Capítulo 46.- Quiero ser su compañera

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—¿Mi rey? —preguntó Sam unas horas más tarde. Entró a su habitación y lo primero que vio fue a Astria dormida en la cama del rey. Burak la había limpiado, lavado, perfumado y vestido con un hermoso vestido de seda púrpura para dormir.

—¿Astria te comentó sobre el miedo que tiene? —Sam volteó a la entrada y cerca de la puerta en una silla, Burak estaba mirándole.

—Me habló de sus sueños, y que... lo rebanaba en pedacitos —dijo haciendo señas con sus manos.

—Ponte serio.

—Lo siento. Me sorprendió cuando me comentó sobre las cosas que soñaba, en su vida antes de conocerte, parte de ella, pero eso no es lo sorprendente, sino que vio a su madre y se comunicó con ella. —Sam mientras hablaba se acercó a Astria y bajó su rostro para contemplarla más de cerca. Burak le dio una advertencia al mirarle—. Solo estoy observándola. Veo que se tomó muy en serio lo que le dije sobre su "poder"

—Dijiste que era solo una especulación, ¿cuándo sabré si eso realmente funcionó?

—Ella despertó mucho menos de dos meses, y solo cambié la sangre que marcaba su cuerpo por la suya mi rey. Creo firmemente que mis predicciones no son un error.

Sam terminó de relatarle las cosas que Astria le había comentado, en especial el momento dónde Burak obtuvo la cicatriz de su torso. Era imposible que ella supiera con detalle lo que había pasado, porque solo Lucía y Burak estuvieron allí.

A medida que Sam le relató, Burak puso sus ojos feroces, reviviendo una vez más lo que había vivido. Sam entró en miedo de seguirle contando, pero era algo sorprendente y definitivamente Lucía si había estado con Astria en su forma astral.

—Ella no podría hacerle daño, es imposible e improbable —dijo Sam volviendo a mirarle.

—Analiza su sangre, toma un cabello de ella y viértelo en cenizas. Descifra si hay algo, un hechizo, un pacto, algo que la obligue a intentar algo en contra de mí. No me extrañaría que Hans le hiciera algo así.

—Sí, Señor.

Burak no tenía ni una pisca de miedo a que ella intentará hacerle algo, cualquier intento que sea era muy improbable que logrará su objetivo. La piel de los Átkozott era más gruesa, debía tener la suficiente fuerza como para lograr enterrar un cuchillo y ella no lo tenía.

—¿Cómo es capaz mi madre de conectarse con Astria? Ellas jamás se conocieron.

—La esencia de ambas debe estar unidas por ser hijas de las estrellas. Quizás Lucía también se conectaba con las demás.

—En ninguno de sus diarios menciona algo como aquello, más que la meditación que tenían.

—Eso no lo sabremos.

Sam, a pesar de tener muchísima edad, no podía descifrar completamente a las damas blancas, había conocido a Lucia desde que nació de la familia de un agricultor, hasta su temprana muerte ¿Tendrá algo que ver su temprana muerte con Astria?

—Mi rey, hay algo que he descubierto hace unos días, no le dije por qué estaba concentrado en ella.

Se suponía que no podían existir dos damas blancas al mismo tiempo, pero todas las demás habían fallecido de vejez o enfermedad, pero nunca antes de los sesenta años.

Sam se había puesto a pensar y aunque nadie se había dado cuenta de aquello, sus cálculos no habían fallado y era que, Astria había nacido dos o tres años de la muerte de Lucia. Eso significaba que, por primera vez en sus historias, habían existido dos damas blancas al mismo tiempo.

—¿Al mismo tiempo?

—Es lógico. Tu madre falleció cuando usted tenía casi diez años, Astria tiene veintiuno y con usted se llevan por ocho años.

Desde los ojos de una Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora