Capítulo 51

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6 de julio, 1989. Columbus, Indiana. 

Jimin se volvió hacia Rossmery después de salir al escenario.

—¿Tiene que brillar tanto?

—Me gusta, me siento bonita —Lia tenía un traje similar al de él, solo que su camisa, chaleco y saco estaban recortados a la mitad de su abdomen.

—No te quejes —Rossmery lo señaló—. Te hicimos caso con no hacer algo "demasiado llamativo". El vestuario es azul marino, lo suficientemente aburrido. Tenía que ponerle vida.

—Yo me siento como una bola disco —comentó Joyce desde detrás de la batería—. Es como una mezcla de elegancia y excentricidad.

—Chorreamos brillantina —se quejó Yoongi, al ver como las solapas de las mangas del saco dejaban caer brillos sobre las teclas del piano.

—No sé de que se quejan, nos vemos fabulosos —Joy tenía un traje similar al de Lia, solo que su saco si era del tamaño adecuado.

—No puedo creer que estemos haciendo esto por cien dólares, de los que solo nos quedaremos veinte individualmente —les recordó Joyce.

—Dinero es dinero —comentó Yoongi—. Me gusta el dinero.

Rossmery dio tres aplausos para llamar la atención de los jóvenes una vez más.

—Quiero la canción desde el inicio —les ordenó.

Todos se quejaron, llevaban practicando esa canción por días. Y aunque Yoongi y Joyce no bailaran la coreografía que Rossmery había creado, si les dolían las manos. Todas las tardes se juntaban para practicar y lo hacían hasta que Rossmery creía que era suficiente.

—Vamos, su debut en el bar es mañana por la noche, deben ser magníficos.

—Son siete canciones, vamos Rossmery —Jimin suplicó.

—No. En este bar se dan presentaciones de calidad, y ustedes no van a cumplir el estándar de perfección, así que los quiero de nuevo. Con energía, carisma, cómo si estuvieran enamorados —se cruzó de brazos y volteó hacia Jayden que todo ese tiempo estuvo a un lado del escenario, en el control del sonido.

Jayden no tuvo que preguntar nada. Les dio una expresión de disculpa a los chicos y luego puso desde el inicio la lista de canciones.

Era una combinación. Dos canciones de ABBA, una de Gloria Gaynor, dos de Blondie, una de Culture Club, y finalizar con una canción de The Smiths.

Jimin se colocó frente al micrófono que estaba en medio del escenario, en medio de Lia y Joy que también tenían micrófonos frente a ella.

La canción comenzó a sonar, y debieron comenzar bastante bien porque Rossmery sonrió mucho al escuchar sus armonías.


...


Taehyung entró al cuarto del motel, cerró la puerta a sus espaldas, y al ver hacia los adentros de cuarto, vio a Yoongi dormido sobre la cama. Estaba echado de costado, volteando hacia la puerta del cuarto. Su boca estaba entre abierta y solo llevaba una camisa ancha más unos pantalones cortos que dejaban ver sus delgadas piernas.

Habían quedado dos días antes, porque se suponía que esa era la última semana de Taehyung en Columbus antes de tomar sus cosas e irse a la universidad para recibir los cursos de preparación, y presentarse ante el equipo de futbol.

Caminó y llegó hasta el frente de la cama. Yoongi debió de sentir cuando se sentó en el borde porque abrió los ojos y parpadeó confundido hasta que pudo mirarlo, un poco al menos, ya que no tenía sus anteojos.

Taehyung le puso la mano en la cadera y Yoongi hizo una mueca.

—Me duele —le dijo. Su voz estaba ronca por el sueño.

—¿Ensayaron todo el día? —Masajeó su cadera y luego sus muslos.

Yoongi hizo una mueca de dolor. Dolía, pero al mismo tiempo, ese masaje hacía que sus músculos se relajaran.

—Creí que hoy solo se pondrían el vestuario que Rossmery les estaba haciendo —comentó Taehyung.

—Se suponía, pero esa mujer es demasiado perfeccionista. No descansa, en lo absoluto, hasta que todo esté bien hecho.

—Me recuerda a alguien que conozco —lo miró con diversión.

Yoongi se talló los ojos y bostezó.

—¿Quieres que vaya por algo para comer? Podemos comprar de la pizza que te gusta, o...

—Debemos dejar de comer eso. Hoy que me probé el traje, me di cuenta que he ganado bastante peso, tendré que agrandar varios de mis pantalones —le contó—. Incluso estoy consiguiendo grasa en el abdomen.

—Hace unos días que noté que subiste de peso.

—¿De verdad?

Taehyung movió su cabeza de arriba abajo.

—Tu culo engordó —le confesó.

Yoongi alcanzó a darle una suave patada en la espalda. Taehyung sonrió de labios.

—No lo digo como si fuera malo —dejó sus manos tranquilas sobre la pierna derecha de Yoongi—. A mi me gusta bastante ese cambio...

—A ti te gusta todo lo que crees que pueda ir relacionado al sexo —puso los ojos en blanco. 

—Me gusta todo lo relacionado contigo —se inclinó y le dio un beso en la mejilla. Luego le dio uno en el mentón y otro en el cuello.

Yoongi le puso las manos en el pecho y lo alejó un poco.

—¿Podemos dejar el sexo para otro día? —Preguntó algo inseguro, pero muy cansado— No creo que pueda brindar la misma energía de siempre. Estoy peor que cansado.

Taehyung asintió y le dio un corto beso en los labios.

Después de quitarse los zapatos, hizo que Yoongi le diera un poco de espacio en la cama y se acostó a un lado.

No es que siempre tuvieran sexo, habían ocasiones en las que solo iban a ese lugar para comer juntos y platicar, de vez en cuando, veían televisión. Últimamente, comenzaban a usar los encuentros sexuales como una excusa para verse y al final no hacerlo, solo se quedaban a hablar y pasar tiempo juntos de diferentes manera lejos de lo sexual.

—Tengo que hablar contigo —le dijo Taehyung.

Yoongi le puso atención.

—Me voy a Bloomington pasado mañana —le informó al menor.

Yoongi se incorporó en la cama.

—Creí que te ibas la próxima semana...

—Tengo que irme unos días antes, debo buscar donde quedarme. Los dormitorios de la universidad están llenos. No puedo tomar dos horas de tren todos los días para volver casa de mis tíos.

—Lo sé, pero... —guardó silencio.

Se suponía que ellos dos tendrían, al menos, seis u ocho días más para estar juntos antes de que Taehyung se marchara a la universidad. Significaba que los últimos días que lo vería a "tiempo completo", serían ese y el día siguiente.

—Vendré los fines de semana —le dijo Taehyung—. Llegaré el sábado por la mañana y me iré el domingo por la noche. Podemos seguir viéndonos aquí.

Yoongi se talló la cara con las manos.

—Esto es tan complicado —dijo—. Será más difícil mantener el secreto.

Taehyung se sentó en la cama y lo tomó de los antebrazos para poder verle el rostro.

—Haremos que funcione. Ya sabes, seguir viéndonos sin que nadie lo sepa.

—Eso hasta que conozcas a alguien genial por Bloomington.

—Como si fuera posible conocer a alguien más genial que el irritante, Yoongi —le respondió, sonriendo—. Nadie podría verse tan bien con brillantina en el cabello cómo el chico libertad.

Yoongi se tocó el cabello y miró la palma de su mano con algunos brillos.

—Son por los trajes que hizo Rossmery. Prácticamente los bañó en brillantina —explicó—. Debió ser cuando me quité el saco...

—No es que te quede mal. Yo creo que es adorable —le dijo Taehyung, pasando sus dedos por el cabello castaño—, pero no creo que vaya a agradarle a la persona que hace el aseo de los cuartos. Estará furiosa porque llenaste la tela de la almohada con brillantina.

—Creo que deberé dejar al menos seis u ocho dólares en señal de disculpa.

—Supongo que sí. Después de todo, mañana ganarás una gran cantidad de dinero.

—Sólo son veinte dólares...

—Por noche, de aquí a.. no sé, tres meses, podrías ahorrar como mas de cuatrocientos dólares.

Yoongi se encogió de hombros. Taehyung se dio el tiempo de admirar su perfil. Cada vez que lo miraba, entre más veces lo hacía, más atractivo le parecía.

Su cabello había crecido, y cuando no lo peinaba, este se ponía algo rebelde y se ondulaba ligeramente, el color castaño quedaba bien con su piel pálida, y a veces, por el calor, partes de su rostro se ponían rosadas. Las mas comunes eran su barbilla y sus mejillas, a veces su cuello también se ponía rojo. En ese momento, el sonrojo que más se pronunciaba, recorría su nariz, mejillas y orejas. Y había algo de colorete en su cuello.

—Oye —lo llamó.

Yoongi volvió a verlo.

—Eres muy guapo, chico libertad. Muchísimo —lo halagó.

—¡Ah! No digas esas cosas de la nada —se cubrió el rostro con las manos y se dejó caer de espaldas al colchón.

Si había algo que a Taehyung le gustaba hacer, era avergonzar a Yoongi.

Taehyung se inclinó hacia Yoongi para quitarle las manos de la cara. Lo miró y alzó una de sus comisuras.

—¿Estás sonrojado por el calor o por lo que dije? —Preguntó al verlo más rojo de lo que ya estaba.

—Qué te importa —fue la respuesta de Yoongi.

Taehyung tuvo que hacerlo pagar por ser tan grosero, no pudo quedarse así.

Acercó su rostro a un costado del cuello de Yoongi e hizo trompetas contras su piel. Yoongi rio escandaloso. Su cuello siempre había sido muy sensible.

—Ya basta, ya basta —se quejó entre risas al momento en que Taehyung comenzó a hacerle cosquillas.


...

Jungkook, algunas veces, conducía sólo porque sí. Le gustaba tomar el auto y manejar sin un rumbo fijo, pero esa tarde llevaba a Jimin con él.

—¿Brillantina?

—Tanta que parecemos bolas discos —le contó—. Tal vez ella se vea genial en esa clase de estilo, pero nosotros...

Jungkook estacionó el carro a un lado de la carretera, la parte que daba al bosque. Muchas de las carreteras de la ciudad, que iban hacia otros pueblos o atracciones naturales estaban olvidadas, eran muy raros los carros que pasaban por ellas a no ser que quisieran tomar el camino largo hacia la ciudad para después ir a Indianápolis.

—Además —habló Jimin—, estoy asustado. ¿Qué si lo hago mal y lo arruino?

—Creí que ya te había quedado claro lo talentoso que eres.

—Sé que canto bien, pero eso no me quita el miedo. Sabes que soy tímido.

—Lo sé, pero el bar estará lleno de gente que conoces.

—Sí, pero estaré recibiendo dinero a cambio de brindar un espectáculo, es diferente. Si me equivoco se sentirá mil veces peor —se mordió el labio inferior.

—Lo harán bien. Eso creo. Lo que si sé, es que estoy muy emocionado por verte bailar una coreografía.

—Esa es la parte más vergonzosa de todo lo que haremos —se lamentó—. La coreografía es ridícula.

—Vamos, no debe ser tan mala.

—Es muy mala. Cuando Rossmery lo hace no se ve tan mal, pero cuando nosotros la hacemos se ve muy tiesa. Es como si no pudiéramos mover adecuadamente nuestras extremidades. Somos muy malos.

—Eso lo hace mejor. Tendré material para burlarme de ti toda la vida —comentó, sonriendo.

—Eso no me hace sentir mejor —entrecerró los ojos, resentido.

Jungkook tomó su mano y la apretó suavemente.

—Sé que lo harás genial. Sólo son personas. No tienes nada de que preocuparte.

—Eso lo dices tu porque estás acostumbrado a la atención. Eres como una especie de rey en el bachiller, siempre destacas entre tus compañeros de futbol. Dudo que conozcas lo que es la timidez.

—La conozco, por eso sé que no es necesaria. Mi abuela decía que si tenías un talento debías exprimirlo tanto como pudieras, que el mundo lo viera. No tiene sentido que algo sea bello sin que nadie pueda apreciarlo. Lo mismo pasa con tu voz, cuando cantas, la gente realmente te escucha. Eres increíble, y creo que esa voz sería un desperdicio si nadie más puede escucharla.

Jimin echó un suspiro y recargó su cabeza en el hombro de Jungkook.

Aún no sabía que hacer para rebajar esos nervios que tenía. Había practicado, y sabía que los chicos y él eran lo suficientemente buenos, pero eso no impedía que sus pensamientos intrusivos jugaran de las suyas. Ya había imaginado como cincuenta escenarios donde todo podía salir mal.

—Escucha, ya sé lo que haremos —Jungkook habló animado—. Para distraerte hasta mañana, te enseñaré a conducir hoy.

—¿Qué? —se sentó correctamente y comenzó a negar con la cabeza— Tu no quieres ponerme detrás de un volante, lo digo en serio.

—A mi me relaja mucho conducir. Es fácil, como una bicicleta.

—Jungkook, mi hermano mayor al que todos le temen, tiene pavor de subirse a un carro que yo conduzca.

—¡Vamos! ¿Qué tan malo puedes ser?

Jungkook había hablado antes de tiempo.

Se aferró al cinturón de seguridad con una mano y la otra sostuvo la agarradera de su asiento.

—¡Despacio, mierda! —le gritó.

—¡No me grites porque me pongo más nervioso! —Jimin apretó el volante entre sus manos temblorosas.

—Jimin, deja de pisar de esa manera el acelerador, nos vamos a matar —le dijo Jungkook.

Jimin piso el freno y el coche se caló por unos segundos antes de que volviera a andar.

—¡No se hace eso de la nada! ¡Vas a ciento diez kilómetros por hora! —Lo regañó.

Jimin se mordió el labio nervioso y, accidentalmente, apretó su pie contra el freno una vez más. Jungkook casi se iba de boca contra la guantera.

—¡Para, para, para! —le suplicó.

—¿Y cómo hago eso? —Jimin lo miró asustado.

—Pisas suavemente el pedal de freno y el embrague.

Jimin hizo lo contrario a "suavemente". Ambos casi caen hacia el frente cuando el rubio detuvo el carro.

Las respiraciones de los dos eran agitadas, el silencio entre ellos dos era algo pesado. Y, a pesar de que no se habían estrellado contra nada, Jungkook agradecía seguir con vida.

—Prométeme una cosa —volteó a ver a Jimin.

Jimin también lo miró.

—Nunca, jamás, en tu vida, en la existencia de la humanidad, vuelvas a ponerte detrás de un volante —lo miró seriamente a los ojos—. No naciste para esto. Literalmente, vi mi vida pasar frente a mis ojos. Y no es bonito, Jimin.

Jimin alejó su mano del volante y asintió con la cabeza.

En un descuido de sus nervios, volvió a poner la palanca en primera y al sorprenderse pisó el acelerador para después pisar el embargue de freno. 

Stand by MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora