Capítulo 7 - Confundido

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Patrick

Pasaron dos semanas en donde estuve muy ocupado ya que teníamos la gala en que sería presentado como el sucesor de papá y el jefe de la Sacra. Hoy sería ese día y por eso no había tenido tiempo de pasarme por el club para hablar con Gianna.

Lo haría cuando acabara toda esta locura. Le dejaría las cosas claras, también le prohibiría acercarse a la casa. Pero como las cosas nunca son como las queremos, empezaron los problemas cuando ella se presenta en la Villa y me coge desprevenido.

—Señor —golpean la puerta de mi despacho.

—Dime, Matteo —me mira dudoso antes de hablar.

—En la puerta está la señorita de la otra vez, esa tal Gianna —suspiro profundo porque solo esto me faltaba.

—Hazla pasar, por favor —tendré que zanjar el asunto ahora.

—¡Hola mi amor! —me dice al entrar acercándose a mí.

—¿Qué haces en mi casa?, ¿cómo conseguiste mi dirección? —hace un puchero.

—La última vez que nos vimos fue raro y luego no supe nada de ti, no me cogías el teléfono. Hace dos meses que estás desaparecido. Vine hace dos semanas y me enteré que te casaste... ¿Por qué no me dijiste? —detesto que una mujer me reclame por cosas que no son de su incumbencia.

—Primero, tú y yo no tenemos nada. Segundo, no tengo porqué darte explicaciones de mi vida, y tercero, solo follamos cuando voy al club —está rabiosa, pero logra contenerse.

—Cariño no te pongas así —comienza a acariciar mi polla que no tarda en reaccionar—. Hace 3 años que somos exclusivos —se arrodilla abriendo la cremallera de mi pantalón, y con una mano libera mi miembro.

—Sabes que eso no es cierto. Que sea tu favorito no significa que tengas derecho sobre mí. Además, no te creas que eres la única a quien follo, así como yo no soy el único con el que lo haces..., conozco a algunos de tus clientes vip —sigue masturbándome, introduce mi pene lentamente en su boca, envolviendo mi glande.

Es una experta y sabe lo que hace, pero, hay algo en mí que ha cambiado, ya no me siento excitado con ella como antes.

Está haciendo su mejor trabajo...: lame, succiona, acaricia mis testículos, introduce mi falo hasta lo más profundo presionando con sus labios dándome un exquisito placer.

Lleva un buen rato faenando pero no logra su cometido, me hace falta algo y no sé el qué.

Luego de mucho tiempo sin resultados, desconecto y a mi mente llega la imagen de hace dos meses de Anya, desnuda al salir del lavabo, parada frente a mí, hablando como si nada importara.

Cojo su cabeza y comienzo a follarla duro, llego tan al fondo para que me haga una garganta profunda.

Es muy buena, no se queja, está acostumbrada a mi brusquedad y gustos raros; no en vano tiene tanta fama y clientes que la reclaman; es la única que lo hace en el club cobrando un plus por ello.

Mientras, yo sigo perdido en el placer de pensar que es mi chiquilla quien está de rodillas. No puede ser que piense eso, pero es imposible evitarlo. Sigo arremetiendo adentro y afuera hasta que me corro de manera magistral en su boca. Ella traga y lame mi falo sin dejar nada de mis fluidos a la vista.

Se levanta y comienza a desvestirse.

—¿Qué haces? —la miro serio.

—¿Qué crees? Quiero que me folles Patrick, hace mucho que no te siento y te necesito —acaricia mi cara y me besa.

—Lo que ha pasado hoy, no volverá a suceder. Ya no estoy disponible —sus ojos se cristalizan.

—Creí que lo nuestro era especial. Además puedes divorciarte —esto será más difícil de lo que creí.

—En la mafia solo la muerte separa un matrimonio. No existe el divorcio; te voy a pedir que por favor no vuelvas a mi casa. Sabes que lo nuestro era follar y nada más, no cometas un error del que te puedes arrepentir. Solucionado el problema..., tengo trabajo atrasado, así que retírate —aprieta los dientes.

—¿Podrías al menos acompañarme a la puerta? Como despedida por lo que hubo —suspiro cansado y me levanto sin darme cuenta que no tengo bien arreglada la ropa.

—Gracias por ser tan comprensiva Gianna —le digo cuando llegamos a la entrada principal. Las cosas son así, le guste o no.

—Por supuesto cariño —me dice abrazándome de súbito—. Lo he pasado fenomenal —la miro extrañado mientras me coge del cuello y me besa—. Un beso de despedida, por los viejos tiempos —susurra contra mis labios.

Me resisto pero luego cedo y la beso con ganas, nuestras lenguas se entrelazan pero no me produce nada. En realidad mi deseo por cualquier mujer se ha esfumado desde que me casé.

Cojo su cuello profundizando más este momento, nos separamos por falta de aire. Me mira y una sonrisa ladina y victoriosa surca su boca, me cuesta interpretarla. Levanto una ceja moviendo la cabeza a los lados esperando que se marche.

—Perdón por el espectáculo, "Señora de la casa" —dice riendo de forma despectiva y ahora entiendo su ardid—. Adiós amor. Inolvidable como siempre tenerte entre mis brazos y boca —dice para meter más cizaña saliendo de la propiedad antes de que pueda decirle algo.

Andrea tenía razón, no creo que se dé por vencida.

Giro mi rostro y ahí se encuentra Anya con una expresión que no sé cómo descifrar.

No debería molestarme que haya visto esto, pero algo muy dentro me hace sentir como un capullo por humillarla así. Aunque esta vez no ha sido a propósito, suspiro pensando que debo aclarar las cosas aunque no le deba nada.

—¡Anya a mi despacho! —hablo más duro de lo que deseo porque estoy furioso con la situación.

—No iré a un lugar que debe oler a sexo salvaje. Luego de que lo limpien hablamos —se gira para irse, pero se detiene—. Y tú..., deberías arreglarte la ropa. No por consideración a mí que sé que no la tienes.

»Sino por respeto a tus hombres; eres un jefe y no se ve correcto que entren putas a la casa y te vean salir en esas fachas —me miro y veo mi pantalón desabrochado, al igual que mi camisa y tengo manchas de labial.

—Esto no es lo que parece —no sé por qué me justifico.

—No me interesa lo que hagas o dejes de hacer, puedes follar con quien quieras. En definitiva... —hace una pausa—, esto... —nos señala a los dos—, es un contrato. Una maldita transacción comercial a la que estaré unida de por vida —se va dejándome con un sinsabor que no comprendo.

Perché mi sento strano quando sono con te piccola? Non lo capisco e questo mi fa infuriare. (¿Por qué me siento extraño cuando estoy contigo pequeña? No lo comprendo y eso me enfurece).

Desvelando tus secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora