Capítulo 64.- Un tormento

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Los soldados llegaron a la habitación, miraron atentamente a Omar aún en el dintel de la puerta y con la mirada de los Átkozott levantó sus manos y marcho fuera. Los soldados no dijeron nada, lo espantaron solo con sus miradas.

—Mi reina Astria, ¿todo está bien? —preguntó un soldado.

—Sí, Astria, ¿todo bien? —preguntó Hans.

—To—todo está bien —dijo ella.

Los soldados bajaron su cabeza y marcharon con tranquilidad, dejándola sola, mientras miraban el pasillo donde Omar se había ido. Seguramente para asegurarse que aquel invitado insolente no volviera. Astria se le estrujó el corazón siendo incapaz de pedir alguna ayuda, ¿cómo era que los soldados actuarán tan relajadamente?

—¿Cuándo es tu luna de miel?, ¿es verdad que las bestias pueden durar toda la noche cogiendo una mujer? —dijo Hans acercándose a ella y agarrándole el mentón— ¿Te estás sintiendo plenamente feliz? —Luego le dio un beso en la boca. Ella no pudo ni siquiera pestañear.

—Hans, por favor —suplicó ella, pero su hermano enterró sus uñas en su agarre con fuerza.

—Disfruta a tu animal Astria. Lo estás haciendo perfectamente, mejor de lo que yo imaginé, pronto llegará el día, pero te recuerdo una cosa —dijo sacando un puñal y lo puso justo en su vientre—. Esto puede ser mío, parece que también lo olvidaste.

Un frío más helado que el propio hielo subió por su espalda cubriendo cada centímetro de ella, no entendía a qué se refería. Miles de pensamientos se centraron en su mente, ¿habrá algún recuerdo perdido? Los días en los calabozos de Lomas eran muy oscuros y difíciles de recordar. ¿Hans había abusado de su hermana?

Astria se sentía asqueada y atónita, pero una voz la sacó de ese trance.

—Aquí estás —dijo Burak a pasos de la habitación.

—Yo... yo lo siento... Lo siento mucho. —Ella al verlo se le nubló la vista brotando rápidamente sus lágrimas. Sentía inconscientemente que estaba traicionando a Burak.

Burak entró a la habitación y rápidamente la expresión de su rostro cambió. Su mirada se volvió fría como la nieve y había una intención asesina en sus ojos que no puedo ocultar delante de Astria.

No había nadie más que Astria, pero Burak sabía que no había sido así, caminó por la habitación mirando el suelo, los rincones, incluso las ventanas, luego se acercó a Astria sin cambiar su expresión.

Instintivamente, Astria puso sus manos adelante, temerosa que él la golpeara, pero Burak la analizo de pies a cabeza volteándola y luego de su pelo saco una piedra negra que con la luz soltaba un color verte metálico.

Gruño fuerte mientras la piedra se hizo añicos en su mano, luego la acercó a su nariz y respiró profundo. Sus ojos se iluminaron como brazas de ira.

—Perdóname...

—Está bien Astria —dijo él y en cuanto sus ojos se cruzaron con los ojos de ella, la expresión de su rostro se suavizó, al darse cuenta de lo asustada que estaba. Se acercó y la abrazó mientras la miraba—. Todo está bien.

—No, no, nada está bien.

Burak no dijo nada, mirándola desde su altura la observó mientras la escuchaba. Ella le explicó lo que había visto y oído sobre Hans y Omar, claro que omitió lo último que dijo su hermano. Cuando terminó de relatarle, Burak le besó la frente y palpó su espalda.

—Yo... —dijo con una voz suave y tranquila mientras tomó con ambas manos la cara de Astria—. No puedo contenerme con esto, no me detengas Astria —le advirtió.

Desde los ojos de una Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora