Capítulo 36: Una bestia insaciable

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Astria despertó desorientada en el medio de la noche, sintiéndose extraña, sentía su vientre hinchado, pero no era ella. El animal aún la tenía en sus fauces. Ya no se sentía apretada y tampoco sentía el dolor desgarrador, pero si aún le ardía allí abajo.

—Burak —trató de modular, pero no tardó en despertar y sentir un golpe de placer que llegó fuertemente a ella—. Ah...

Burak no había dormido nada y aún la penetraba sin parar. Astria, que ya se había desmayado una vez, se siguió sintiendo débil y después de experimentar un orgasmo que recorrió todo su cuerpo dejándola temblando volvió a desmayarse.

Más tarde volvió a despertar, su cuerpo se movía y sentía que flotaba en el aire. Pequeños movimientos de va y ven como lo hace al mecer una cuna comenzó a despertarla. Abrió sus ojos lentamente y vio que Burak la tenía en brazos.

—¿Qué?, ¿qué pasó? —preguntó tratando de abrir los ojos. El rostro de Burak estaba cerca de ella y pudo verle el perfil. Los ojos de él aún ardían, pero al parecer estaba cuerdo, ya que sus pupilas estaban más relajadas.

—Te llevaré a lavarte —dijo y soltó un gran suspiro—. Necesito enfriarme.

Astria no les tomó peso a sus palabras, se acurrucó más en su pecho y observó la oscuridad, luego la luz de la luna los iluminó. No tenía ganas de nada, estaba exhausta, pero sabía que aquella bestia no la dañaría. En cuanto salieron de la cueva, Burak rápidamente miro hacia los árboles. Pájaros salieron volando de ellos como si algo los hubiera asustado. Cedric y Bruno, que estaban sobre las ramas, sintieron una sola orden junto con una declaración, que los hizo alejarse aún más, de ese lugar "Ella es mía"

—Alguien nos verá —dijo ella tomando más conciencia.

—Créeme que no hay absolutamente nadie a kilómetros —dijo entrando lentamente al agua.

—¿Está helada?

—No estoy seguro de eso —Burak sintió el agua refrescante, su cuerpo aún no estaba tranquilo y su rebosante masculinidad no sea había calmado.

—Sí, está un poco helada —dijo ella aferrándose más a su cuello. El agua lentamente había tocado sus pies y Burak la fue metiendo cada vez más en ella.

—Te sentirás mejor una vez que estés dentro.

Astria trató de ponerse de pie, pero rápidamente sus piernas se doblaron. Él la sujeto con firmeza y la sentó en su regazo, al mismo tiempo que él se sentaba en el fondo del río. Ella estaba consciente de lo que había experimentado y acomodándose sintió que Burak aún estaba en todo su potencial. Sorprendida le miró.

—¿Qué? —le dijo frunciendo el ceño—. Te lo advertí, pero eres terca y osada.

—Lo siento.

—No —dijo agarrando su brazo y volteándolo mientras le miraba. Astria notó una gran marca morada en ella, revisando se dio cuenta, que estaban en casi todo su cuerpo—. Te he hecho daño.

—Estoy bien.

Burak solo apretó sus labios y comenzó a lavarla con delicadeza. El animal que estaba en él se estaba manteniendo calmado, pero Astria no se daba cuenta, lo difícil que era para Burak mantenerlo al margen.

—Te secaré y te iré a dejar al campamento. Faltan unas horas para que la luna se vaya y mientras eso aún no ocurra te mantendrás alejada de mí.

—No, Burak.

—¡MÍRAME! —la luz de sus ojos enseguida se disparó al igual que su respiración. Molesto por la terquedad de ella, le levantó la voz—. ¿Quieres que te mate acaso? Déjate de pensar en mí y piensa en ti.

Desde los ojos de una Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora