Capítulo 43 - Guerreras

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Narrador Omnisciente

Valeria se sentía morir con todo lo que había escuchado. Que su mejor amiga fuera su hermana y de paso que Piero fuese su sobrino, la tenía en un cúmulo de emociones que no podía controlar.

Mientras lloraba sin parar, lamentándose por lo injusta que era la vida y en cómo se ensañó con ella siendo una jovencita inocente y sin maldad, escuchó disparos.

Se sobresaltó de golpe, pero se dijo que ya no tenía nada que perder. De ahora en adelante dejaría de ser esa mujer frágil y miedosa a la que todos humillaban intentando doblegar su voluntad.

Por eso se lavó la cara y cambió de ropa disponiéndose a bajar a la sala para acompañar a su familia, porque eso eran todos los que estaban allí abajo; incluído el miserable de Andrea.

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📱Ahora mismo doy la orden para que le permitan entrar —dijo Patrick apretando los dientes.

📱Creo que no lo ha entendido señor Graffagnino —hizo una pausa y continuó—, no necesito que me dejen entrar porque lo haré de cualquier manera. Quiero que se replieguen para no tener que matarlos en el acto, sabe que no he venido solo y que tampoco estoy jugando —concluyó el hombre cortando la llamada.

—¡¡Dannazione!! (maldita sea) —gritó Patrick.

Seguidamente envió un mensaje a su cuerpo de seguridad ordenándoles que dejasen pasar el convoy de Trujillo y que no se les ocurriera dar ningún paso en falso.

—Cuñado, ¿qué ha pasado? —preguntó Nikolay preocupado.

—Que el día de mi juicio ha llegado —pronunció en voz baja mirando a Anya y ella se tensó sin poder evitarlo.

La puerta se abrió y una veintena de hombres fuertemente armados ingresaron en el hall de la Villa.

—Bueno, bueno, bueno... Pero, ¿qué ven mis ojos? La mafia rusa y albanesa al completo —comentó sarcástico Edgardo mientras un escalofrío surcaba su espina dorsal.

El jefe del cártel de Sinaloa sabía que el ejército que había traído no era suficiente para acabar con todos los guardias que deberían estar apostados en puntos estratégicos observándolos y rodeándolos ahora mismo.

Había actuado impulsivamente sin verificar que la gente que se encontraba con el capo de la Sacra eran el jefe de la Bratva y su sicario, además del líder de la mafia albanesa. Sabía que ellos no estarían solos y ese error de cálculo le podría costar la vida.

Por las mujeres no se preocupó, ya que en su mundo ellas no valían nada y mucho menos eran capaces de defenderse por sí mismas. Lo único que conseguían era debilitar a un hombre y por eso él no sentía amor por su esposa, ella era una simple transacción comercial y una vasija que portaba a su heredero, ese que nacería en un mes.

—Tu osadía te precede, Trujillo. Debo decir que me has sorprendido; pensé que me llamarías, no que te presentarías sin ser invitado —Patrick intentaba ganar tiempo para poner a salvo a las chicas por si todo se salía de control.

—Tienes al traidor de mi hermano, me has ahorrado meses de investigación al descubrir sus artimañas para quitarme del trono. Eres bueno, lo reconozco. Llevo casi un año intentando dar con el culpable de mi atentado.

»Para mí fue difícil al despertar del coma fingir que seguía muy grave mientras eliminaba poco a poco a los desleales, pero jamás se me hubiera cruzado por la mente que mi hermano sería capaz de tanto —dijo demasiado tranquilo para el gusto de todos.

—A mi esposa le tomó cuatro horas saber todo lo referente a Ramón y enviartelo —la cara de Edgardo se contrajo.

—¿Tu esposa dices? —preguntó incrédulo.

Desvelando tus secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora