Capítulo 40. - Astria

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Cedric y Bruno habían sacado a Astria del castillo de Lomas. Desnuda e inconsciente, el príncipe la cubrió con su ropa y se movieron con rapidez. No fue esa noche, sino dos noches después que pillaran a Catherine.

Cedric con sus poderes había abierto las puertas y la desaparición de la princesa fue como si la misma tierra se la tragara, sin sospechas hasta el amanecer.

—Príncipe será mejor que espere afuera. Si nuestro rey viera su cara lo acusaría de atesorar un tesoro que ya es de alguien —dijo Sam prendiendo unas velas.

Estaban a poca distancia de las fronteras de Lomas con Luther, pero Sam estaba impaciente. Notó que Astria no estaba bien y quería ayudarla.

En cuanto llegaron la dejaron en una cama mientras que Bruno y Gina, que se había unido, vigilaban fuera.

Sam sacó el abrigo de Cedric y observó el malherido cuerpo de la princesa antes de darse cuenta de que el príncipe aún estaba allí con él.

—Avísame cualquier cosa, esperaré en la puerta —dijo Cedric volteando a la entrada, sus mejillas se habían calentado y se sintió deseoso.

Sam esparció velas por toda la habitación y de un jarrón sacó sangre de cordero helada. Hizo unos dibujos en el suelo antes de acercarse a ella.

Educadamente, le pidió permiso para tocar su cuerpo, claro que ella no respondería, pero de igual manera, él caballerosamente lo hizo.

Luego, untando dos dedos en la sangre, pintó el cuerpo de ella. Delicadamente, pasó desde el cuello hasta el ombligo, de la clavícula a su esternón y del borde de sus pezones hasta el ombligo formando un triángulo invertido. Pintó también dos líneas de sus muñecas a sus hombros y de sus hombros los unió a la clavícula. En su rostro dibujo una línea recta de la frente al cuello y también los unió.

Cuando estuvo listo estiró sus manos y cerró sus ojos. Podía ver qué la energía de ella estaba libre en sus piernas, pero de la cintura hacia arriba revoloteaba fuertemente sin ningún sentido. Enferma no estaba, pero algo había ocurrido que la tenía inconsciente y estaría así hasta que Sam arreglará el flujo de energía. Debía ser lineal al cuerpo, dónde su núcleo era el corazón.

Sin contar el bajo peso que ahora tenía la princesa, podía ver una herida en su rostro, parte de su boca y moretones de distintas tonalidades extendiéndose por su cuerpo.

Sam dejó los sentimientos a un lado, debía concentrarse y pensó que si Burak llegara a verla en ese estado sería capaz de volver a encargarse de otro rey. Golpeó fuertemente sus mejillas con ambas manos y la observó una vez más.

—Concéntrate hombre. No solo yo debí haber salido, vez.

—No es eso —dijo Sam molesto, podía llamarlo idiota, pero no era momento de darle más atención a Cedric.

Sam desvistió todo su parte superior dejando ver su marcado cuerpo en cicatrices y tatuajes, cubiertos por su pelo largo. Tenía un collar de madera con dientes caninos puntiagudos y unas pulseras de cuero con piedras.

Cedric como había dicho, estaba parado en el umbral de la puerta y no tardó Gina en llegar.

Sam extendió sus brazos y como si una fuerza surgiera de ellos, abrió los dedos de sus manos con fuerza que estos temblaron. Recitó unas palabras en otro idioma mientras un viento frío corrió en círculos por la habitación haciendo crujir la madera. Los ojos del hombre se volvieron negros y su voz rápidamente cambio a una que venía de las sombras.

El cuerpo de Astria comenzó a temblar al mismo tiempo que su malherido cuerpo comenzó a aliviarse. Los moretones comenzaron a achicarse, el gran hematoma que tenía en el costado de su cadera se volvió más pequeño y la herida de sus labios se esfumaron. Astria se detuvo con un cuerpo más saludable pero no despertó.

Desde los ojos de una Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora