Capítulo XXI

180 17 7
                                    

Patrick estaba demorando mucho y me empecé a preocupar más. Intenté llamar a su celular pero no contestaba, al igual que le dejé muchos mensajes pero ninguno respondía. No me preocupaba por el hecho de que estuviera lloviendo, sino porque cuando Patrick dice que no va a demorar cumple con ello. «¿Será que le pasó algo», «¿y si lo volvieron a secuestrar». Los interrogantes parecían voces sedientas de angustia que querían alimentarse de mi preocupación y mi miedo.

No podía permitir que a Patrick le sucediera algo, pero mi cobardía hacia la lluvia me impedía tomar acción de tan siquiera irlo a buscar. Todo se combinó: la incesante lluvia que no tenía vistas de menguar, mi miedo irracional hacia ella junto con el estruendo de los rayos que caían y las voces en mi cabeza. Intenté recostarme nuevamente en la cama, pero la inquietud invadió mi cuerpo de nuevo. No podía quedarme quieta en un solo sitio. Bajé nuevamente y empecé a dar vueltas por todas la casa con teléfono en mano esperando que Patrick se reportara devolviendo alguna llamada y respondiendo algún mensaje.

Esos momentos donde sabes que la vida está perdiendo algún sentido por la importante carencia de algo que pudiera ser simple, lo estaba empezando a sentir. Esa ansiedad, ese miedo. No paraba de llorar pensando que, sin que nunca lo hubiera pedido, ya había dado por perdido a Patrick. Ese momento en donde el estruendo de los rayos y la lluvia no se hace tan potente como lo estruendos del dolor y el llanto silencioso del corazón. Esa impaciencia que te invade y te hace perder la calma. Y nuevamente ese miedo arraigado a la cobardía de un corazón débil, como el mío.

Pasaron unos veinte minutos donde la espera se había hecho eterna y mi cuerpo descompensado por la angustia, cayó rendido contra alguna de las paredes de la casa, elevando las rodillas y abrazándolas, metiendo mi cabeza entre la cesta que se hacía entre ellas y lidiando sola con el temor y el llanto.

La fuerte golpe de la puerta me sobresalta. Decidí dar tiempo hasta que la acción de la puerta al abrirse por completo me diera respuestas a las muchas preguntas que se me cruzaron por el cabeza en ese momento. Cuando esto sucedió, lo vi. Era Patrick, quien estaba un poco mojado, supongo que por algunas gotas de lluvia que le cayeron.

Él me estaba buscando con la mirada, pero en su expresión veía otra cosa. Empero, no tardé muchos segundos para levantarme de donde estaba y correr a abrazarlo:

—¡Patrick! — dije aliviada, pero el mismo tiempo mis lágrimas no dejaban de caer.

—Mi amor— me abrazó con más fuerza—. Perdóname. Perdóname.

—¿Qué te pasó?, ¿por qué llegas hasta ahora? — me alejé de él para verlo a los ojos.

—Nada— volteó su mirada a otro lado—. Solo que casi no conseguía un taxi para venir a casa, ya sabes por la lluvia— encogió los hombros.

—No me mientas— reclamé mientras me secaba las lágrimas con el pulgar de mi mano derecha.

Suspiró.

—Lo cierto es que...—se detuvo y sus lágrimas empezaron a caer—. Perdóname, mi amor— me volvió a abrazar como suplicándome que lo perdona sin condición.

—Amor, ¿qué pasa?

—Perdóname por no haber estado aquí contigo cuando me necesitabas. Perdón por hacerte sufrir, perdón por hacerte llorar. En este momento me siento culpable por no poder darte la seguridad que mereces. Me siento impotente porque pude haber hecho muchas cosas para protegerte, pero perdí el control de muchas cosas a mi alrededor. Quiero cuidarte, pero desconozco las maneras para hacerte sentir segura estando conmigo.

No podía entender porqué era tan específico en la palabra "protección", pero lo que sí sabía era que no podía restarles importancia a sus sentimientos. Sabía que en parte lo decía porque no pudo calmar mi miedo. Pero en ese momento desplacé mis inseguridades para dirigirme a las de él.

Razones para enamorarse [Historia Parmiga] ❤️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora