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«Quizás estar solo no es tan malo.»

El ruido del despertador hizo acto de presencia a las 7 de la mañana, el adormilado chico se levantó con sumo cuidado de la cama para evitar hacer algún tipo de bulla cosa que no fue capaz de cumplir, su cuerpo estaba adolorido y entre quejidos se levantó directo hacia su armario, donde sacó un conjunto de ropa de un color algo apagado y bastante grande para él, dejó el conjunto en la cama y fue directo al baño, llenó la tina de agua tibia y poco a poco comenzó a hundir su cuerpo en el agua, se quejó cuando las heridas de la noche anterior hicieron contacto con el agua ardiendo bruscamente.

Dejó el dolor de lado y con sumo cuidado se enjabonó y trató de relajarse, después de una dolorosa ducha salió en una bata dispuesto a cambiarse, pero fue interrumpido.

— Muévete no tengo todo el maldito día. —el padre entró a la habitación de su propio hijo y lo miró de una manera demasiada peculiar atrayendo imágenes sucias a su mente sobre su propio hijo.

— Si Appa bajaré en un momento —habló bajito intimidado por la mirada de ¿lujuria? Que le estaba dando y agarró con fuerza la bata tratando de cubrirse.— me darías permiso para cambiarme Appa —temeroso habló.

— Si —fue lo único que salió de la boca del mayor quién le dio una mirada rápida y salió del lugar.

Había sido extraño su padre nunca lo vio de esa manera, despejo su mente y se apresuró a cambiarse con el conjunto que anteriormente había sacado cual constaba de unos pantalones y un buso de rayas cual cubría los hematomas y señas de sus brazos.

Se apresuró a cambiarse, y se peinó encima, se echó un poco de perfume para ocultar un poco su singular olor, agarró sus cosas y bajó apresuradamente al escuchar la bocina del carro sonar insistentemente.

Aseguró la casa y corrió hacia el auto donde su padre lo veía molesto por demorar tanto.

— ¡Te dije que no tenía todo el tiempo!

— Perdón... —Susurró

Mientras se dirigían al establecimiento donde el temeroso omega estudiaba hubo algo que no pudo procesar, su padre había apoyado su mano derecha en la pierna de su hijo quien mismo hacia movimientos suaves y casi impresentables, el pequeño omega tenía miedo de que su padre llegara a otro nivel, al momento que se estacionó frente a la puerta de la institución bajo rápidamente y entró prácticamente corriendo donde no se fijó y chocó con alguien en particular.

— Vaya que tenemos aquí, un omega hermoso e indefenso.

— Yo... lo-lo siento —y trató de esquivarlo, cosa que fue un fracaso.

— No recuerdo haberte ordenado que te vayas.

— Pero tengo clases. —susurró.

— Vendrás conmigo en este instante. —dicho esto, caminó para que el omega lo siguiera, pero este no hizo caso y se quedó en su lugar.

— Que no escuchaste que te dije que vinieras —repitió.

— No... puedo faltar —habló bajito.

— Que vengas ahora —utilizó su voz de mando, hizo caso inmediatamente debido a su naturaleza sumisa, se dirigieron a la parte de atrás del colegio donde practicaban los del equipo de básquet.

Fue brutalmente echado a la pared de los baños, cerró los ojos al sentir el contacto en su piel donde acariciaba su mejilla y bajaba por su cuello.

— Basta...

Esa suplica no fue lo bastante fuerte para ser escuchada por el contrario donde sintió su mano se escabullirse por debajo de su buso y tocaba bruscamente su cuerpo mismo que estaba adolorido, comenzó a llorar cuando recibió un puñetazo haciendo sangrar la esquina de su labio cuando trataba de huir, se mantuvo quieto por un rato y en un descuido de su contrario rasguñó su mejilla y corrió hacia la salida pero fallando otra vez donde fue tomado de sus caderas y aventado a la misma pared pero a diferencia que esta vez estaba enojado y apretaba su cuello cortando el aire del omega que lloraba por la desesperación.

— Que cobarde de tu parte Kyubin atacar a un omega indefenso sabiendo que no podrás ganarle aún alfa como yo.

Y una tercera voz se hizo presente.

Ayúdame park sunghoon. ‹𝟹 Sungsun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora