Capítulo 18 - Confesiones

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Patrick

Por fin he acabado de organizar los embarques pendientes. Tendré que viajar en dos días para una entrega importante en Alemania; en otras circunstancias estaría feliz, pero ahora no quiero dejar a mi chiquilla.

Hemos avanzado bastante, le he contado cosas de mi pasado aunque no todo. Hay cosas de las que aún no puedo hablar y menos con ella, debo resolverlas antes de que la bomba estalle.

Por otro lado, he tenido unas llamadas extrañas de un número desconocido que no me gustan para nada.

Voy camino de la sala de música para ver a mi esposa, ahora cuando lo pienso no me produce repelús, al contrario, me embarga una posesividad infinita de poseerla y encerrarla para que nadie la vaya a dañar.

Sé que estoy enfermo, pero cada vez que la tengo cerca no puedo dejar de besarla, me consume un ansia que jamás había sentido. Reconozco que me asusta bastante mi comportamiento, desde Laura he sido un sádico en todo sentido.

Gianna fue la única que soportó mis perversiones, los golpes, el dolor que infringía en su cuerpo, y las heridas que le hacía cada vez que la tomaba para lograr saciarme.

Tal vez no me entiendan, pero después de Laura solamente el dolor de otra persona ha calmado mi apetito, solo así podía llegar a la cúspide del placer estando con una mujer; sin embargo con Anya es diferente.

No cruza siquiera por mi mente herirla, dañar esa piel sedosa sería un sacrilegio y menos al ver la respuesta de mi cuerpo al de ella.

Parezco un adolescente en celo, quiero tocarla todo el tiempo, besarla, marcarla con mi esencia, deseo que huela solo a mí. Cada día estoy peor, la necesito como el aire para respirar y eso me asusta.

Veo como cierra el piano que toca de maravilla, haciéndome desear ser esas teclas para recibir sus caricias y atenciones.

Todo en ella me descontrola, jamás creí que podría sentirme de esta manera; con Anya se triplica lo que sentí anteriormente haciéndome entrar en pánico sabiendo la guerra que se aproxima.

Por eso, he decidido enviarla a Rusia con mi hermana, allí estará a salvo. Conociendo a Nikolay y mi suegro no la dejarán ni a sol ni sombra.

La miro obnubilado mientras ella se para pensativa mirando el ventanal, la llamo varias veces pero no responde.

Decido sacarla de sus cavilaciones acercándome para abrazarla por la espalda.

Pega un brinco cuando le hablo al oído y sin poder resistirme comienzo a besar su cuello acariciando de arriba a abajo sus brazos.

El estremecimiento en su cuerpo solo hace que mi miembro muy despierto lo haga más, provocando un dolor punzante que me lleva todas las noches a desahogarme como un quinceañero bajo la ducha.

Sus vellos erizados y el giro de su cuello dándome más acceso consigue que incremente mi asedio, pero para cuando quiero darme cuenta todo sucede deprisa.

Verla hincada en sumisión explorando temblorosa mi cuerpo es más de lo que podía soportar. Ni en mis más jodidas fantasías veía esta imagen que está acabando literalmente con mi cordura y autocontrol.

Para ser un sádico y hombre experimentado, esta chiquilla me pone a prueba doblegando mi voluntad como quiere. Ajusto el movimiento de su mano posando la mía sobre la de ella para enseñarle, luego cojo su cabeza para que aprenda el ritmo que debe seguir.

No necesita que le muestre nada más porque es una alumna rápida y tiene muy buena imaginación. El verla mirarme con esos ojos azules sin cortar contacto mientras lame y engulle todo de mí, me eleva cada vez más al infinito.

Desvelando tus secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora