Razones para enamorarse [Historia Parmiga] ❤️

Capítulo XLV

¿Por qué es tan difícil dejar de amarte, Patrick? No entiendo cómo haces para siempre tocar mi corazón de una manera tan especial y poderosa. Por más que he estado intentando olvidarte, fracaso al darme cuenta que entre más lo hago más te amo y más te quiero recordar. En cada rincón de lo que fue mi casa, había una parte de ti tan intacta e indeleble. Ahora, mi hogar añora tus brazos y tus besos. Quizás estoy siendo la peor ex pareja por extrañar tanto al amor de su vida. En cada película, en cada proyecto, te veo a ti como si nunca te hubieras ido.

Pero tampoco quiero olvidarte. Tampoco quiero que me olvides. Seguramente estarás muy feliz en los brazos de alguien más y no puedo ser egoista al negar tu propia felicidad, pero me hubiese gustado que esa vida la estuvieras compartiendo conmigo. Mientras tú estás con tu mayor encanto, yo estoy viviendo mi peor pesadilla. No me olvides, Patrick. No resistiría saber que aunque lo di todo, me pudiste olvidar tan fácil, como si así lo fuera.

Y sí, esto se había convertido en una prueba para ambos: encontrarnos cada día de Lunes a Viernes en el set y guardarnos las ganas de reírnos o de tenernos cerca. Era difícil suponer y fingir que no nos había dolido la suficiente para pretender no acordarnos de nada. Que después de horas intensas de trabajo cada quien volvía a su vida como perfectos desconocidos, como si nada hubiera pasado. Pensar que el destino nos unió en una fantasia de amor verdadero, donde jugamos a ser amantes cuando en realidad cualquier brote de amor había muerto entre nosotros. A veces no sé cómo explicarlo, pero dejar que el corazón se acostumbre tanto a amar es como permitirle que nos haga daño. Sí que somos masoquistas.

Pudiera decir que hoy me siento más tranquila: es Sábado, estoy en mi casa sin absolutamente nada que hacer. Sola, como todos los días. Admitir que mi vida se estaba volviendo una dependencia al riesgo y la incertidumbre de saber qué pasaría si me permitía enamorarme de nuevo, no sólo era miserable sino también catastrófico pudiendo imaginarme que por muchos años me lo negué. Pero el cansancio físico se siente hoy más fuerte. No recordaba lo que era grabar durante tantas horas y evocar emociones tan auténticas e intensas.

Decidí prepararme el desayuno para después darme un baño. Pensé en leer un libro que tengo empezado, pero decidí perder mi tiempo viendo algunas películas mientras estaba en cama. No había mejor forma de sentirse en paz que esta. Opté por opciones más amigables para mi corazón: algunas películas de ciencia ficción, animadas y un poco de terror pero que no incluyera el nombre de Patrick Wilson. Entre tantas películas me quedé completamente dormida. No sé cómo se le hace para estar consciente, pero estaba claro que mi mente aún podía dilusidar recuerdos que se evocaban con el alma. Aquello que logras recordar con el corazón son los recuerdos que siempre permanecerán en tu memoria porque lograron tocar otras fibras más allá del hecho.

— Amor... — dijo Vera mientras me sentaba en el sofá justo al lado de Patrick.

— ¿Sí, dime? — le esbozó una sonrisa mientras la seguía con la mirada. A penas se sentó, depositó un cándido beso sobre sus labios.

— ¿Alguna vez has pensando en un futuro para los dos?

— ¿Qué clase de futuro?

Sus ojos brillaron en ese momento, su sonrisa se hizo más grande y su voz se escucharía más alegre y emocionada de lo habitual:

— Un futuro donde nosotros dos estemos casados, tengamos mascotas... No, mejor sólo un cachorro. Y... Tengamos un hermoso bebé: una niña, me gustaría que fuera niña — estaba tan emocionada que se levantó del sofá para que su cuerpo pudiera liberar más fácilmente su felicidad—. ¡¿Es que te imaginas?! Tú cargando de nuestra hija, fruto de nuestro amor, diciéndole ”mi amor" o "La Princesa de Papá". Yo viéndolos a ustedes dos a través de la puerta de su cuarto cuando le estés contando cuentos y le des su besito de buenas noches...— se dirigió hacia Patrick nuevamente—. ¡Sería perfecto! Serías el mejor papá del mundo.