Capítulo 41 - El dolor de la mentira y la traición

6K 311 14
                                    

Patrick

Luego de organizar los equipos para la extracción de Piero salimos rumbo a Torino. Llegar hasta allí nos llevará hora y media, pero en ese tiempo ajustaremos cualquier detalle que se nos haya podido escapar en el plan inicial.

Mi corazón martillea con fuerzas, jamás pensé que podría sentirme tan vulnerable y asustado. Cuando secuestraron a mi mujer, creí desfallecer; pero esto es totalmente diferente porque es un niño inocente.

Si algo llegara a pasarle a mi bambino, no me lo perdonaría en la vida. Él junto con Anya son mi razón de ser y el pensar en que mis actos del pasado se vayan a cobrar la vida de un ser puro y sin malicia, me estaba enloqueciendo.

—Amor... —dice Anya y la corto.

—Te dije que no piccola, nada ni nadie me hará cambiar de parecer —mi voz suena más dura de lo que pretendo, pero ya no hay vuelta atrás.

—Argh... ¡me estás tratando como si fuese de cristal!, ¡es mi hijo también y estoy en todo mi derecho de ir a por él! —gruñe molesta.

—No estás preparada —mi voz neutra la saca de quicio.

—¡¿Te estás escuchando?! ¡Me parece que hace unas horas dejé más que claro que puedo con esto, estoy lista para la acción! —alega enfadada ante mi negativa.

—Te quedarás en la furgoneta a tres manzanas de la zona de batalla, no voy a permitir que te expongas y me da igual el berrinche que hagas —digo calmadamente.

—Pero, ¡¿por qué?! —inquiere frustrada.

—Porque no me concentraría cariño —le digo mirándola a los ojos y acariciando su rostro—. Entiende que necesito la mente clara y despejada; si tú estás ahí, en medio de la batalla..., no será así.

»Estaré preocupado por si te lastiman, intentando saber de ti a cada momento y eso le puede costar la vida no solo a nuestro hijo sino a los miembros del equipo —me mira con tristeza y suspira resignada.

Necesito que entienda que sin ella no podré continuar ni afrontar lo que me caiga encima de ahora en más; y si por mi falta de atención Piero paga las consecuencias, mi vida estará acabada.

Lo amo con todo mi ser. Es indescriptible lo que ese chiquillo provoca en mí cuando me dice «papi». La culpa y el arrepentimiento que siento por no haberle dado la oportunidad de estar conmigo desde pequeño brindándole el amor de padre que necesitaba me carcome el alma, y más al saberlo asustado y desamparado pensando en si iremos a por él o no.

—Está bien amor, me quedaré en la furgoneta blindada a buen recaudo viendo y escuchando todo. De paso haré una investigación más extensa si consigo una fotografía de la cara de la mexicana que está con Trujillo —dice abrazándome y besándome como nunca antes.

Desde que tocó mis labios con los suyos pude sentir su ira, miedo, frustración, enfado, miedo y amor. Era demasiado intenso y arrollador; me ahogaba en sus emociones y más al sentir entrar en mi boca las lágrimas que rodaban por sus mejillas.

—Piccola, por favor, no llores. Todo saldrá bien. Cuando menos lo pienses tendrás a nuestro bebé en tus brazos para mimarlo como haces siempre; y te juro que en la próxima misión estarás en el terreno —me mira y sonríe sorbiendo su nariz.

—Lloro porque tengo miedo a perderos y por eso me he obstinado en querer estar presente. También lo hago porque si hace año y medio me hubiesen dicho que me amarías de esta forma tan dulce, romántica y pasional... no lo hubiera creído.

»Eres mi todo Patrick, por favor no dejes que te lastimen y trae a nuestro pequeño sano y salvo —la abrazo con fuerza e inspiro su aroma, ese que me volvió loco desde la primera vez que la tuve cerca.

Desvelando tus secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora