Capítulo 28: Reuniones

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Astria llegó a cambiarse la ropa, se puso ropa de cama y se acostó a dormir, claro que sin antes guardar su preciada caja en un lugar secreto.

Estaba agotada, no sabía cuántas horas había dormido y deseaba poder dormir más. Pronto la vendrían a buscar para sus labores.

Su cuerpo, en especial sus manos, aún tenían el olor de aquel hombre que la ayudó a liberarse de una droga muy inusual, que también la protegió y salvo del peligro. Enrollando su adolorido cuerpo, llevó sus manos cerca de su nariz y encontró el sueño.

El resto del día paso tranquilo, Catherine supo que Astria había llegado sana y salva. Alegrándose de que todo haya salido bien, mandó una carta a su tío explicando que la princesa había llegado por su cuenta y estaba en buen estado. Ya sin los nervios que carcomía su piel, se sentó en el pequeño living y bebió té antes que su pequeño hijo despertara.

Astria fue llamada por Hans al salón principal, escoltada por sus sirvientes y dos guardias, se aproximó a llegar mientras mordía una y otra vez sus labios.

—Astria, siéntate —dijo su hermano en cuanto la vio.

En el salón estaban todos los consejeros y altos mandos de Lomas. Ella tímidamente se sentó a un lado de su hermano y aguardó mientras volvían a conversar, era la única mujer allí.

—Ayer hubo un atentado en una de las granjas de Víctor y de Sebastián.

—¿Un atentado?, ¿ya han pillado a los responsables? —preguntó Hans sin sacar sus ojos de unos papeles.

—No señor. Víctor cree que fue por la subasta, pide que usted pueda ayudarle mandando guardias a sus terrenos.

—No hay noticias de Sebastián.

—Es la subasta de los animales, esos —dijo Hans con repudio mientras le ponía más atención al asunto y se echaba en el asiento—. ¿Sabías de esto? —agregó mientras se acercaba a su hermana.

—No Majestad —contestó ella.

—¿Fueron los Átkozott?

—No sabemos, señor, no hay pistas y tampoco sobrevivientes. Fue una verdadera masacre.

—Mi rey, sinceramente estoy preocupado por Lomas—dijo uno de sus consejeros—. Hay que firmar pactos con Átkozott y arreglar todo. No es bueno, que entremos en discusión con ellos.

—Sí mi rey. Si hay alguna guerra que venga de afuera, tendremos que juntar todos reinos.

—Eso jamás ha pasado —dijo Hans—. Dudo que eso ocurra. Haremos una pequeña reunión con los demás reinos, es por eso que los mande a llamar. Ya he enviado las invitaciones, preparen un tratado de paz favorable para Lomas.

El general Omar guardó silencio mientras los demás hablaban, sabía perfectamente que solo era una reunión, para poder buscar desventajas en los demás reinos y aunque Lomas, firmaría pactos de paz nuevamente con Átkozott, sabía muy bien que Hans estaba planeando la guerra contra ellos.

Astria podía haberse sorprendido por la reacción de Hans, pero, estaba inmersa en sus pensamientos. El simple hecho, de que Hans le preguntará por lo que ocurrió en ese lugar, hizo que sintiera un miedo profundo. Debía volver a su habitación lo más rápido posible y ver si la caja con las pociones, aún estaba allí. Si por alguna razón no estaba, era una mujer muerta al final del día. La reunión continuó, pero Astria quedó como presente ausente pensando en el sinfín de cosas que podía hacer para salvarse.

Recordó las palabras de Burak y se preguntó "¿Su poder era suficiente para hacerlo venir? ¿Cómo lo llamaría?" Luego, pensó que era tonto tratar de pedirle ayuda, él no comprendería que debía salvar al pequeño y sin duda, se la llevaría solo a ella.

—Astria. —La voz de su hermano la despertó. Los ojos filosos de él la contemplaron por unos momentos.

—Lo siento su Majestad, no me siento muy bien.

—Pues concéntrate, no quiero volver a repetir todo. Omar.

—Sí, mi rey, reforzaremos la guardia para ese día, aunque antes de un tratado de paz debería haber un juicio por la muerte del rey León —dijo el general del ejército. Astria no entendía de que hablaban.

—¿Los invitaremos solo para tratar de darle un juicio? Eso es absurdo, no olvidemos, lo que hicieron con tanta facilidad —dijo un consejero.

—Ese día no estaba yo aquí, estoy seguro de que con mis hombres podremos con ellos.

—Ya no quiero una guerra, al menos no ahora. Estoy planeado algo mucho más grande —dijo Hans levantándose con una leve sonrisa—. Firmemos los tratados de paz, tratémoslo bien y haremos de Lomas un reino mejor.

Astria no podía creer lo que decía su hermano, era increíble, que el demonio que tenía el control de Hans, estuviera hoy, tomando una postura comprensiva y tranquila. Ella no dudo en creer que algo más debía estar ocultando.

—Señor. —Omar se puso de pie y lo miró un poco molesto. Le tenía un odio especial a los Átkozott.

—Si algo sucede, no dudes en moverte, ¿bien?

—Sí, señor.

Cuando terminó la reunión, Astria se dirigió a hacer su habitual papeleo claro que sin antes de ir a su habitación y sacar la caja. Mirando a todos lados, asegurándose que nadie la observaba, puso la caja en el suelo y lentamente la abrió.

"No me convenciste"

Era la nota que había dentro. No había absolutamente nada, las botellas la habían sacado y solo una frase hizo que cayera sentada, con un gran asombro que se volvió desilusión.

—No... —susurró solo para agarrar su rostro con ambas manos y llorar de impotencia—. Idiota... ¡SOY UNA ESTÚPIDA E IDIOTA!

Todo lo que había hecho, todos los peligros que tuvo que pasar, la droga en su cuerpo, todo y por nada.

Sintiéndose la peor cosa del mundo, pensó de la procedencia de aquel mensaje. ¿Había sido Burak? Negó rápidamente con la cabeza, no podía ser él y si lo fuera lo confrontaría en cuanto lo volviera a ver. Aquel hombre sabía lo que ella había ido a buscar, quizás los hombres encargados del evento habían organizado todo para aprovecharse de ella. Aunque le hubiera dado todo, no hubiera logrado convencerlos

¿Por qué no revisé la caja al llegar?

Desde los ojos de una Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora