Dirty Dancing

6. Arrogante Hijo De Perra

Skylar's POV:

Zacarías Grey era el segundo hombre más guapo que había conocido en toda mi vida.

Llegó a mi casa en un auto azul. Lucía una camisa blanca con los primeros botones abiertos, revelando el inicio de sus pectorales. También se había puesto pantalones negros algos apretados, y lean bien esto: tenía la camisa adentro de ellos y con una correa. ¡Oh, Dios, casi me muero ahí!

Nada era más atractivo para mí que un hombre bien vestido, y Zack se había esmerado esta noche. Incluso me abrió la puerta del carro cuando iba a entrar.

—Tremendos tacones, ¿podrás soportarlos? —me dijo mientras me subía.

—¿Tú podrás soportarme? —le respondí con una sonrisa felina.

Así, Zack manejó casi una hora y media hasta HELL. La música del camino fue buena y nuestros temas de conversación se basaron en nuestras familias y hobbies.

Resultó que Zacarías venía de una familia de enfermeros. Sus padres casi nunca estaban en casa porque tenían turnos de noche en el hospital. Su tía y su hermana mayor fueron quienes lo cuidaban de niño y, ahora que ella se había ido de la casa, es él quien cuidaba a su otra hermana menor. Creció rodeado de mujeres, así que las "entiende" bastante.

—Soy capaz de descifrar tu estado de ánimo con solo verte a los ojos —comentaba orgulloso en un semáforo rojo—. Venga, mírame y no digas nada.

Le dediqué una mirada en silencio, esperando que lea algo en mi alma que ni siquiera yo sabía. El resultado fue humillante.

—Estás nerviosa —sentenció con una sonrisa—. ¿Miento?

Ahí supe que mis emociones no estaban a salvo de Zack y que engañarlo sería imposible.

—Qué creído.

Cuando llegamos a HELL pude empezar a sentir realmente la presión. ¿Esto era una cita? Era una cita. ¿Una salida de amigos? Amigos que bailan. ¿Cuáles eran sus intensiones? Yo ni siquiera sabía qué quería de Zack. ¿Volveríamos a salir luego de esto? ¿Y si no le gusto? ¿Por qué quisiera que le guste? Es mejor ser buenos amigos, ¿es mejor?

En efecto, me encontraba sobreviviendo por pura ansiedad.

—¿Tragos? —propuse.

—¿Cómo que tragos? —resopló burlón—. Aquí nadie se va a emborrachar. Si yo no puedo tomar, tú tampoco, señorita.

Mientras nos adentrábamos entre la gente, podía empezar a sentir el calor de las luces rojas bailando por el ambiente. Alcé la cabeza sobre la multitud para buscar la tarima donde los bailarines deslumbraban con sus movimientos sensuales, pero recordé que ellos salían todavía a media noche y a penas serían las diez.

—Un shot de vodka no te va a emborrachar —engatusé acariciando su brazo.

—A mí lo que me emborracha es el tomate —decretó—. Así vas: tómate uno, tómate otro... y acabo en la mierda. No, ya me conozco.

Reí porque su broma detrás de la declinación me pareció graciosa. No lo forzaría a nada, me parecía prudente de su parte no tomar si iba a manejar, realmente.

—Oye, ¿y sabes cómo se llama la chica más guapa de este club? —me gritó sobre la música, mirando sobre mi hombro.

Observé a mi alrededor intentando seguirle la mirada, pero no encontré a nadie.

—¿Quién? —Fruncí el ceño.

—¿No sabes cómo te llamas? —Sonrió.

Señor padre...