Capítulo 10: Tierra de bestias

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El reino de Luther recibió en la madrugada las cabezas de sus propios soldados, incluso del general Dom. Burak había mandado amarrado al caballo al único sobreviviente de la masacre, le había cortado la lengua y había dejado en sus hombros las bolsas sangrantes que iban manchando el suelo donde su caballo pisaba. Sin duda el mensaje estaba claro para los reyes.

Alice, la hermanastra se Astria, estaba aterrorizada. Su nuevo esposo había sido bueno con ella y no había pasado más de un mes que ella era la nueva reina de Luther.

Cuando se enteraron de que Lomas había sido atacado y que su padre había muerto, se preocupó grandemente de su inocente hermana. Esperaba que su esposo, el rey Jonathan, pudiera hacer una excepción en el tratado de paz que tenía con Átkozott. Después de pensarlo y consultarlo llegaron a la conclusión que la reina estaba completamente ligada a Lomas. Si Átkozott atacó al rey León, también era una gran ofensa a su reina y al reino de Luther.

Fue entonces que se decidió tratar de salvar a Astria antes que el grupo de Burak llegué a sus propias tierras.

Lamentablemente, para ellos, las cosas no habían salido como habían planeado y una vez más la princesa Astria se encontraba a manos del cruel bárbaro rey de Átkozott.

No había nada bueno en Átkozott, era un reino denigrante y con costumbres muy extrañas para los demás. Se les llamaba bárbaros por su libertinaje y costumbres. La pobre Astria viviría un verdadero calvario siendo la esclava del rey y se pensaba de todo lo que le harían a su virtud.

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La marcha, continuó incluso cuando la luna se fue moviendo hasta el amanecer, entre los cambios de temperatura de la noche a la mañana, todos continuaron sin descanso.

Astria despertó lentamente, se dio cuenta de que su cabeza iba rebotando golpeándose en unas mantas mientras el sonido de la madera crujía.

—¿Estás bien? —dijo la voz de Gina.

—¿Dónde estamos? — dijo sentándose. Era un carruaje cerrado con dos ventanas que eran cubiertas por telas. Frente a ella, Gina la miraba con una leve sonrisa.

—Estamos en territorio de Átkozott —dijo ella sonriendo mientras levantaba una cortina que cubría la ventana.

—¿Cómo es que terminamos en un carruaje?

—Ah, bueno, nos encontramos con algunas personas por el camino —río Gina. Era extraño que una carreta que tenía hasta ventanas saliera de la noche a la mañana.

—Gina, tu pierna —dijo Astria sorprendida al verla que estaba vestida con ropa ligera y su pierna envuelta en telas blancas.

—No te preocupes, solo ha sido un rasguño.

—Yo... Yo no sé qué paso después.

—Astria, llegaremos al reino y después de que descanses un poco podrás tener acceso a toda la información que quieras.

—¿Soy una estrella? —dijo recordando las palabras del hechicero.

—No puedo contarte, me lo han prohibido.

—¿Por qué?

—Porque no soy quien para explicarte.

—Solo dime quién soy o un poco de historia. No le contaré a nadie, te lo prometo —dijo Astria agarrando las manos de Gina.

—Te contaré un poco, pero no preguntes por qué no podré explicarte más.

—Bien.

—El reino de Átkozott ha estado cuidando y ocultando décadas la existencia de las cosas sobrenaturales. El mundo no está hecho para aceptar lo que no se conoce. Todo lo que no es normal es catalogado como malo, así que, es importante que entiendas que Átkozott es un reino dónde no debes temer.

Desde los ojos de una Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora