Capítulo XLI

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Si ustedes quieren saber qué es estar solo, sólo basta con mirar a su alrededor y darse cuenta de las muchas cosas que han cambiado en su vida: Cuando te empieza a faltar tu familia. Cuando yendo hacia casa y saliendo de ella, te abrazas a ti mismo para calentarte mientras la música te acompaña o, en el peor de los casos, cuando tienes que hablar solo con tu mente. Cuando empiezas a mendigar amor y pedir que no te hagan daño. Cuando empiezas a minimizar lo que sientes porque no tienes quien haga valer tus sentimientos. Cuando los sueños y las pesadillas se convierten en compañeros de cuarto y son perfectas haciendo el amor, torturando a veces con deleite y otras con castigo a la mente. Cuando el único abrazo más sincero es el de la almohada que ha recogido sinfín de lágrimas. Cuando poco a poco empiezas a perder el sentido del humor y usas tu sarcasmo para ocultar que de verdad te duele. Cuando tienes que pedir que te quieran o temes por decir la verdad porque no quieres que se vayan de tu vida, pero aunque lo intentes, sabes que no eres tan suficiente para que se queden. Cuando quieres tomarte un café con una persona maravillosa y te das cuenta que estás hablando con tu reflejo en la ventana.

Aunque estar y sentirse solo sea también maravilloso, pesa y tortura cuando te das cuenta que la misma soledad cambió presencias en tu vida. Quedarse con uno mismo a veces es autodestructivo. Y no, no estoy diciendo esto porque de verdad lo esté. Queda más que claro que aquí el que debería llevarse todos los créditos de las cosas buenas que me han pasado, han sido gracias a él. No lo puedo negar y no lo dudaría nunca. Sin embargo, han habido cosas que han cambiado y no sé esta qué punto me permitiré dejar que lo sigan haciendo. Es muy difícil todo esto. Me he alejado y no he sabido cómo volver sin sentirme completamente extraña. Quizás estoy comiendo en grave error, pero no sería el primero en la lista, sinceramente.

Han pasado alrededor de ocho semanas desde la última vez que vi a Patrick. Sí, ya sé que prometimos que haríamos esto juntos, pero no es su culpa. Fue yo quien tomó la decisión de alejarlo y fallé dos veces a mi ética y mis principios: primero alejándolo de mi vida cuando queda claro que quiero tenerlo de por vida en ella y, segundo por haber tomado una decisión por los dos. Y no. No hemos terminado, uno nunca realmente termina lo que desea cuando se está satisfecho porque nunca vamos a estarlo realmente. Y me duele, me duele ser tan estúpida y castigarme diez mil veces por lo mismo: miedo.

No puedo negar que me han hecho falta sus abrazos, sus besos, su consuelo. Pero aunque tengo miedo de regresar y pensar que no me recibirá de la misma manera, también es el miedo de saber qué será de nuestras vidas y definitivamente decido no volver. Patrick no ha dejado de mandarme mensajes, todos los días a cualquier hora. Me ha mantenido al tanto de la situación con Norman. Ya el hombre está preso y se está en proceso de judicialización frente a los demás partícipes no sólo de mi atentado, sino también del de Patrick.

Aun recuerdo ese día en el juzgado. Mis manos sudaban frío y un dolor punzante en el estómago hacían de esto un proceso mucho más difícil. Con el fin de tener evidencias claras, concisas y precisas que pudieran abogar a nuestro favor, el día después de realizar la prueba en cabeza, decidimos que era mejor ir al médico para realizar unas pruebas de sangre. Con la esperanza de que la prueba hecha en casa fuera un falso positivo, lo cierto es que destruyó más cosas en mí al enterarme que era verdad.

Testificar. Era de todo, lo más difícil. Rememorar cada momento y con cada minúsculo detalle fue una tortura china, sin contar los comentarios horribles por parte de Norman quien no dejaba de vociferar que yo era una perra que se acostó con él por deseo. Para nada puede ser más sólido que el testimonio de la misma víctima. Logramos a que Norman se lo llevaran preso por cadena perpetua sumados a otros delitos de índole mayor que cometió. Ganamos, podría decirse. ¿Pero yo qué gané? Antes siento que desde entonces lo he estado perdiendo todo y todo por mi maldito miedo, la maldita cobardía. No pretendo justificarme. No tendría el derecho. Pensé que yo ya había superado eso de sentirme insegura por cualquier cosa que gravitara a mi alrededor.

Razones para enamorarse [Historia Parmiga] ❤️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora