Capítulo XLII

130 13 42
                                    

Sin palabras. Así había quedado: con las lágrimas rodando por mis mejillas y con mi mano en mi boca para atenuar los sollozos. Podía sentirlo todo, pero no sabía como decirlo. Me llené de miedo, de dulzura, melancolía y sobre todo mucha esperanza. «Malditas hormonas», pensé. No sabía si este era el momento que tanto estaba esperando que sucediera y, si lo era, me había confrontado muy pronto. Me desesperé: "¿Qué le digo?".

Supe que me estaba demorando más de la cuenta cuando Patrick se levantó del piso y su semblante pasó de estar feliz y enamorado a estar preocupado y con miedo.

—¿Qué sucede? — su voz temblaba un poco—. Me apresuré, ¿verdad?

—No,no,no— negué rápidamente—. Sólo que no sé que decir.

—Mírame a los ojos y ahí sabré la respuesta.

—Patrick, yo...

Despierta. Dijo mi mente.

Durante el transcurso de estos años de mi vida, he tenido que experimentar el lado oscuro del amor. Sí, el amor es abstracto y supone ser mágico. Pero me quitaron todo lo necesario para volver a querer. Miento. Fui yo quien se atrevió a ceder a todo por miedo, por amor, por decepción e incertidumbre.

Me siento totalmente vacía. No hallo razones para darle a mi vida el rumbo que desde un principio pensaba darle. Me dejé arrebata lo que en algún momento me daba oxígeno para vivir. Aquellos brazos que se aferraban a mí con desesperación y ardiente deseo de no soltarme nunca. Las noches en vigilia se han convertido en el escenario perfecto para crear maravillosas historias de terror dignas de una película, donde los protagonistas son mis pesadillas y los recuerdos incesantes de lo que algún día fue nuestro amor. Esos que me hacen despertar de repente, totalmente confundida y las ganas de querer volver a dormir se pierden completamente.

Quizás mi terapeuta no me está dando la medicación necesaria. Quizás estoy intentando luchar contra algo que no está ahí pero su presencia hace reminiscencia tocando cada fibra en mí. No existe ni siquiera la voluntad para comer. Todo eso está perdido, yo estoy perdida. No hay nada más difícil que enamorarse de verdad. Depender del amor, mendigar de él, es quizás la muerte más silenciosa: es tranquila comparadas con otras, pero ruidosa cuando te obliga a hacer cualquier cosa por acabar contigo, y lo peor, es que es una muerte lenta.

Me quitaron todo lo que me hacía ser mujer, y no hablo del arrepentimiento que siento por haberlo dejado ir, hablo del caos que tuve que vivir por alejarlo. Acabar con una vida que no fue deseada. Suena ridículo, lo sé; porque no elegimos nacer. En palabras de Beret "Somos circunstancias que nunca elegimos ser". Pero sacrificar una "vida" por evitar una miseria resulta ser un acto valiente, no inconsciente. Y lo que es el amor, lo que sea que entendamos por ello, no determina la eternidad. Esas cosas no existen. No en mi vida. Luego de sentir que lo perdí todo, vino el miedo e hizo efectiva la cláusula definitiva de la soledad.

Ahora me siento como una bolsa a la deriva del viento. Fue como cuando le quitas su juguete favorito a un niño e intentas llenar ese vacío con otro juguete: sabes que no tiene el mismo valor en su vida como lo fue su primer juguete. En este caso, fue mi primer amor. Mi primer amor de verdad, mi primera ilusión y la primera gran desilusión. Insisto: no hay cosa más banal que depender emocionalmente de alguien que te atañe a nunca soltarlo.

¿Mis sueños? Ya no existen. No reucero la última vez que hice algo para alcanzarlos. He estado trabajando sí, en producciones pequeñas, pero nada de lo que me pueda sentir orgullosa de mí misma. Realmente perdí la motivación para seguir haciéndolo. Todo parece ser inercia, nada más. Es increíble cómo lo que supone ser tan bonito te da el puñal por la espalda dejándote completamente devastada. Por eso las rosas traen espinas y el mar oculta siempre un secreto tras la cortina de su serenidad.

Razones para enamorarse [Historia Parmiga] ❤️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora