Capítulo 17

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Enero, 1973. Columbus, Indiana.

Agitada, dejó los platos en la mesa frente a sus hermanas, y le ayudó a la pequeña Soojin de dos años a cortar sus panqueques en pequeños trozos como a ella le gustaba.
Tomó el cartón de leche para llenarles los vasos a sus hermanos, incluyendo a Chanyeol quién terminaba de hacer su tarea del día anterior.

El estruendoso llanto del bebé se escuchó por toda la casa mientras ella terminaba de cocinar los huevos revueltos con jamón que a Momo le gustaba para el desayuno..

—Tu ve, yo me encargo de eso —le dijo Chanyeol, soltando el lápiz y acercándose a la estufa.

Ella salió corriendo hasta la habitación principal. Al abrir la puerta encontró a su madre acostada, dándole la espalda a la cuna y viendo con tristeza a través de la ventana como los copos de nieve caían y chocaban contra el vidrio.

Rosé se acercó a la cuna y cargó con cuidado al pequeño bebé de tres meses.

—Ven aquí, bonito —le dijo en voz baja y calmada.

El rostro de Jimin estaba rojo como el de un tomate, y sus mejillas estaban humedas. Parecía que en cualquier momento se quedaría sin voz ante aquél llanto.

Rosé lo abrazó contra su pecho y comenzó a mecerlo mientras tocaba el pañal para asegurarse de que no estuviera hecho del baño. Al confirmar que no era eso, supuso que sería que el niño tenía hambre.

—Apuesto a qué tú barriguita está vacía, ¿No es así? —le habló con cariño, dándole palmaditas en la espalda—. ¿Mi dulce bebé necesita comer?

Jimin seguía temblando, su pequeño cuerpo estaba algo agitado tras los sollozos.

—Sacalo de aquí, hace demasiado ruido —habló su madre.

—Sí, en un momento lo calmo —le contestó ella, arrullando a Jimin mientras salía de la habitación, cerrando la puerta tras su espalda.

Rosé se quedó en el pasillo, arrullando a Jimin hasta que éste se tranquilizó.

—¿Ya estás listo para comer? —Volvió a usar su tono cariñoso con él—. Porque tengo un delicioso biberón esperando por tí.

Lo llevó hasta la cocina, dónde sus hermanas estaban terminando de desayunar y dónde Chanyeol terminaba de hacer su tarea para por fin desayunar tranquilo.

Tomó el biberón de la barra, preparado con anticipación sabiendo que Jimin se levantaba muy temprano por la mañana a reclamar su alimento.

Miró como su hermano tomaba su mochila para ir a la escuela y tomaba la mano de Momo y Soojin quienes irían al prescolar.

—Les diré a los profesores que te quedaste cuidando de mamá, ¿Está bien?

—Sí, está bien —respondió ella con un tono sereno mientras le daba su biberón a Jimin.

—Nos vemos luego —se despidió.

Cuando ella se quedó en casa, a solas con Jimin y su madre que estaba en su habitación como siempre.

Ella suspiró y se sentó en una de las sillas para poder alimentar mejor a su hermanito quién mamaba lentamente del biberón.
Miró el rostro de su hermano, sus mejillas regordetas y rosadas, sus ojos rasgados y color miel, más aquella pequeña naricita.
Era un bebé hermoso, todos lo habían halagado cuando lo miraron por primera vez. Decían que parecía un ángel. Era más pequeño que otros bebés debido a que nació a los siete meses, pero Jimin había sido muy fuerte para poder sobrevivir incluso con eso.

—Comes demasiado rápido —le dijo en voz baja—. Si sigues comiendo cómo hasta ahora serás un bebé muy gordito. Apuesto a que te verás más adorable de lo que ya eres.

Stand by MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora