Capitulo 22

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Zoé sentía el cuerpo caliente la cabeza apunto de estallarle temblaba. André la tomo de los hombros para dirigirla a otra parte más cómoda de la casa, el despacho familiar dónde la noche anterior se habían visto por primera vez. Con cuidado le ayudo a sentarse estaba demasiado tensa y tenía que lograr calmarla antes de que algo pasara.

—Tranquila querida, tranquila. Ya todo está bien, no quería que pasarás este tipo de disgusto pero... calma ahora —, hablaba André masajeando suavemente los hombros de Zoé.

Jean Claude entro con una charola con dos tazas de té caliente, había sido él quien despacho a los guardias de seguridad de regreso a sus labores, adivinando por que los habían llamado, era de esperarse que la señorita Chloé no reaccionará bien, dejo el servicio de té y se fue sin decir nada.

André le ofreció la bebida caliente a Zoé que con la primera olfateada a la infusión logro disipar un poco la bruma de la ira.

—Tila y valeriana —, explicó acercando con insistencia la taza a la chica que ayudó beber un sorbo—, trata de calmarte respira despacio -, le pedía el hombre haciendo respiraciones profundas para ayudar a la chica, que empezó a imitarle hasta que las manos de ella dejaron de temblar y pudo tomar la taza por si misma, André se sentó a su lado para también tomar un poco de la infusión relajante-. ¿Te encuentras mejor?.

—Si gracias y perdone todo el espectáculo que vio. No era mi intención terminar en el cuarto de Chloé, me perdí por el pasillo y....

—Oh, perdón querida entonces fue culpa mía, olvide indicarte los pasillos principales —, respondió André apenado—. Perdona lo que pasó con Chloé, sabía que iba a explotar pero... creí que al menos me daría tiempo de explicarle de mejor modo la situación o que contaría con el respaldo de tu madre, al menos.

—Ella es así explosiva, no —. André asintió—. Está bien entonces, me da gusto de cierta forma ya dejamos algunos puntos en claro. Me quita mucho peso de encima, ahora nos mantendremos lo más alejados posible.

—¿Entonces no te irás?.

—No por ahora no. Salí huyendo de Nueva York, no saldré huyendo de aquí también por el capricho de una rubia altanera. Mi mamá está aquí y además por lo visto puedo contar con usted, al menos para mantener algo a raya a Chloé.

—Me tiene para más que eso querida. Lo que dije es verdad, eres bienvenida en esta casa como si fueras mi hija. Creo que no puedo hacerme muchas ilusiones de que tú y Chloé se lleven bien, pero al menos procuraré que no se lastimen con palabras y mucho menos con actos, las dos son importantes para mi.

Zoé se sintió conmovida ese hombre estaba ahí queriendo defenderla anteponiendo las necesidades y exigencias de su hija auténtica por ella.

—No quiero causar problemas —dijo con tristeza.

—No los hay, tu nunca los serás Zoé —. André le miraba de un modo tan dulce que le dieron ganas de llorar, él con sus ojos y sus palabras la hacían sentir protegida, amaba a su papá Charly pero casi nunca le hacía sentir la seguridad que ahora mismo André le estaba proporcionando de que nada le pasaría, las circunstancias siempre la empujaban a defenderse lo mejor posible del dañó, pero no sabía que era que alguien se pusiera frente a ella para servir como escudo, Sofíe lo era a veces pero no todo el tiempo .

—Gracias —respondió con un par de lágrimas en los ojos, André la abrazo tomándose el atrevimiento para consolarla.

—Llora si lo necesitas, yo te cuidare.

—¡Cuidarme! ¿De qué? —se separó casi de inmediato, le dió la impresión que iba a suceder un ataque o una pelea por el tono de alerta en André.

ZoéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora