Capitulo 18

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—¡Sofíe no me lo va a creer! — exclamó brincando en su asiento divirtiendo a su acompañante con su entusiasmo—. ¡Oh, Sofíe! Casi lo olvido. Podríamos parar en algún lugar donde vendan croissant, le prometí a una amiga que era lo primero que iba hacer en cuanto bajara del avión, comer un auténtico croissant francés.

—Por supuesto señorita nos detendremos en la mejor panadería de la ciudad.

Desde que dieron la vuelta en la esquina, un agradable aroma inundó el aire, era realmente apetecible que su estómago reclamaba por lo que fuera que se estuviera horneado.

La chica bajo deteniéndose a observar la fachada del local que era pequeño "Dupain-Cheng" leyó, su papá antes de salir le había dado algunos euros por lo que estaba emocionada de hacer su primera compra en ese país y ver cómo era tratar con los parisinos, pero vaya sorpresa, cuando al entrar al local que era como un pequeño paraíso de golosinas, se encontró con que la dependiente era una pequeña mujer asiática que atendía con una sonrisa tan dulce como sus postres, su pronunciación del idioma era magnífico tan bueno como el suyo.

La mujer atendía a una pareja mientras la chica miraba con curiosidad los sabores de los glaseados de los pasteles y tartas.

—¿Que puedo servirle este día? — se acercó hablando con amabilidad.

—Solo quiero un croissant, gracias. Pero, ¿Tendrá algo con arándanos?. Una amiga mía adora los arándanos, me sorprende que no tenga el cabello azul de tantos que come —. La mujer se rió, tal vez por amabilidad pues su chiste era malo.

—Por supuesto _y le mostró algunas diminutas tartas que tocaba con la delicadeza con la que se toma una rosa o una joya valiosa, a Zoé le pareció hermosa la forma de trabajar de la mujer con tanta delicadeza y dedicación.

—Este lugar es muy hermoso.

—Es muy amable —respondió pasándole el croissant a la chica que tomo de una servilleta de papel.

—Mi amiga fue la que me dijo que lo primero que hiciera al llegar a París fuera comer uno de estos, así va por ti Sofíe —y dedico su primera mordida, era realmente delicioso.

—Entonces usted no es de la ciudad. No lo hubiera imaginado, habla muy bien el idioma, a mi me costó años aprenderlo.

—Bueno si y no. y
Yo nací aquí pero he pasado toda mi vida en Estados Unidos y esta es mi primera visita —respondió quitándose las migajas de los labios— mis papás son de aquí así que es normal que sepa el idioma.

—Entonces estás descubriendo tus raíces eso es muy bueno. Tengo deseos que mi hija algún día quiera descubrir mis raíces pero será cuando ella lo decida.

¿Raíces?, no lo había pensado así. Su papá le había dicho que su familia era proveniente de Italia y España y de su mamá no estaba segura, no poseía un amplio árbol genealógico pues hasta donde sabía sus abuelos de ambas ramas habían muerto, por lo que familia directa eran su papá y mamá tuvo una tía hermana de su papá que murió cuando pequeña de enfermedad y de ahí nadie cercano, pues todas las comuniones de su papá se perdieron al cambiar de país.

—Bueno...si. Creo. Estoy en un viaje de auto descubrimiento o algo así, aún no estoy segura que es lo que vengó a encontrar pero si de lo que quiero huir —. Su voz decayó.

—Veras que encontraras más de una sorpresa —. Entonces la mujer le entrego una tarta diciéndole que era cortesía de la casa, Zoé no lo quería aceptar sin pagar por ella, pero la mujer insistió.

—Tómalo como un regalo y una invitación a qué siempre pruebes algo nuevo no importa las adversidades—. Zoé la tomo un poco avergonzada pero agradecida por el gesto.

ZoéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora