Capítulo IX

244 15 0
                                    

No podía quedarme de brazos cruzados esperando que un milagro ocurriera. Desde que atravesé el mundo en un camino de mucha impotencia y desesperación, dejé de tenerle fe a la humanidad. Pero pensaba que, si queremos generar cambios positivos, debemos actuar. En ese momento tenía que luchar contra mi propia cobardía y hacer lo posible por encontrar a Patrick de alguna forma.

Sin embargo, es muy tarde.

Son alrededor de las doce de la noche. La habitación se siente fría, como si fuera un cuarto de congelación. No sé si les ha pasado que cuanto más fría la habitación, su mente pareciera encender la luz de la intensidad. Empiezas a sentir cómo todo dentro de ti se intensifica: la tristeza, la ansiedad, el miedo. Así me sentía, totalmente perdida y desequilibrada. No lograba conciliar el sueño por más que intentara. Me hacía falta Patrick, pero me asustaba más el hecho de que no pudiera encontrarlo.

El insomnio por fin había logrado apoderarse de la noche y hacer que fuera productiva. Me pareció extraño pensar que, aunque estaba consumida por la tristeza y la desesperación, mi mente estaba más lúcida de lo normal. Recordé que recién llegados a esta casa, mis padres habían instalado cámaras de seguridad fuera de esta. Mis padres pensaban que esta ciudad era peligrosa, entonces por razones de seguridad tomaron tal decisión. ¡Vaya idea tan útil!

Involuntariamente, una sonrisa se dibujó en mi rostro, pero se borró rápidamente al darme cuenta de que, aunque tuviera las imágenes de lo que pudo haber ocurrido ese día, no tenía la esperanzas de que dieran con el responsable. Esto iba a ser una carrera contra el tiempo, porque entre más se diera prorroga a la situación, las cosas empeorarían para todos.

Las horas se habían hecho eternas. Realmente no dormí absolutamente. Cuando la tristeza y la desesperación se apoderan de tu mente, tu cuerpo se desconecta y deja de vivir. De estar presente.

Seis de la mañana. Pensaba que iba a ser muy temprano para contactarme con el padre de Patrick, el señor Richard. Decidí llamarlo porque iba a necesitar de su apoyo. A mi mente se cruzó un recuerdo mientras tomaba una ducha: Patrick me había comentado alguna vez que su padre fue policía. Aunque ahora estuviera retirado, seguramente mantenía nexos con compañeros que todavía estuvieran al servicio.

Me vestí rápidamente y tomé mi celular para llamar a Richard. Después de tres timbres contestó:

—Buenos días, Vera— respondió del otro lado de la línea.

—Buenos días, señor Richard— contesté a su saludo—. Qué pena que lo llame a esta hora, pero creo que tengo un plan para encontrar a Patrick— dije mientras tomaba mi bolso y las llaves de la casa. Nuevamente, mi madre se había ido a trabajar.

—Pero ¿cómo va a hacer eso? —preguntó confundido.

—¿Será mucha molestia que yo me dirija a su casa para comentarle? —interrogué.

—No, claro no. Aquí la espero— dijo.

—Muy bien. Nos vemos allá— me limité a decir y colgué.

Mientras me dirigía a la casa de Patrick, claramente no dejaba de pensar en él. Ya empezaba a extrañar sus abrazos, sus bromas y la forma tan suave y delicada que tenía para protegerme. Cada lugar que recorría me recordaba los mágicos vividos con Patrick en cada esquina del vecindario.

Luego de unos diez minutos llegué a la casa de Richard. Toqué la puerta y me dio la bienvenida muy cordialmente. Seguí y me tomé la molestia de sentarme en el sofá.

—Ahora sí, ¿cuál es tu plan? — preguntó Richard cruzado de brazos.

—Bueno— tragué saliva con dificultad—. Ese día Patrick se encontraba en mi casa como usted sabrá— me detuve tras mencionar su nombre—. Bueno, anoche recordé que en mi casa hay cámaras de seguridad en la parte del frente—proseguí—. Podríamos ver las imágenes para salir de dudas de qué fue lo que realmente pasó. Entonces pensé que...

Razones para enamorarse [Historia Parmiga] ❤️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora