Prólogo

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Anya

¿Alguna vez pensaron que su vida se desmoronaba? Yo no, hasta hace un mes. Todo era color de rosas para mí, estaba a punto de recibirme de ingeniera informática con un máster en delitos cibernéticos. Era muy buena en mi trabajo, nada se me pasaba. Podía hackear lo que fuera, también era experta en montaje de imagen y vídeo. Hacía que algo que no era real lo pareciera. Pasaba horas imaginando escenas, creando un mundo de ilusión donde yo era la protagonista.

Tal vez piensen que soy una niña que no tiene los pies en la tierra, pero la verdad es que soy muy tímida. Me cuesta relacionarme con los demás, es por eso que nunca he tenido una pareja formal. No he pasado de primera base... no es que me arrepienta, pero en estos momentos hubiera deseado ser más desinhibida como mis hermanas y tener experiencia en el sexo.

En unos meses me casaré con un hombre al que no conozco. Mi tío fue quien cerró un pacto entre la Bratva y la Sacra. La condición fue que el único hijo del jefe de la mafia italiana se casara con la hija soltera de la mafia rusa y esa lamentablemente soy yo. De esa manera se hace efectivo el acuerdo y dos de las más grandes mafias del mundo quedarán unidas por sangre. Mi padre dió su consentimiento encantado, mientras yo no hago más que llorar e implorar que por favor me excusen de este pacto sin sentido.

Mi destino está sellado, a no ser que pase un milagro; el día de mi cumpleaños número 23 vendrá mi supuesto novio a entregarme el anillo de bodas y fijar la fecha de la misma. Esa que será mi prisión al lado de un hombre que no amo, del que no sé si podré enamorarme, si tiene 5, 10, 15 o 20 años más que yo y lo que es peor si me tratará como su mujer o me hará la vida a cuadros.

Ya no tengo lágrimas, he dejado de comer, no quiero ir a la universidad, me encierro en la sala de música a tocar el piano y cantar canciones deprimentes mientras espero el día de mi encarcelamiento.

Patrick

A mis 29 años la vida me sonreía. Lograba lo que me proponía, estaba a punto de conseguir lo que tanto he deseado... ser el capo de la mafia italiana. Mi padre se retiraría y me dejaría a cargo.

Solo no conté con el pequeño detalle del pacto que hizo con Gustav Dmitriev, el mejor sicario ruso que exista, nadie lo iguala. El acuerdo es que debo casarme con la hija menor del clan Dmitriev y eso no está en mis planes. Este error de cálculo lo arreglaré antes de lo que canta un gallo.

La obsesión de Fiorella Di Giovanni con Nikolay Dmitriev junto con un amigo de mi padre que quería hundirlo, fue lo que me llevó a esta situación con la que no contaba. Siempre tengo todo bajo control y aunque mi nueva situación es una piedra en el camino, me la sacaré cuanto antes.

No he llegado a donde estoy por dejarme vencer; y no urdí un plan perfecto para que ahora se vaya todo al traste.

Porque sí, yo fui el que con vigilancia logré que mi hermana se embarazara del cabeza de la Bratva, nada impediría mi ascenso y por supuesto no perdería mi libertad. Ahora menos que nunca.

Si mi padre piensa que logrará su objetivo de casarme con esa niñata, está muy equivocado. Ailín ocupará mi lugar; a fin de cuentas cuando Nikolay se entere que lleva a su hijo en el vientre, la obligará a ser su mujer, quedando sellado el pacto. Ya no será necesario mi matrimonio.

Mi corazón solo le ha pertenecido a una mujer... Laura..., ella debería haber sido mi esposa, la madre de todos mis hijos. Pero no contamos con que su familia se opusiera a nuestra unión. Nunca me dijo que provenía de la mafia Armenia y que desde pequeña estaba prometida en matrimonio.

Ellos me la quitaron y yo me vengué. Nadie sabe lo que pasó realmente y ese secreto me lo llevaré a la tumba, pero, casarme con alguien a quien no amo, ni amaré en la vida... ¡Jamás! Como sea; mi hermana debe ocupar mi lugar, porque de lo contrario mi querida esposa deseará estar muerta antes que conmigo.


Desvelando tus secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora