Capítulo 60

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02 de noviembre, 1989. Afueras de la ciudad Trinidad, Colorado. 


Taehyung abrió sus ojos, lentamente. Su cabeza dolía con enormes punzadas a sus sienes, el ruido era como un eco y su cuerpo se sentía entumido.

Al recobrar poca de su conciencia se dio cuenta que tenía la cabeza contra el cristal de la ventanilla del carro. Estaban estacionados no sabía dónde, pero definitivamente ese lugar no era California. Con bosques alrededor de un enorme edificio pintado en marrón. Taehyung vio a lo lejos a su padre, con otras tres personas una especie de escuadrón de enfermeros con trajes azules, eran por lo menos cuatro personas.

Intentó salir del auto, pero ahí se dio cuenta que tenía las manos amarradas por las muñecas con unas cuerdas.

Comenzó a respirar agitado, la paranoia no tardó en gobernarlo. Luchó con todo lo que pudo contra aquel nudo que mantenía sus muñecas unidas.

—No, no, no, no —intentó deshacer el nudo con sus propios dientes.

Alguien lo sacó del carro, era uno de esos enfermeros, Taehyung pataleó y cayó al suelo, a la grava que le raspó parte de los brazos.

—Papá —Taehyung lo llamó lleno de pánico.

Los hombres lo alzaron del suelo y Taehyung forcejeó con ellos.

—Papá, ¿qué pasando? ¡Papá! —lo llamó de nuevo.

Sooha volteó a verlo.

—Es por tu bien, hijo —se acercó y le puso ambas manos en la cara—. Te prometo que te aquí te van a curar.

—Papá, no estoy enfermo —le dijo entre lágrimas.

—Taehyung, lo que hiciste... es antinatural. Y lo que sea que tengas aquí van a ayudarte, van a volverte normal.

—No... no —se negó rotundamente—. No me hagas esto, por favor no.

—Vas a estar mejor cuando salgas de aquí. Te lo aseguro.

Asintió hacia los hombres y estos comenzaron a llevarse a Taehyung, arrastrándolo.

—¡Papá! ¡Papá! —Taehyung gritó a su padre mientras era arrastrado.

No importaba cuanta fuerza pusiera, si les hacía el trabajo más difícil a los hombres que lo llevaban contra su voluntad, estos no se detenían, aun así.

—¡Te prometo que ya no voy a hacerlo! —Gritó a su padre, buscó su ayuda, pero su padre solo lo miraba desde el auto— ¡Papi, por favor ayúdame!

Pero no fue escuchado. Nadie lo ayudó.

Tuvieron que amarrarlo a una cama porque Taehyung no dejaba de moverse, no dejaba de pelear.

Dejaron de alimentarlo dos días, ni siquiera le dieron permiso de ir al baño, ni de ver la luz del di. Estaba encerrado en un cuarto casi tan pequeño como un baño común.

Y para cuando el encargado de aquel lugar llegó a verlo, más conocido como el doctor Fergus. Taehyung llevaba dos días sin dormir por el miedo, sus pantalones estaban sucios por la orina, y sus muñecas estaban lastimadas.

—Buenos días, joven Kim —lo saludó, mientras encendía la luz del cuarto—. Espero que estos días en confinamiento le hayan servido para tranquilizarse.

Taehyung no respondió, solo tenía la vista en el techo.

—Lo llevaremos a que se dé una ducha, con agua fría por supuesto, le daremos algo de comida y luego recibirá la terapia debida para su situación, y pronto, si es posible, comenzaremos su tratamiento.

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