Capítulo 48 - Después del final... Un nuevo comienzo

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Patrick

Estoy en shock, a mi cerebro le cuesta procesar las palabras de Anya. No puedo escuchar lo que ocurre a mi alrededor, mi cabeza gira y mi corazón bombea más sangre de la que debería y siento que voy a colapsar.

Doy dos pasos hacia atrás intentando asimilar lo que está pasando, pero me cuesta respirar. Mis oídos no dejan de zumbar, haciendo que un mareo inmenso se apodere de mí y que mi piel sude y tenga escalofríos.

La temperatura de mi cuerpo ha bajado demasiado, mis manos se han convertido en témpanos de hielo, pero en un abrir y cerrar de ojos todo cambia, en mi pecho explotan las emociones retenidas porque voy a ser padre junto con las imágenes de los golpes de Laura que podían haber sido mortales para Anya.

—¡Patrick, Patrick! —llevan rato gritando, pero no entiendo lo que dicen.

Enfoco mis ojos para ver a la gente que está en ese sótano y sin poder contenerme le grito a mi mujer.

—¡¡Estás loca o qué te pasa!! ¡¡¿Sigues sin medir las consecuencias de tus actos Anya?!! ¡¡Cómo se te ocurre siquiera estar aquí en tu estado!! ¡¡¿O es que no quieres a tu hijo?!! —ella me mira y se abraza a su hermano llorando.

—Patrick... —dice Nikolay de forma amenazante para que me calme.

—¡Patrick nada, Nikolay. Si fuese el caso al revés y mi hermana fuera la que se ha expuesto por demostrar no sé qué mierda, ¿estarías tan tranquilo?! —espeto lleno de rabia y frustración.

—Puede que tengas razón, pero en este momento, deberías ser comprensivo y dejar los reclamos para después de que la vea el médico. Tiene un corte que se ha de curar, además de saber si el bebé está bien —¡mierda! Por dejar fluir mi enfado no me fijé en que también estoy siendo imprudente al gritarle alterándola más de lo que ya está.

—Doctor, ¿por favor, puede revisar a mi mujer y curarle la herida de su antebrazo? —digo más calmado al sanitario que tenemos bajo nómina.

—Sí, señor. Señora, por favor, acompáñeme a una habitación más adecuada —dice y salen del lugar.

—Hermanita, creo que no necesito decirte lo que quiero ni cómo lo quiero. Solo no la mates, eso es un gusto que quiero darme en persona... Además, creo que lo merezco después de asesinar sin compasión en el nombre de un amor que nunca existió —me giro y camino despacio intentando calmarme.

—Tranquilo, ve con mi cuñada y no seas demasiado duro con ella. Sabes que todo lo hace por amor —levanto una mano para que vea que la escuché y salgo sin contestar.

Al llegar a la recámara principal, el médico ya ha vendado el brazo de Anya y me dice que el corte no era muy profundo por lo que le colocó puntos de sutura adhesivos que debe cambiar cada dos días.

—Señor, si me permite ir hasta mi coche, tengo un ecógrafo portátil que me dejará ver el estado de su mujer e hijo —dice y asiento.

Cuando sale, Anya intenta levantarse y no se lo permito.

—Lo siento, por favor Patrick, no fue mi intención ponerme en peligro. Aunque no tenga justificación, en mi defensa tengo para decir que creí que estaba bien atada y que por golpearla no me pasaría nada —sé que tiene razón, pero igualmente estoy furioso.

—¿Desde cuándo lo sabes? —pregunto.

—Desde hace tres días, Ailín llevaba semanas diciéndome que me hiciera un test porque creía que mis estados de ánimo cambiantes, aunado a mis reglas casi inexistentes... eran el preludio de un embarazo —dice y mi cabreo sube de nivel.

Desvelando tus secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora