Capitulo 27

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Adrien, salió corriendo buscando por todos lados a Chloé con desesperación, no podía creer que Zoé estuviera ahí, pensaba en la lejana posibilidad de que fuera otra persona con la mismo nombre, pero el perecido era inconfundible...

La pequeña Chloé espero día tras día la respuesta a su regalo, interrogando a Jean Claude si no había llegado algo para ella en el correo, hurgando ella misma en el buzón, nunca llegó una carta o una tarjeta de agradecimiento como Emilie le hizo creer que llegaría.

—¿Y si se perdió en el correo? —pregunto una vez la niña a la madre de Adrien, estaba asustada de que el oso de peluche que con tanto esmero busco se hubiera quedado atorado en el tránsito postal o que hubiera terminado en China. Emilie había sido muy cuidadosa al enviarlo y la agencia de paquetería confirmo que el paquete había sido entregado. —Entonces no le gustó —fue la resolución de la pequeña que la entristeció mucho.

Adrien fue y se sentó junto a la niña que se había quedado en un rincón del jardín de la mansión Agreste, había ido a animarla pues cuando Chloé se ponía demasiado triste enfermaba, la primavera había llegado y las ilusiones de navidad se derritieron como la nieve.

—Mimi dijo, que si ella no quería ser mi hermana al menos podíamos ser amigas pero tampoco quiso —, cubrió la desilusión de su rostro con la felpa de su osito, había tenido la ilusión de llevarse tan bien con Zoé desde que su padre le dijo que tenía una hermana y que fueran tan cercanas como Amelie y Emilie, las gemelas De Vanili. Adrien tenía a Félix y ella quería tener a alguien para ya no sentirse tan sola.

—No la tienes a ella... pero me tienes a mi. Siempre te cuidaré Chloé —prometió Adrien en ese entonces, una promesa que rompió.

La encontró en su salón de clases con una manzana pegada a los labios sin muchas ganas de comer, Sabrina estaba junto a ella sosteniendo un plato con fruta variada animándole a probar algo.

—No tengo hambre —dijo la chica con su voz cansada, regresando la fruta al plato. Sabrina gimió con tristeza, hasta hace unos dos días ella al menos podía comer una banana ahora nada le apetecía.

La puerta se abrió y vieron a Adrien entrar caminando a paso firmé hasta ellas, sorpresivamente tomó a Chloé del brazo y de un jalón la atrajo hacía él estrechandola en un fuerte abrazo.

—Perdóname...—murmuró al oído de ella, que se había quedado quieta a la espera de alguno de los malos tratos de los que ha se estaba acostumbrado.

El sentimiento le ganó, por culpa de la calidez del cuerpo contra el suyo, deslizó sus brazos hasta entrelazar sus dedos sobre la nuca de él, agarrando un mechón de su suave cabello rubio.

—Tú perdóname... perdón, perdón... —lloró la chica en hombro de la segunda persona que más le entendió, además de Mimi.

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—Es la mejor y siempre me funciona —dijo Kim, explicándole a Zoé su técnica para no asustarse a la hora de un ataque de akuma, que consistía en cantar muy alto e hizo una demostración que dejó a todos con los oídos apunto de sangrar.

—Agradezco los consejos de todos todo, me tomó por sorpresa. Es decir, vivo en la capital de los súperhéroes y jamás me había sucedido algo como lo de ayer, de no ser por el señor André me... ¡Oops! —, se cubrió rápidamente los labios, no debió decir eso.

—¿El señor André...? —dijo Alya—¿Como el alcalde Bourgeois —, quiso indagar.

En realidad no tenía nada de malo decir que conocía al alcalde Bourgeois, solo tenía que fingir que no conocía a Chloé, así que bueno...

ZoéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora