32. Mía

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Skylar's POV:

Había sido despertada por cuatro golpes en mi puerta. Me quejé en voz baja rodando sobre la cama aun con los ojos cerrados y el ceño fruncido.

¿Cómo era posible que aún dormida siguiese mareada?

Llevé una mano a mi cabeza y noté mi cabello húmedo. Aquello me permitió recordar la rápida ducha que me había dado al llegar a casa anoche pasadas las tres de la mañana. Oh, esto era malo... ¿qué hora era?

—¿Señorita Skylar? —Oí la voz de Perlita detrás de la puerta.

—¿Hm? —pregunté con un quejido.

—Tiene visita.

Las dos neuronas veteranas de guerra que sobrevivieron a las cantidades ridículas de alcohol que consumí ayer me hicieron acordar que hoy era jueves, lo que significaba que Naomi venía a casa para hacer las tareas.

Gemí cansada y con la cabeza aun dándome vueltas. No quería pensar en la universidad, quería seguir durmiendo.

—¡Pasa! —anuncié desganada.

Me acurruqué de lado cubriéndome con las mantas hasta el cuello. Volvería a dormir. Es más, apostaba a que mi amiga se recostaría conmigo también. Si no fuese por mis cortinas azules oscuras, podría ver el clima afuera. Mas mi habitación se encontraba sin luz y acogedora salvándome de un dolor de cabeza peor.

Al escuchar la puerta abrirse, pisadas adentrarse y luego volverse a cerrar, pregunté en voz baja:

—Perra desconsiderada, ¿acaso no tienes sueño? ¿qué hora es?

—Once y cuarenta y dos de la mañana. —Una voz masculina me respondió con severidad.

El corazón me volvió a la vida y me giré de un salto esfumando cualquier rastro de sueño en mi cuerpo. Ahí estaba Harry, de pie al final de mi cama con un abrigo café, sus rulos sueltos y su celular en su mano.

—¿Qué- qué haces tú aquí? —La voz me salió rasposa y sorprendida.

¡No tenía pantalón de pijama! Solo mis bragas y una sudadera. ¡Carajo, esto era malo!

—¿No tienes clases? —continué arrugando mi entrecejo—. Ay, Dios, necesito agua...

Los ojos de Harry se desplazaron por mi habitación. Caminó hasta mi escritorio y tomó mi botella de agua rosada, me la ofreció y yo la apuré sin respirar. Mi sistema se lo agradeció eternamente.

—Es mi descanso. Tengo cuarenta minutos —contestó—. ¿Es verdad lo que me mandaste ayer?

Con más energía que antes, me senté en la cama y estiré mis brazos sintiendo mis músculos relajarse. Lo vi de nuevo mientras acomodaba mi cabello hacia atrás. Él seguía molesto.

—¿Qué te mandé ayer?

Harry miró su teléfono, presionó un par de cosas y luego lo giró hacia mí: era el mensaje que envié por accidente. Los recuerdos regresaron a mi cabeza de manera fugaz y la vergüenza empezó a pintarme de pies a cabeza.

—Oh... eso —murmuré.

—Sí lo hiciste. —Su semblante cambió, estaba sorprendido.

—Yo...

Styles se dio media vuelta y guardó su celular en el bolsillo de su abrigo. Recorrió mi habitación a paso lento y pesado, mas noté sus hombros tensos. Estaba conteniéndose. ¿Estaba celoso? ¿Molesto? ¿Las dos?

—Estaba borracha —intenté excusarme.

Su cabeza giró en mi dirección de inmediato al escucharme.

Dirty DancingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora