados, o adelantar al menos dos o tres años de la escuela.

El hombre puso en la mesa los exámenes que le había hecho a Jimin hacia dos días.

—¿Qué es esto? —Rosé los tomó.

—Le hicimos exámenes que se le dan a los chicos de secundaria. Tuvo un puntaje perfecto —luego sacó las boletas de Jimin, todas con sobresaliente—. Él no es un chico común. Y creo que todo su potencial está siendo desperdiciado en una clase como esta.

—Ya veo... —Rosé terminó por dejar los exámenes en el escritorio del director—. Pero, bueno, mi madre opina que Jimin tiene que llevar una infancia normal como los demás niños de su edad.

Rosé hacía que su madre firmara papeles que la hacían tutora de Jimin en esas situaciones, su madre no sabía que era, pero ella no se iba a tomar el tiempo para que la gente pudiera averigüar que había algo realmente malo con su madre y que servicios sociales les quitaran a sus hermanos.

—Si me permites, señorita Park... —habló la profesora de su hermano— Jimin no es un niño normal. Es brillante, nunca había visto a otro niño igual. Y sobre disfrutar su infancia lo veo poco probable teniendo en cuenta que Jimin no es igual que sus compañeros, los niños se asustan con los rayos cuando hay lluvia, Jimin mira por la ventana y se queda contemplando, la semana pasada escribió un montón de problemas en su cuaderno de español, y yo le pregunté que era lo que hacía. Él me respondió que estaba intentando medir la velocidad de los los rayos de la tormenta.

Rosé miró a un lado, en el pasillo, Jimin estaba sentado en la banca de madera pegada a la pared, movía sus pies arriba y a abajo con la cabeza gacha. Lo hacía cómo si estuviera metido en problemas.

—Por eso es importante que tú madre venga y se informe correctamente del tema.

Las gafas de Jimin cayeron por sobre el puente de su nariz y su hermano primero frunció el ceño ante eso y luego sólo las subió con ambas manos.

—Ella está muy ocupada trabajando —dijo Rosé con voz baja.

—Ningún trabajo es tan importante como esto, señorita Park —dijo el director.

—Para mi mamá sí —volteó a ver al director.

...

Jimin comenzaba a aburrirse ahí sentado, quería irse a casa, tenía hambre.

Justo entonces salió Rosé de la dirección y se sentó a un lado suyo con una hoja en la mano.

—La profesora dice que eres un genio, ¿es así?

Él no sabía que contestar así que sólo se encogió de hombros en silencio.

—Recomendó que fueras a las clases de niños dotados. Dice que estarás mejor ahí, o que tal vez debas de adelantar tres grados, que debes aprovechar tu potencial.

—Ella piensa que soy raro —murmuró Jimin.

—¿Raro?

Jimin asintió.

—No sé por qué. Ella siempre me trata diferente al resto.

—Ya te lo dije, porque cree que eres un genio.

—¿Y si yo no quiero serlo? —Sus ojos se pusieron sobre los de su hermana.

—¿Qué es lo malo de ser un genio?

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