Hermosas baldosas decoraban todo el suelo, incluso del jardín que tenía hermosos riachuelos y una pileta con peces de colores que jamás había visto. Dentro la edificación tenía hermosas tonalidades de color crema y blanco, era muy acogedor verlo. El lugar desprendía un olor fragante y todo el camino que Astria debía recorrer estaba lleno de pétalos de flores rojas y pequeñas velas puestas en el suelo, iluminaban el pasillo. El farol desprendía una luz mucho más fuerte, intensa y lleno de colores, parecía que se había vuelto más radiante dentro de aquel edificio.
Luego, una puerta de madera frente a ella la detuvo, estaba un poco abierta, lo suficiente para que ella entrará. Respiró profundamente pensando que detrás de ellas podía encontrar a Burak y se sintió ansiosa, su corazón ya corría de forma alocada. Tenía un nudo en su estómago que le hacía difícil tragar saliva.
Había pasado más de tres meses que no había estado sola con Burak y mucho menos en las circunstancias en la que se presentaba.
No quiso darle más vueltas al asunto y entró lentamente a través de la puerta. Las luces dentro estaban ordenadas de igual manera en el suelo. Sentía un clima distinto, había una atmosfera muy ligera y agradable.
Dentro, había una hermosa cama gigante iluminada por la luz de la luna que había salido con más intensidad, los ventanales eran altos, incluso sus antepechos no se podían tocar.
Mientras Astria miraba su alrededor, tardó unos segundos en darse cuenta de que por dónde mirase, Burak no estaba.
No sabía qué hacer, le habían dicho que él estaría allí, pero "¿Dónde?"
—Astria —sonó su voz.
Ella contuvo el aliento, rápidamente recordó que a Burak le gustaba ser escurridizo y no siempre estaría en el suelo. Sonrió al darse cuenta de aquello, alzó la mirada buscándolo en los rincones del cielo, de los pilares y de las vigas.
—La primera vez que te vi fue algo así —dijo Burak.
—Allí estás —susurró Astria al verlo en la orilla de unos ventanales. Estaba justo en el borde que su cuerpo solo se veía oscuro, pero sus ojos dorados brillaban mirándola.
—Estás hermosa.
Astria se avergonzó un poco por lo dicho, bajo la mirada y sobo levemente su brazo, cuando alzó una vez más la vista, Burak volvió a desaparecer.
—Mi novia —dijo a su espalda. Astria volteó lentamente sintiendo propiedad en sus palabras.
Burak estaba vestido con una túnica de color rojo y unos brazaletes de oro en cada muñeca. Tenía un collar de piedras y por esta vez se había sacado el collar que ella le había regalado.
—Te extrañé —dijo Astria mirándolo. Los ojos de Burak tenían un brillo reluciente y mirándola de pies a cabeza estos comenzaban a brillar de deseo.
—Ma este az enyém leszel, és megmutatom neked. —Burak jamás había hablado en su idioma nativo delante de Astria y mientras lo hacía, la miró con sus ojos entrecerrados. Cómo lo hace un tigre acechando a un conejo—. Hogy nincs nagyobb istenség számomra, mint te, a feleségem— continuó rodeándola.
Astria se quedó quieta mientras él la observó de cerca caminando en círculos entre ella.
— ¿Qué—qué significa? —preguntó ella tratando de mirarle. Burak se detuvo en su espalda y ella lentamente sintió sus manos tocándole la cintura, soltó un leve suspiro al sentir su piel.
—Esta noche serás mía —dijo con una voz ronca, pero cálida—. Y te mostraré —agregó mientras le besó el cuello lentamente—. Que no hay mayor deidad para mí que tú. —Burak hizo que la piel de Astria se erizara, que temblará comprendiendo lo que aquello significaba—. Mi mujer.
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Desde los ojos de una Estrella.
Kurt AdamSiendo la hija no reconocida de un gran rey, Astria ha sido denigrada toda su vida encerrada en uno de los castillos del reino, donde la soledad había convivido constantemente con ella. Una chica alegre e inocente, con una particularidad única que n...