Capítulo 57

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14 de Octubre, 1989. 

Querida señora Hipson:

Se que ha pasado un tiempo desde que le he escrito, y sé bien que todo mundo ha estado preocupado por mí estos días.

Debo confesar que no la he estado pasando nada bien.

Tengo muchas cosas en mente y muchos sentimientos encontrados al respecto de lo que ha pasado en mi vida. Todo está tan revuelto que temo que esta carta no tenga sentido, pero sigo intentando saber que ha pasado conmigo.

Lo primero que tengo que decir es que he cumplido dieciocho y supongo que eso debería hacerme más sabio, pero, en realidad, no lo hizo. Me siento pequeño he insignificante como casi todos los días de mi vida, y la peor parte es que, aunque ahora entiendo que no es mi culpa sentirme así luego de todo lo que me han hecho para sentirme así, no puedo cambiarlo.

Sé que necesito terapia, como mi hermana Sophia, que, por cierto, ya está comiendo de nuevo luego de su última recaída y su inminente hospitalización. Pero volvamos a lo mío. Yo sé que necesito terapia, pero la verdad es que tengo miedo, de que esa persona pueda decirme que, en realidad, todo lo que me ha pasado ha sido culpa mía o no lo sé. Nunca he ido a terapia, y dudo que mi familia tenga dinero suficiente para mandar a alguien más a recibirla. Después de todo, ya soy un gran gasto para mis padres, porque esa es la otra cosa que quiero contarle. No quiero que se sienta mal, triste o desesperanzada, pero me estoy muriendo. Literalmente. El diagnóstico es: Leucemia promielocítica aguda. Que es un subtipo de leucemia mieloide aguda en la cual predominan los anormales, que son las células hematopoyéticas progenitoras de una clase especial de células sanguíneas conocidas como granulocitos (neutrófilos, basófilos y eosinófilos), que pertenecen al linaje mieloide de las células sanguíneas y que están incluidas en el grupo de los glóbulos blancos. Y lo que pasa con esto es que posee características morfológicas, citogenéticas y moleculares únicas. Con, según palabras del doctor, un elevado riesgo de mortalidad. Y es el único tipo de leucemia que responde al tratamiento con ácido trasretinoico, que es la forma ácida de la vitamina A, que, aunque suena lindo tiene muchos efectos secundarios por los que mi cuerpo va a pasar. Como la dificultad para respirar, dolor de cabeza, adormecimiento, depresión, resequedad en la piel, comezón, pérdida de cabello, vómito, dolor muscular y dificultad visual, lo que es gracioso teniendo en cuenta que sufro de tres dioptrías, tanto de miopía como astigmatismo (sí, acabo de bromear con algo así).

El cáncer no es lo único que me ha afectado, en general, hay muchas cosas malas sucediéndome al mismo tiempo. Y llámeme, débil (que sé que no lo hará y por eso se lo cuento), pero creo que llegué a la conclusión de que debo de darme por vencido. O al menos, eso pensaba antes de ayer.

Esa es la tercera cosa que quiero contarle. Me deprimo en todos mis cumpleaños, no sé por qué, sólo sé que me pongo de mal humor conmigo mismo, me siento alguien que merece ser detestado o algo similar. Odio ese sentimiento. En donde sientes que nada tiene sentido y que tu propia existencia no lo tiene, donde solo quieres dejar de existir y ya está. Me he sentido así gran parte de mi vida, pero creo que es muy triste sentirlo más que otros días cuando es tu cumpleaños. 


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