Capítulo 6: Invitada y engañada

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Astria despertó justo antes del amanecer, se sentía fuerte, y con una energía que hacía muchos que no sentía. Aturdida se sentó en la cama y poco a poco recordó porque estaba ahí.

—La tienda del rey —susurró y volteó a mirar el otro costado de la cama pensando por un minuto que había pasado la noche con él, pero la cama por el otro lado estaba intacta.

Recordó las palabras de Burak, no lo conocía, no sabía nada de ese hombre más que su título y su procedencia, pero ¿Por qué se veía interesado en llevarla a su tierra?, ¿debería volver y quedarse en Lomas?

Pensó en su futuro, si volvía, tendría que ver a Catherine, a su hermano Hans y sin duda la idea de ser desposada no se iría de sus mentes. Había vivido años como prisionera en un castillo, sin conocer más que sus propias paredes y cimientos, le hizo sentir que la idea de acompañar a este hombre desconocido no era tan mala. Si pudiera conocer más personas, conocer el mundo, los pueblos y los reinos. Esa libertad que para muchos era tan poca cosa, para ella era algo excitante y esperanzador.

—Si tan solo él me diera la seguridad de que nada malo me ocurrirá —pensó volteando a mirar a la entrada.

Se levantó lentamente y descubrió que aún estaba desnuda, subió su mirada solo para encontrar un vestido amarillo colgando de una silla. Era hermoso y con detalles de encajes y perlas. Dejaba al descubierto su espalda y sus brazos, algo que siempre le hubiera gustado, ya que no tenía permitido mostrar tanta piel.

Mientras se vestía, escuchó un leve gruñido que la hizo darse cuenta de que no estaba sola en la habitación. Nerviosa, caminó al sillón y allí vio a Burak que dormía plácidamente.

Se volteó con rapidez al verlo desnudo y su rostro se sonrojó. Era un perfecto ejemplo de la masculinidad. No había parte de su cuerpo que no cubriera con músculos, no solo su rostro era hermoso sino también todo lo demás.

Astria se preguntó ¿Por qué no podía voltear a verle? No había nadie quien la regañara, su padre estaba muerto y su hermano lejos, ¿Por qué entonces no podía dejarse llevar solo un poco por su curiosidad? De todas formas, el hermoso rey estaba dormido y las probabilidades de que despertara eran pocas.

Mojó sus labios con lentitud y volteó para admirarlo. Tenía su brazo derecho sobre su rostro y la otra mano justa en su entrepierna tapando su miembro. El cuerpo del hombre era más bello que un dibujo hecho en un libro.

—¿Te gusta lo que ves? —Burak abrió sus ojos y la miró con esa mirada filosa.

—Yo... —dijo volteando a mirar hacia otro lado. Pensó en que decirle para que no se escuchará tan inocente, pero con claridad llegó a una conclusión—. Es justo— agregó y volvió a mirarle a los ojos. — tú viste de mí, ahora estamos a mano.

No sé dónde había sacado tal valentía, que ella misma se impresionó. En su cabeza las palabras habían salido más dulce, pero cuando escaparon de su boca, sonó con un tono atrevido. Se avergonzó de inmediato, dejó de mirarle y caminó de vuelta a la cama nerviosa.

—Respira —se dijo a sí misma agarrando un poco su pecho. Su corazón había comenzado a correr y sentía que sus piernas iban a flaquear. No solo por su atrevimiento, sino porque había tenido el valor y el poco decoro de decirle eso a un rey que apenas conocía. Un rey que no dudó en quitar una vida.

—Recuerda que solo lo hice por tu bien. —El sofá sonó cuando Burak se puso de pie y la observó, más, ella no volteó a verle.

—Gracias por el vestido —dijo con timidez.

—¿Qué has decidido?

—¿Me llevarías al reino? —Astria lo había pensado bien, antes de ir a Átkozott deseaba conocer lo que había sido parte de ella.

Desde los ojos de una Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora