Capítulo 16 - Celos

11K 571 7
                                    

Patrick

—¡¡¡Pero qué cojones...!!! —es lo que grito al ver a Anya en un vestido que deja poco a la imaginación cantando y siendo el delirio de todos estos hombres.

—Esta mujer me trae loco, quiero que sea mía. He intentado acercarme pero tiene demasiada seguridad —dice uno.

—¡Suerte con eso! Yo me colé a su camerino y casi acabo con una bala en la cabeza —comenta otro.

—Es prácticamente inalcanzable, tiene un séquito de hombres velando que nadie se aproxime —afirma otro.

—Debe ser alguien importante entonces. Esa muñeca es todo un reto y a mí me encantan —no aguanto ni un comentario más.

—¡¡Mucho cuidado con meterse con ella!! —espeto furioso.

—Tranquilo fiera, aquí estamos todos en la misma, queriendo conseguir el premio —habla mi socio de la Cosa Nostra relamiéndose los labios y me dan ganas de molerlo a golpes.

—¡Pues fíjate que no, porque es de mi mujer de la que estáis hablando y no voy a permitir ninguna falta de respeto hacia ella! —tengo la mano en mi arma dispuesto a acabarlos a todos cuando Andrea presiona mi hombro haciéndome reaccionar.

—¡Debe ser una jodida broma! ¿De verdad te comes ese bombón? —estoy por enviar todo a la mierda.

—¡Más respeto hacia mi señora! —inquiere rudamente Andrea.

—Perdón Patrick, es que no sabíamos que tu mujer fuera una belleza angelical. Ahora entendemos el por qué de tanta seguridad, ¿verdad chicos? —todos asienten—. Yo que tú la tenía encerrada en casa, para que nadie se deleite con su belleza —sonríen asintiendo y estoy pensando seriamente en sus palabras.

Seguimos con la reunión y al finalizar voy hacia donde se encuentra Anya. Todavía no sé cómo pude aguantar las ganas de sacarla a rastras de ese escenario. Llevaba puesto un vestido color mostaza que le quedaba pegado como un guante marcando todo su hermoso cuerpo.

Estaba cogido por un hombro solamente, debajo de uno de sus pechos tenía una abertura en zigzag que dejaba su abdomen al aire. Atrás era igual, con la diferencia de que el escote le llegaba donde acaba la espalda y comienza su trasero respingón, haciendo delirar hasta a los dioses. La falda tenía una abertura en su pierna izquierda dejándola al aire haciéndote desear acariciarla.

Toda ella me tenía tan excitado que apenas soportaba el dolor en mi parte baja. Definitivamente esta mujer me sacará canas verdes y me matará poco a poco.

Canta como los dioses y toca el piano de una manera exquisita, pero lo que no soporto es como se la comen con la mirada, como quieren poseerla.

Eso provoca muchas emociones encontradas ya que con Laura nunca sentí celos de nadie, por el contrario, me gustaba que la miraran, porque era solo mía. Pero, con la chiquilla es diferente, no quiero que nadie la mire, definitivamente se acabó venir aquí tres veces en semana.

Unos hombres me detienen llegando a su camerino y saco mi arma, no estoy para pendejadas luego de aguantar a los babosos de mis socios.

Andrea reduce a tres mientras hago lo propio y le exijo al que está apuntándome que me deje pasar para hablar con mi esposa.

Entre todo el revuelo aparece el que faltaba...

—Buenas noches Patrick, ¿qué se te ofrece? —La superioridad con la que habla me fastidia.

—Gian..., veo que mi cuñado aún no te mata —sonrío con sorna—. ¡Vine por mi esposa y estos monos no me permiten el paso! —subo la voz y guardo el arma ya que no es necesario que corra sangre.

Desvelando tus secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora