Ella me torturaba tres días a la semana con esos ojazos color miel, con sus provocadores labios carmesí, con sus preciosas piernas largas y perfectas, con la voz más sensual, y la sonrisa más coqueta que había visto en mi vida. Skylar Ford era la te...
Parte 2/3 del maratón! *Primero leer 1/3 "Fantasmas"
Harry's POV:
Skylar estaba molesta.
Yo sufría de indiferencia.
Una combinación que nos estaba destruyendo.
Ayer después de que la abogada Jeulet haya mandado todos los documentos para empezar con el trámite de la boda, Skylar y yo regresamos a Cambridge en silencio. Manejamos sin soltar mucha palabra más que "cambia la canción" o "súbele a la calefacción". Fue condenamente incómodo.
Sin embargo, me sentía como entumecido. Tenía medio cerebro entrenado para no pensar mucho, no procesar la muerte de mamá y, por lo tanto, no sufrir. Aunque hacer eso estaba significando no sentir absolutamente nada, ni siquiera por Skylar. No sentía ni culpa, ni nostalgia, ni amor, ni deseo. No quería nada.
Temía que estaba haciendo lo mismo que hice cuando murió mi hermana. El único mecanismo de defensa que conocía: evitar y alejarme.
¿Skylar se lo merecía? No. Pero no tenía las ganas de ser una persona empática ahora.
Al llegar de regreso a mi casa, los tacos que prometimos que almorzaríamos se fueron al olvido. Skylar se subió a su camioneta y se fue. Se fue sin que yo le diga nada, y creo que eso nos jodió más. Yo siempre le pedía que "me avise al llegar", pero ni siquiera eso pude decirle. Era otra persona. Me fastidiaba ser así con ella.
Por la tarde, en mi soledad, le recibí a papá lo que quedó de mamá en una caja negra. No pude llevarla a mi habitación y la dejé en la sala.
Pasé el resto del día siendo un ogro sin soportarme a mí mismo.
Esa noche soñé con Regina. Mi hermana no decía nada y solo me acariciaba la mejilla. Aunque yo le gritaba que la extrañaba y necesitaba de sus consejos, Gigi solo me miraba con decepción en sus ojos, casi con lástima.
No quería que las mujeres de mi vida me odien. Y definitivamente no quería perder a la última que me quedaba y me quería.
Me levanté con ganas de llorar, pero me las sacudí con una ducha y adornándome de pies a cabeza en un traje marrón elegante. Salí de mi cuarto y pasé por la habitación de mis padres camino a la cocina. Los recuerdos de mamá me invadieron. Suspiré. Necesitaba irme de esta casa cuanto antes.
—¿Qué haces despierto tan temprano? —Papá tuvo que detener a su mano sirviéndose café y revisar su reloj dos veces, sorprendido de que estuviese de pie antes de las ocho de la mañana sin tener que ir a la universidad.
—A arreglar las cosas —contesté tomando un pan de la bolsa sobre la alacena—. Poner orden.
Partí el pan a la mitad con mis manos y le di un mordisco al medio, la parte más suave y esponjosa. Los ojos se me abieron del gusto al sentir el leve dulce.
—¿Qué harás? —quiso saber.
Mastiqué el pan por unos segundos antes de abrir la boca. En el ínterin, le recibí una taza de café, la cual le agradecí con un asentimiento.
—Voy a hablar con el señor Ford —respondí—. Espero trabajar con él en su empresa.
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