Patrick
Ya estoy de regreso en Italia, las entregas han tenido algún inconveniente pero nada de gravedad. Me han retrasado dos semanas y lo agradezco porque necesitaba estar aislado de todo, pensando nada más en los negocios.
La única molestia ha sido Gianna que me ha llamado decenas de veces. Uno de mis hombres me dijo que se apareció por mi antigua casa exigiendo verme y que quería la dirección de mi nuevo hogar. Se está comportando de manera posesiva, como si tuviera derecho sobre mí y no me está gustando.
Al cruzar los portones de la Villa, veo que las cámaras de seguridad no son las de antes. Levanto una ceja porque a mí nadie me ha comunicado nada de un cambio; no confío en la gente, solo en mi equipo y el pensar que pudieran infiltrarse mis enemigos me llena de ira.
Entro hecho una furia gritando para saber lo que ha pasado en mi ausencia. Me explican que Nikolay ha enviado este regalo junto a su equipo. Me tranquilizo pero necesito una explicación de Anya y el por qué no me avisó.
—Nana, ¿dónde está? —me mira extrañada.
—¿Dónde está quién, Patrick? —creo que quiere jugar con mi paciencia.
—Anya —digo molesto.
—En su habitación, me dijo que quería estar sola —esta mujer se ha tomado en serio lo de no salir de la casa porque siempre está encerrada allí.
—Gracias —me hace un gesto con su cabeza y se retira.
Primero voy a refrescarme un poco antes de enfrentarme a mi tormento.
Necesitaba esta ducha caliente para aflojar mis músculos agarrotados.
Me visto, salgo y golpeo la puerta de la chiquilla.
«Pase» —escucho desde dentro.
—¡Quiero que me digas por qué no me llamaste para comunicarme que tu hermano iba a cambiar todo el sistema de seguridad! —me mira y suspira.
—Buenas tardes Patrick, me alegro que estés bien luego de mes y medio sin verte —dice sarcástica y prosigue— ¡¿Cómo coño quieres que te avise si ni siquiera me has dejado tu número?! —la miro de forma intimidante.
—¿No te envié tres mensajes antes de casarnos? Deberías tenerlo guardado —sus ojos se oscurecen.
—Si mal no recuerdo, destruiste mi teléfono al subir al avión porque querías darme uno encriptado para que no pudieran caparlo. Además el número es de Italia, por lo que la tarjeta SIM rusa quedó inexistente y también la quemaste.
»Sólo tengo los contactos de mi familia porque los recuerdo de memoria, no tuve tiempo de memorizar el tuyo —dice alzando una ceja de forma altanera.
—Eso no es excusa. Podrías pedirle a María o a los muchachos que me llamaran. Cambiar todo el sistema de seguridad de la casa es algo serio e importante que debería habérseme comunicado —aprieta los puños, sus fosas nasales se abren y cierran, y sus orbes me fulminan.
—¡Tú también podrías haberme llamado, joder! Ahora parece que soy la culpable de todo lo que pasa en el mundo. Además..., dijiste que cuando tú no estuvieras quien decidía era yo. ¡Y eso hice, cumplir tus órdenes! —cuando la pican tiene carácter la condenada.
—Te enviaré un mensaje para que guardes mi número, necesito que me comuniques cualquier cambio que quieras hacer en la casa. ¡¿Te quedó claro?! —gira los ojos provocando que quiera gritarle por su falta de respeto.
—Vale, se hará como dices. ¿Podrías pasarme también el contacto de Andrea? Es que los programadores han instalado una aplicación personalizada donde avisa a cada teléfono si hay algún fallo de seguridad o ataque inminente —veo que mi cuñado se ha currado el regalo.
—Lo que vaya al despacho te los paso. ¿Me enviaras un enlace verdad? —pregunto porque si es una aplicación que se encuentra en el buscador no la quiero.
—Sí, ni bien registre tu número y el de tu mano derecha os lo envío. Matteo puede enseñaros cómo va —asiento y me voy directo al ordenador para reorganizar la faena pendiente.
Comienzo a trabajar revisando los correos y algunas cosas de mis empresas, cuando tocan a la puerta. Suspiro pensando que es mi tormento y le indico que puede pasar.
Para mi sorpresa es María, trae la cara seria, como si algo malo hubiese pasado en mi ausencia. Luego de unos minutos frente a mí sin decir nada, lo hago yo.
—Habla mujer, ¿o te quedarás ahí parada todo el día? —bufa y comienza al fin.
—Mi niño, esta mañana antes de que tú llegaras... —toma fuerza para continuar—, vino una tal Gianna preguntando por ti. Exigiendo a mi señora vestirse como la servidumbre y proclamándose tu mujer —suelta en carrerilla, mientras yo golpeo la mesa maldiciendo y oscurecido la mirada.
—¡Quiero saberlo todo! No te dejes nada, por favor —me maldije internamente.
—La señora no quería decirle quién era, pero yo no aguanté la manera despectiva con que le hablaba e insultaba. Así que le dije que era la señora de la casa. No le quedó claro hasta que luego de otro insulto Anya le dijo que aunque insignificante y poca cosa, era tu esposa.
»Llamó a los muchachos para que la sacaran de la propiedad y esa mujer no se lo tomó muy bien —¡joder! Esta mujer está descontrolada y deberé pararla.
—Bien, iré a verla para dejarle las cosas claras —estoy muy enfadado en este momento.
—Entiendo que no ames a tu mujer, pero no me parece bien que la humilles restregándole a tus amantes —la miro serio.
—Ese es un problema mío nana, en mi relación nadie debe meterse —mueve la cabeza negando.
—Me decepcionas, Patrick. Te creí más inteligente —gira para retirarse, pero antes de que pueda hacerlo, le digo...
—Bienvenida al club, María —sale sin decir una palabra más y yo me quedo pensando en la descarada de Gianna.
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Desvelando tus secretos
RomancePatrick Graffagnino es el próximo jefe de la Sacra. Impulsivo, manipulador y arrogante, es lo que lo define. Cree que siempre lleva razón, es capaz de hacer cualquier cosa con tal de obtener lo que desea. No le importan las consecuencias de sus act...