Capítulo 13 - Vergüenza

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Anya

Las máquinas comienzan a pitar y me desespero, no entiendo qué ha pasado cuando todo estaba tan bien.

Me sacan de la habitación mientras veo correr a médicos y enfermeras. Comienzo a temblar incontrolablemente, no puedo creer que este sea el final.

Intento contener mi llanto, debo ser fuerte, no puedo derrumbarme. Un médico se acerca a mí para hablarme.

—¿Qué pasó ahí adentro señora?, ¿qué hizo? —Sus palabras me aturden y ofenden.

—¡No estará insinuando que quise matar a mi marido, ¿verdad doctor?! —lo miro con odio.

—Perdón por expresarme mal, no fue mi intención. Su esposo milagrosamente ha salido del coma profundo, parece que está reaccionando y si todo va según los pronósticos médicos —hace una pausa—,

»es cuestión de semanas para que despierte —mis lágrimas caen sin parar mientras proceso la información.

—¿Está diciéndome la verdad doctor, no me está engañando? —asiente con la cabeza sonriendo—. Pero me habéis dicho que sus posibilidades eran casi nulas... —necesito que me pellizquen para saber que no estoy soñando.

—Lo eran, pero algo lo ha hecho reaccionar. No sabemos el qué, pero ha pasado. Se ha aferrado a la vida —dice asombrado.

—Es muy obvio señores..., la presencia y palabras de amor de su mujer han obrado el milagro —dice Andrea impasible mientras lo miro perpleja y roja como un tomate al darme cuenta que escuchó mi confesión.

—Pues debería haberla llamado antes señor Andrea; nos hubiésemos ahorrado dos semanas de angustia —comenta el médico con sorna—, le hemos quitado la respiración asistida.

»Pero, dejamos la máscara de oxígeno hasta estar seguros que sus pulmones trabajan por sí solos al cien por ciento —en estos momentos me embarga una gran paz.

—¿Tendrá secuelas? —el doctor sonríe—. Cuando despierte si hace la recuperación y rehabilitación como se le indica no tendrá de qué preocuparse.

»El proceso será lento, pero tendrán de él para rato —culmina diciendo y suspiro aliviada dando gracias a Dios por no llevárselo.

Las horas pasan rápidamente. Sin darnos cuenta ya estamos en Italia.

Suben a Patrick a mi recámara y lo colocan suavemente en la cama. El neurólogo me dijo que no hay daños cerebrales, que cuando su cuerpo se sienta preparado y lo bastante curado se despertará.

Vendrá a chequearlo en dos días para quitarle la mascarilla, ya que la saturación la tiene en 97, y así sus pulmones se van acostumbrando poco a poco a respirar sin ayuda acelerando el proceso de sanación.

Mi suegro está en casa, ha venido corriendo al enterarse de lo sucedido para saber los pormenores de lo ocurrido.

—Ha tenido mucha suerte esta vez; puede que de la siguiente no lo logre. Desde la muerte de Laura ya nada ha sido igual para él, no le importa su vida.

»Cada vez se arriesga más sin calcular daños y en algún momento eso le pasará factura. Lo que ha ocurrido es un aviso, pero si sigue así lo perderemos —no entiendo a lo que se refiere.

—Bruno, todos me hablan de la tal Laura, pero no sé quién es. ¿Por ella Patrick se ha convertido en este ser frío sin escrúpulos que se arriesga sin importarle su existencia? No me mire así por favor, necesito saber a qué atenerme —suspira negando.

—Hay cosas que solo a él le corresponde decirte. Las otras deberás averiguarlas por ti misma; mi hijo esconde secretos. Por años investigué pero no obtuve respuesta, solo sé que alguno lo llevará a la muerte y eso me está carcomiendo el alma.

»Ya no sé qué hacer ni cómo ayudarlo. Espero que seas ese ancla que necesita y puedas salvarlo antes de que sea demasiado tarde y lo perdamos definitivamente —sus palabras se clavan en mi pecho como una punzada afilada.

—Le juro que desvelaré los secretos de mi esposo. Nadie sabe mis alcances y utilizaré los medios necesarios para llegar al fondo de todo —su mirada de amor me enternece, me besa en la frente y luego a su hijo.

—Debo viajar a Rusia, me enteré que Ailín va a tener gemelas, esa niña parece que no pierde el tiempo y hace todo a lo grande —me río a carcajadas.

—Hablando de eso..., ¿cómo están las cosas con ella? —agacha la cabeza con la mirada perdida y triste.

—Pues por eso viajamos, aunque tenga que arrodillarme suplicando delante del Kremlin, lo haré encantado si así obtengo su perdón. Nunca quise hacerle daño y que pensara que no la amábamos lo suficiente.

»Quisimos alejarla de este mundo para que no tuviera tu destino. Pero, la vida se empeñó en demostrar que nos habíamos equivocado y ahora lo estamos pagando con creces —me apena su dolor.

—Ailín es una gran mujer, es muy bondadosa, su corazón no es capaz de albergar rencor aunque haga ver otra cosa. Los perdonará, verá que junto a Antonella podrán disfrutar de todos los nietos que tienen —su mirada se ilumina.

—¿De verdad lo crees? —sonrío antes de contestarle.

—Por supuesto que sí, mi cuñada es la mejor y no permitirá que sus hijos crezcan sin conocer a sus abuelos, no se preocupe —me abraza con fuerza antes de irse con una sonrisa gigante.

******

Voy a ducharme para relajarme, estoy agotada. Entre la casa, los negocios de la mafia, el trabajo en el Club y cuidar de Patrick, no he tenido un momento para mí.

Me duele cada célula del cuerpo, hace un mes que duermo 3 horas diarias y me está pasando factura. Aunque eso no es lo peor que he llevado, sino el duchar a mi esposo.

La primera vez que lo vi desnudo casi sufro un infarto fulminante. Sé que os reiréis pero es la verdad.

De esto hace 4 días, ya que todo este tiempo han venido enfermeras a ocuparse de su aseo diario, pero luego de hacerle unos estudios, el doctor dijo que debería despertar en unos días.

Por eso le quitó la sonda para que no cogiera una infección urinaria y para que su cuerpo tomara lentamente el control de su vejiga y esfínter.

Me dijo que si quería podría encargarse de él una especialista para así yo no tener trabajo, pero me negué. Así que aquí estoy: cambiando sábanas dos veces al día y manteniendo su cuerpo limpiecito.

Nunca había visto un hombre desnudo a no ser mis sobrinos, y ellos tienen todo chiquito..., pero este hombre no es normal; en el estado en el que se encuentra y tiene un cuerpo para sacar el hipo, no os miento.

El tocarlo fue y es la gloria; al principio no me animaba mucho, lo hacía de manera torpe... Hasta se me cayó la esponja por no querer mirar. Pero, eso no fue lo peor, sino cuando tuve que quitarle su ropa interior...

«¡Jesucristo bendito! Si así es dormida..., no quiero saber cómo será cuando despierte».

Pues al final sí he sabido como es despierta... Hoy a la mañana lo estaba higienizando, no sé si me emocioné al pasar la esponja o cuando corrí el prepucio para limpiar debajo que; ¡comenzó a cobrar vida y casi me desmayo!

Me quedé mirando embobada su aparato que no se parece al de mis sobrinos. ¡Joder, para nada! ¡Lo que tiene Patrick es..., como decirlo..., no una serpiente de campo, claro que no..., tiene una pitón!

No es que sepa mucho de este tema y medidas, y obviamente mis sobrinos no son una buena comparación al tener un añito y poco, pero, os juro que lo de mi marido es obsceno, eso seguro.

Salgo del baño desnuda, ruborizada por mis recuerdos cuando escucho un gemido que me asusta y corro a la cama para ver si Patrick se encuentra bien. Me mira y dice...

"Sicuramente vuoi uccidermi ragazza" (Definitivamente quieres matarme chiquilla) —miro mi cuerpo y solo puedo pensar "mierda, no otra vez".


Desvelando tus secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora