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Trataba de mantenerme sereno a todo lo que estaba pasando. Había pasado de estar en el cuarto de Jungwon, a estar en el carro de su padre. Prófugo de la justicia, al igual que Suran, quién también estaba allí en el carro en la parte de atrás con el uniforme de enfermera, aquella misma que ya comenzaba a tomar confianza.

Respiraba hondo tratando de calmarse al sentir un ligero dolor en su vientre.

—Tranquilo cariño, ahora todo estará bien. —habló el alfa de edad llevando un traje de quien sabe dónde.— Estás brotando muchas feromonas. —lo miró por un segundo antes de regresar la vista a la carretera.— Amo tu aroma dulce, no la mezcla de olores que cargas ahora. Ya veremos cómo arreglamos ese problema y el del niño.

—¿No podemos hacer que aborte? —comentó la beta.

—No seas estúpida Suran, él ya está en el quinto mes si hacemos eso la vida de mi hijo correría peligro. Lo más seguro es deshacernos del cuándo nazca ¿Verdad hijo?

Sunoo solo negó, negó tratando de concentrarse en captar algo mediante el lazo.— Alfa... —susurró el omega.

La ciudad estaba quedando atrás, los árboles comenzaban a aparecer cada vez más y más, hasta solo ver eso. Suran estaba dormida en la parte de atrás, mientras que la mano del alfa se escabullía para toquetear la pierna del omega.

—Esta vez Sunoo, ni tu alfa vendrá a salvarte, yo me encargaré de que el reciba una lección, y tú y yo estaremos bien, como siempre tuvo que haber sido. —comentó el alfa entrando por un camino de tierra y llegando a una casa en medio de la nada.— Suran, ¡despierta de una puta vez! —la beta despertó.— Lárgate, el resto es tuyo. Tengo que encargarme de... ponerme al día con mi hijo. —Sunoo se estremeció cuando su padre besó su mejilla.

Una vez adentro de la casa rústica, el omega trató de alejarse de su padre poniendo las manos en su vientre abultado para protegerlo. Un instinto de omega, no dudaría en dar pelea si se atreve a hacerle daño.

Su padre sonrió de una manera escalofriante, tomando la cuerda gruesa que se encontraba en una esquina.

—Sunoo, cariño, si te portas bien nada le pasará a tu hijo.

Sunoo lloró en silencio, la marca comenzaba a doler y ya no podía percibir nada por lo aterrorizado que estaba. Sintió que su padre ataba sus manos con fuerza dejando desprotegido su vientre, su padre tanteo un poco el vientre e hizo una mueca de desagrado, tomó un pedazo de tela negra para cubrir los ojos de Sunoo, este se negó y su padre ya harto le dio una bofetada, dejando al omega con la cabeza gacha.

—¡No soportaré ese tipo de comportamiento! No hagas que se termine mi paciencia o tendrás ciertos problemas. —amenazó.

Sunoo lloró con la cabeza gacha y con el filo de su labio sangrando por el golpe.

Fue llevado hasta unas de las habitaciones, bajaron escaleras y el chillar de una puerta vieja zumbo en sus oídos.

—Estarás aquí. Allá delante tuyo esta un colchón. Acostúmbrate a eso, ya no tendrás el mismo trato. —escupió para después cerrar la puerta y echarle candado.

Sunoo caminó despacio tanteando el suelo hasta dar con el colchón que aun llevaba su plástico, se sentó con cuidado. Comenzando a llorar, la marca dolía ya en demasía, se desesperó comenzando a forcejear para tratar de mantener libre sus manos, mas solo se hacía daño.

—¡Alfa! —gritó desesperado— ¡Sunghoon alfa! ¡Alfa! —las lágrimas caían por sus mejillas y la garganta parecía desgarrada por el gritoneo.

Debía tranquilizarse, su alfa en estos momentos debería estar buscándolo junto a los demás, su lobo agachó las orejas en semblante de pánico y temor por lo que estaba pasando.

—Debo... ser fuerte. —se dijo a sí mismo, recostándose en el colchón.— Así por lo menos Sunghoon podrá cuidar de nuestro cachorro.

La noche cayó más rápido que lo esperado, el viejo cuarto lleno de polvo le hostigaba, y se atemorizo más cuando de nuevo la puerta fue abierta, Sunoo se recogió un poco más tratando de alejarse de ese monstruo que tenía como padre.

—Tranquilo, he traído la cena.

Sintió sus manos desatadas para después ser reemplazadas por unas sucias cadenas, que se aseguraron en el pilar que contenía esa habitación. La vista regresó al poco tiempo después.

—Vamos, come. Debes tener fuerza.

Sunoo tragó en seco, quien sabe que le habrá colocado en la comida, tal vez un calmante para hacerlo dormir y...

El omega negó y empujó con sus pies el plato de fideos, haciéndolos salir del plato.— ¡No comeré! No comeré nada de lo que usted me de.

Su padre alternó la vista entre el plato de comida y su hijo. Le sonrió y otro par de golpes se hicieron presente esa noche, más ninguno llegó a topar su vientre.

—¡Maldita zorra! ¡Te quedaras sin comer con lo que reste de la semana! —le gritó al omega que yacía recostado en el mueble sangrando por ligeras partes de su cuerpo.

—Alfa...

—Vamos Sunoo, llama a tu alfa a ver si te salva de esta. —le habló para después cerrar la puerta tras suyo sin salir de la habitación.— ¡Quítate la
ropa! —le ordenó.

Ayúdame park sunghoon. ‹𝟹 Sungsun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora