Capítulo XXXIII

131 14 33
                                    

Todos estos días que había tenido que ir al teatro caminando desde mi casa, era siempre la misma sensación: me sentía observada por alguien, pero no podía decir con exactitud quién era. Tampoco sabía si era simple paranoia y si lo era, ya no me estaba gustando para nada. Miedo. Eso era lo único que sentía. ¿Qué otra cosas podía sentir si a la vida no le bastaba con quitarme a quien más amo?

Y para colmo, mi madre no dejaba de hacer preguntas: «¿Por qué no ha vuelto Patrick a la casa?», «¿Por qué no los he visto últimamente juntos?», «¿Pelearon?». El interrogatorio no tenía final hasta que mi madre decidía irse a dormir o salía al trabajo a realizar su turno. Lo que ha sido raro es que los padres de Patrick no se han reportado. Creo que suponen que todo está de maravilla y que está conmigo. «Así se supone que debían ser las cosas», dije para mí misma.

Ahora no solo era cuestión de concentrarme en los ensayos porque dentro de unos tres días se presentaría la obra, sino también en que las dudas de mi madre me estaban respirando en la nuca y el nudo en mi garganta ya empezaba a formarse. Quería gritar. Quería llorar. Quería ir a casa.

Luego de horas de ensayo, terminé a eso de las ocho de la noche. La verdad estaba bastante oscuro y tenía miedo de irme sola a casa, además de que mi paranoia de que alguien me estaba siguiendo crecía cada vez más haciéndome pensar que era verdad. Estaba empacando mis cosas cuando uno del elenco, en realidad un extra, se acerca a mí.

—Buenas noches—dijo con simpatía.

Volteé mi mirada hacia él para centrar mi atención.

—Buenas noches— respondí extendiendo mi brazo para corresponder el saludo.

—Eres Vera, ¿verdad?

—Sí, así es.

—¡Vaya! De verdad no puedo creer que te tengo así de cerca. Eres una excelente actriz.

—Gracias. ¿Y tú cómo te llamas? —evadí su comentario.

—¿No sabes quién soy? —negué—. Claro, los nombres de los extras no suenan mucho por estas paredes. Soy Norman Moore. Mucho gusto.

—Mucho gusto, Norman—me limité a decir.

Un corto silencio se apoderó del amplio espacio entre nosotros. Miraba hacia todos los lados buscando evitar su presencia hasta que finalmente habló.

—Como ya estás de salida, quisiera preguntarte si puedo llevarte a casa. Digo, porque ya está tarde— sugirió un tanto nervioso.

Desconfiaba de él, pero algo muy dentro me decía que era un buen hombre y que tenía buenas intenciones. Aunque renegué en mi cabeza, finalmente accedí. Era mi seguridad contra mi desconfianza.

—Te lo agradecería mucho—solté una risa nerviosa.

—Perfecto, entonces vamos.

Me dio paso para que siguiera delante de él. Insisto, esto es demasiado extraño y un poco incómodo, pero sinceramente prefiero esto a tener que permitir que el miedo de caminar sola por la calle me consuma.

Nos dirigimos hacia el frente del teatro y vi estacionada una camioneta negra con los vidrios polarizados. Se me hizo demasiado extraño que alguien como Norman, quien era un simple hombre que tenía un pequeño papel en una obra de teatro local, tuviera una camioneta de tal nivel. Sin embargo, lo pasé por alto. Seguramente era de su padre.

—Sigue— extendió su brazo ofreciéndome entrar a la camioneta en el asiento del copiloto.

Cerró la puerta inmediatamente me subí. «No sé si tomé la decisión correcta, pero ya estoy aquí», pensé. Él se dio vuelta para subir a su asiento y cerró la puerta. Nunca en la vida me había sentido tan incómoda como hasta ahora, pero él también parecía estarlo.

Razones para enamorarse [Historia Parmiga] ❤️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora