Capítulo 32 - Visita inesperada

8.1K 353 11
                                    

Anya

Abro los ojos y una sonrisa radiante se apodera de mi rostro, quiero gritar de alegría porque me siento inmensamente feliz. Mi intimidad aún no se acostumbra a su pitón, creo que nunca lo hará; no es que me importe demasiado, con el simple hecho de que no me duela al andar me doy por satisfecha.

Ruedo en la cama al sentir que el calor que me arropa en la noche no está. Veo una nota con una rosa azul en la almohada, la cojo llevándola a mis labios y acaricio con los pétalos el contorno de estos. Tomo aire y respiro profundo antes de leer las líneas escritas de puño y letra de mi esposo.

Piccola:

Espero que hayas descansado tan bien como yo. Mirarte dormir es una de las cosas más maravillosas que me han pasado, por eso no quise despertarte y perturbar tus sueños.

He tenido que salir a una entrega con Besnik, me pidió refuerzos para controlar a unos insurgentes que quieren robarle terreno y no podía negarme.

Llegaré lo más pronto posible; si quieres ir con Piero a buscar informes de colegios; Matteo y un equipo están a tu disposición.

Te amo, señora Graffagnino.

Patrick

Luego de leer la nota me tumbo presionando el papel en mi pecho, estoy embobada por las demostraciones de cariño de mi tormento. Cuando me voy a incorporar para ir al lavabo, la puerta se abre de golpe y un pequeño clon de mi hombre entra corriendo y salta encima mío.

—¡Mami, ya despertaste! —dice y se abraza con fuerza a mi cuello.

—Sí, mi niño hermoso. Antes que nada, necesito que te gires boca abajo y tapes tus ojitos para que mami se pueda vestir —le digo y me mira asombrado.

—¿Por qué no puedo mirar?, mi papá lo hace —me sonrojo por sus palabras.

—Tu papá es mi esposo y entre las personas casadas la dinámica es diferente, no hay vergüenza y se pueden ver desnudos mientras se están cambiando —levanta una ceja antes de volver a hablar.

—¿Entonces conmigo tienes vergüenza?, porque a mí no me importa que me veas mientras me ducho y me cambio —La conversación se está poniendo intensa.

—No es eso mi vida, tú como eres pequeño, aún necesitas que te ayudemos en el baño, en un tiempo no será necesaria nuestra presencia y podrás hacerlo solo teniendo tu intimidad. Con los adultos es diferente, ya lo entenderás cuando te cases —voy a matar a Patrick por obligarme a dormir desnuda.

—Sigo sin entender por qué es diferente y no puedo ver cuando te cambias... —creo que deberé pedir un curso de respuestas satisfactorias para niños.

—Para que lo entiendas cariño, los papás se pueden ver desnudos porque así hacen los bebés... —«¡Mierda Anya!, no se te podía haber ocurrido otra cosa que decirle al crío», pienso.

—¿Entonces si me ven desnudo puedo tener un bebé? —pregunta muy serio mi hombrecito.

—No mi niño, eres muy pequeño para tener bebés, eso solo les pasa a los papás que están casados —comienzo a sudar de los nervios que me produce esta charla.

—¿Y si no están casados no pueden tener un bebé? —«¡Jesucristo bendito, que alguien me ayude!», pienso mientras mi mente va a mil por hora para ver cómo salgo de este lío.

—En realidad luego que cumples cierta edad, da igual si estás casado o no..., puedes tener un bebé —comento rogando a todos los santos para que mi niño aparque este tema.

Desvelando tus secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora