Astria no había leído libros políticos o de jerarquía del reino de Átkozott y es por eso, que no supo nada cuando leyó el nombre de Lucia en la vitrina. Si lo hubiera sabido, hubiera sospechado que la antigua reina de Átkozott, llevaba el mismo nombre que la última dama Blanca que yacía en el templo. Sabiendo eso, hubiera anclado todo y tendría la respuesta de porque Burak era distinto a sus hermanos.
Burak, tiempo después de llegar a su madurez, descubrió entre libros ocultos hechizos para comunicarse con su madre. No eran frases concretas, sino palabras en otro idioma. Un idioma muy antiguo.
—Mi rey —dijo Gina entrando con rapidez para sostenerlo.
—Olvidé que no dormí mucho anoche —resopló apoyado en ella.
Su energía se había agotado, pero tomando el recipiente de agua, lo escurrió en el suelo y lo observó. Su sangre pegada al fondo de este, hicieron las palabras que buscaba.
—Sam, ve que dice ahí —dijo poniéndose de pie ayudado por su soldado.
—Sí, mi rey, trataré de descifrarlo lo antes posible —dijo el hechicero agarrando el recipiente y observándolo.
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Astria, había hecho algo malo, nerviosa, se hizo la tonta. Mientras le metía conversa a su hermana. Pensó por un momento que el rey la iba a descubrir, pero no ocurrió nada y ya estaban a punto de cruzar los límites hacia el reino de Luther.
Estaba segura de que, si ella se mantenía junto a la familia real, nadie le iba a hacer daño. Eran soldados de su cuñado y hermana quien intentaron abusar de ella, pero esperaba que dentro del castillo podía estar más tranquila y segura.
Le mostraron con rapidez lo que sería su nuevo hogar, era un castillo igual de hermoso que se levantaba grandemente, pero eran estructuras que se parecían a Lomas. Las calles de tierra y las casas pobres que se asomaban a lo lejos. El ambiente era un poco sombrío.
Encontró, por lejos, que Átkozott era mucho más hermoso, verde y lleno de vida, en comparación a Luther. Dónde ella había vivido casi dos meses, nunca encontró pobreza en el reino. Todas las personas eran amables, pero también eran disciplinadas, las rentas no se atrasaban, las limpiezas de las calles lo hacían cada uno y así mantenían un cierto orden y salubridad en todo el reino. Para subir los precios tanto en productos de comida, herrería o vestimentas, debían ser aprobadas por el rey y tener una firma del reino para comprobar que los valores habían cambiado.
Los impuestos se subían cada año, con cinco consejeros del rey y cinco personas seleccionadas al azar de la ciudad, se organizaba una votación. Primeramente, se mostraban los proyectos que se realizarían, mejoramientos y creaciones para justificar el dinero, así recién se decidía el monto a subir. Siempre llegaban a un buen acuerdo, la vida era más sencilla y más fácil.
Astria se dio cuenta de que Burak al fin y al cabo era un rey que le importaba mucho su gente y gobernaba conociendo los pensamientos de ellos. No sé comparaban a su hermano Hans.
Cuando las semanas comenzaron a pasar y poco a poco Astria se fue acostumbrando a su nuevo hogar. Una noticia llegó a sus oídos, habían llegado recién de una cacería y se encontraron con mucha conmoción dentro del castillo real de Luther.
—Mi rey —dijo uno de sus consejeros acercándose en cuando ellos tocaron suelo.
—¿Por qué tan alterado Joel? —preguntó Jonathan.
—El rey de Lomas ha venido y no ha aceptado un no por respuestas, los está esperando a ambos en el salón principal.
—¿Con qué permiso cruzó a nuestras tierras sin invitación alguna?
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Desde los ojos de una Estrella.
LobisomemSiendo la hija no reconocida de un gran rey, Astria ha sido denigrada toda su vida encerrada en uno de los castillos del reino, donde la soledad había convivido constantemente con ella. Una chica alegre e inocente, con una particularidad única que n...