Cuando sonaron las segundas trompetas, Astria se encontraba terminando de vestirse, Amy le daba un bol con frutas y Luz la peinaba, mientras los Luther entraban por las murallas. Sus sirvientes preocupados por ella la hicieron alimentarse, pero no lo suficiente para que después pueda participar en el almuerzo.
—Déjeme terminar algunos detalles de su vestimenta y estará lista —dijo Amy.
Frente al espejo se observó unos momentos, su rostro pálido había sido maquillado sutilmente, sus ojos se veían más vividos, su pelo fue recogido elegantemente y un hermoso collar le acarició el cuello. Astria se veía con más vida en comparación a cuando salió de Lomas. Tenía más energía, más fuerza, que incluso sus vestidos fueron arreglados para que entrara en ellos. Astria hoy estaba viva, y se veía mucho más saludable gracias a Átkozott.
El resto del palacio estaba inmerso preparando el banquete, los salones estaban relucientes y toda la mantelería se había cambiado. Los nobles de Átkozott también asistirían a la visita.
Por otro lado, Alice venía nerviosa. Apretaba constantemente sus manos forradas por guantes blancos y evitaba constantemente la mirada de su esposo, quien la observaba de vez en cuando. Venían dentro de un carruaje escoltado por sus soldados, se habían preparado bastante para evitar cualquier confrontación con los Átkozott y su ejército, preparado para todo, esperó en las fronteras de su reino.
Cruzaron lentamente el bosque con un grupo de Átkozott que los había recibido para que no se perdieran en el camino y pronto estuvieron cruzando las murallas. Para Alice era un completo suicidio meterse en la boca de un lobo como el reino de las bestias, pero ella a toda costa quería devuelta a su hermana.
—Dicen que el rey de los Átkozott es bastante guapo ¿Tendré problemas para cuidarte?
—¿Estás bromeando? Le tengo terror a ese hombre —contestó Alice mientras se echaba viento con un abanico de papel.
—Pero tú ya lo has visto.
—De lejos, mi rey, nunca lo he visto de cerca, pero si tiene unos ojos aterradores.
—Mi padre me dijo que era un hombre tranquilo y que sí se podría llegar a un acuerdo con él —dijo el rey Jonathan.
—Dios mío John —dijo ella asomándose por la ventana y viendo la infraestructura de Átkozott—. ¿Puedes ver esto?
—Sí, querida —dijo él también asomándose por la otra ventana. Las calles sin duda eran envidiables para ellos.
No solo habían venido con sus soldados, muchos consejeros y parte de la nobleza decidieron acompañarlos. Con la excusa de recuperar a su anhelada "princesa" era la oportunidad perfecta para conocer el reino de Átkozott.
El salón principal fue el lugar perfecto para recibirlos. Llegaron y se acomodaron en el mientras esperaban con ansias la entrada del rey; intercambiaron palabras entre todos y el salón fue un lugar bastante bullicio.
Las magníficas pinturas, y murallas se levantaban grandemente. En cada puerta había soldados con armaduras negras que ni siquiera se movían un solo centímetro en su guardia.
A los pocos minutos de su llegada, las trompetas volvieron a sonar anunciando la llegada del rey y poco a poco la bulliciosa sala quedó en silencio. Todos contuvieron el aliento, mirando atentamente las puertas principales, esperaron que estás sean abiertas. Ninguno se atrevió a decir nada.
Habitualmente eran los reyes quienes recibían a los invitados, pero esta vez fueron ellos quien tuvieron que esperar a Burak.
—Bienvenidos a Átkozott —dijo el rey llegando al encuentro de los reyes.
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Desde los ojos de una Estrella.
LobisomemSiendo la hija no reconocida de un gran rey, Astria ha sido denigrada toda su vida encerrada en uno de los castillos del reino, donde la soledad había convivido constantemente con ella. Una chica alegre e inocente, con una particularidad única que n...