Capítulo XVI

249 20 23
                                    


Contrario de lo que creía en las novelas románticas, mi amor por Patrick era mágico. No nació de una necesidad de llenar una falta de afecto, ni mucho menos las circunstancias de la vida nos obligaron a estar juntos. Fue espontáneo, y eso hizo que la llama del amor se avivara. Confieso que en un principio tenía miedo por estar así de cerca a Patrick y empezar a verlo como un hombre, pero traía una mística para darme seguridad Y confianza, algo completamente indescriptible.

Los días habían pasado como minutos. Estar con Patrick era como viajar al espacio y olvidar que en algún momento llegaste a tener 18 años. Ya éramos todos unos adultos, pero seguíamos actuando como dos adolescentes que nunca dejaban de enamorarse el uno por el otro.

Y fue precisamente la magia de nuestro amor la que sanó heridas de mi pasado. Nunca en mis veintidós años de vida me había atrevido, por voluntad propia, a asistir a un psicólogo. No porque pensara que los psicólogos eran sólo para gente loca. Esa idea presuntuosa debía erradicarse para evitar generar tanto estigma en la salud mental. Las casi constantes noches, luego del incidente de Patrick, de insomnio, desesperación y miedo, nos obligaron a superar los obstáculos juntos. El consumo desmandado e irracional de hipnóticos debía tratarse con mucho detenimiento.

Me detuve a mirar hacia atrás, hacia mi pasado. Me di cuenta de que estaba acabando con mi vida poco a poco. La tristeza penetra en tu cuerpo y actúa como una necrosis: hace que todo dentro de ti se muera lentamente y las llagas se muestren sin filtros.

Pero mi voluntad de hacer las cosas bien por mí no sólo merecía mi crédito de mantener mi dignidad, sino también el apoyo incondicional de Patrick que siempre estuvo presente en cada momento. Que siempre lo ha estado desde el día que decidimos unir nuestras vidas para siempre. Es gracias a él que hoy puedo sentirme con la libertad de expresar lo que siento. Comunicar lo que sientes y lo que percibes ayuda a detectar fisuras en tu entorno y con ello a tomar decisiones que busquen enmendarlas. Esa ha sido la gran lección que he aprendido durante estos últimos años.

Esa reconexión conmigo misma ha construido en mi un lugar de paz. Aunque a veces discuta con Patrick, cosa que es normal, siempre hallamos una sana solución a nuestros conflictos. No ha sido fácil porque como dije aun actuamos como adolescentes. Pero hemos buscado la forma de crecer juntos como pareja. Poder dar el cien por ciento para el otro y el cien por ciento para nosotros mismos.

El día en que le confesamos a nuestros padres que estábamos juntos parecía una fiesta. Todos celebraron nuestro amor como algo verdadero e incondicional. Su apoyo como familia ha sido indispensable. Sin embargo, por mi parte mi madre está presionándome un poco por dar el siguiente paso. Creo que ella es la más emocionada. Pero Patrick y yo habíamos hablado de ello y dijimos que todo a su tiempo.

Estábamos en medio de un largo y arduo proceso de culminación de estudios en la universidad, y tal como lo habíamos soñado ambos teníamos el deseo de convertirnos en excelentes actores. No veíamos la hora en que los dos pudiéramos trabajar en un proyecto juntos e incursionar en este mundo siempre apoyándonos mutuamente. Precisamente por ello habíamos decidido no darnos prisa, además porque pensábamos que el amor era aun más mágico cuando dejabas que todo en el interior y en el exterior fluyera a su tiempo.

Mi vida había tomado otro camino. Ya no vivía con miedo del mundo, sólo con el miedo de perder a Patrick. Ya no sobrevivía siendo atacada por el insomnio, sino que como había prometido esa noche velaba por sus sueños, nuestros sueños.

Si no me había atrevido a hacerlo antes, al estar con alguien de verdad, es porque quizás la vida me estaba deteniendo y suplicándome paciencia para que llegara él.

Razones para enamorarse [Historia Parmiga] ❤️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora