Capítulo 42 - Dudas, temor y verdades

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Patrick

Escuchar que Laura está viva me ha descolocado de una manera aterradora. Mis manos sudan, mi corazón late de prisa y mi respiración se entrecorta haciéndome difícil la tarea de tragar. En resumen: mis emociones bullen y están a punto de erupcionar.

—Anya —intento articular las palabras—, ¿estás segura de lo que dices? —pregunto.

No es que crea que ella miente o se equivoca, simplemente me niego a creer que lo que dice sea verdad.

—Patrick, sé que esto puede ser difícil para ti, en especial por todo lo que habéis pasado juntos. Tenéis un hijo y... —intenta seguir hablando pero no se lo permito.

—¡La vi morir frente a mí, ¡joder!! ¡Tenía dos balazos en el pecho! ¡¿Cómo te salvas de algo así?! —digo alzando la voz.

—¡No lo sé, tal vez lo planeó todo para que creyeras que estaba muerta porque no te amaba! —contesta molesta bajo la atenta mirada estupefacta de todos.

—No puedo, esto es demasiado para mí. Lo siento familia —me giro y camino hacia la salida.

Mi corazón quema, me duele como la mierda; lo único claro que tengo es que debo salir de este lugar que se me hace pequeño y me asfixia.

—¡¡Patrick!!, ¡¡Patrick!! —Anya grita, pero la impotencia es tan grande que no puedo hablar, necesito estar solo.

Debo enfrentarme a mis demonios sin que nadie interceda. Me urge drenar la rabia e impotencia que siento y la mejor manera para eso es golpeando algo. Me detengo antes de subir al coche, lo pienso mejor y voy a la parte trasera de la casa entrando sin ser visto.

Camino hacia el pasillo que da al gimnasio y me detengo al escuchar el llanto de mi mujer. Cierro los ojos apoyando la cabeza contra la pared mientras oigo a mi hermana y a las chicas consolarla.

Quisiera ir a su lado, abrazarla, decirle que todo estará bien y se solucionará; pero en mi condición no es lo más recomendable; primero tengo que poner en orden mis ideas y calmarme para pensar con claridad.

Porque algo de lo que dijo Anya aunque me duela es cierto; si Laura planificó su muerte es porque ya no me amaba. Al menos no con la misma intensidad que lo hacía yo; tampoco le interesaba luchar conmigo por el bienestar de nuestro hijo, y lo que es peor aún, no deseaba tenernos en su vida a ninguno de los dos.

Golpeo una y otra vez el saco de boxeo cavilando y suponiendo miles de cosas, una más descabellada que la otra, pero me quedo anulado porque ninguna me cierra. Debe haber algo más y juro por lo más sagrado que lo averiguaré.

—¿Más calmado cuñado? —dice Nikolay a mis espaldas sacándome de mis pensamientos.

—No, cuanto más lo pienso, más me cabreo —contesto y lanzo dos golpes, impactando con fuerza en la bolsa de arena.

—Después de esta noticia..., ¿qué pasará con mi sobrina? —Pregunta Gustav con su mirada impenetrable.

—Nada, ¿qué quieres que pase? —su pregunta me desconcierta.

—Creo que quiere que le digas si seguirás con Anya o te irás con la madre de tu hijo —dice entrando a escena mi amigo Besnik.

—Creo que la intimidad es una palabra que ninguno conocéis —digo molesto.

—No cuando se trata de nuestra familia, Patrick —mi cuñado siempre tan mordaz.

—Sigues sin contestar la pregunta —Gustav es un hombre enigmático y de pocas palabras, pero por los suyos es capaz de todo.

Desvelando tus secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora