Al día siguiente, en la mañana, Astria recorría los jardines traseros, había un edificio apartado del enorme castillo, poco se usaba, pero, aun así, se mantenía limpio y ornamentado. Sus damas de compañía la seguían a donde ella iba y así Astria no se sentía sola. Por primera vez en su vida tenía con quién conversar todo el tiempo, tenía quien la ayudará, alguien que la aconsejará y le hablará con amabilidad y entusiasmo genuino. Era todo lo que ella había anhelado, compañía y amigas.
El clima era muy agradable en las mañanas, aunque se le había avisado que no se alejara mucho del castillo, sus mujeres encontraron que el edificio era un lugar hermoso para conocer y que relativamente no estaban tan lejos. Los Átkozott aún tenían mucha curiosidad de ella, pero sus damas les hacían saber rápidamente lo molestos que podían ser si se acercaran, Astria era radicalmente diferente a ellos y les carcomía la intriga de saber cómo la nueva dama Blanca.
De repente mientras observaba una fuente con grandes pescados de colores. Una hermosa flor de color lila fue flotando hasta chocar con su nariz. Al principio pensó que solo había sido la brisa del viento, pero luego la flor volvió a chocar una y otra vez con ella. Hasta que sorprendida la tomo con su mano.
—¿Burak? —pensó volteando a ver a sus mujeres y ellas rápidamente bajaron su rostro—. No pensé que vendrías... —dijo girándose, pero no era el rey.
—¿Esperabas a alguien más? —dijo la voz de un hombre con cabello castaño oscuro y ojos también dorados. Era bastante alto y fornido con un mentón pronunciado y caminaba con su camisa entreabierta.
—Yo... —dijo ella dudando en sus palabras—. ¿Usted es...?
—Es el príncipe, mi dama —dijo Amy.
—Soy Cedric el príncipe mayor de Átkozott.
—Es un gusto conocerle príncipe Cedric —dijo ella bajando la cabeza.
—El gusto es todo mío, jamás pensé poder conocer una dama Blanca y aquí estás, bella y radiante ¿Te ha gustado el castillo?
Era habitual que el príncipe se hiciera llamar como el hijo mayor, ya que no se consideraba a la Princesa la mayor por no poder seguir con su legado. Aun así, Burak era el mayor de los cuatro, luego venía Elenor, Cedric y el pequeño Samuel. Ninguno de los mayores atesoraba el trono, ni siquiera Burak en su tiempo. Su relación era bastante buena y ninguno añoraba la muerte de uno de sus hermanos para volverse rey. Todo fluía y todos lo aceptaban.
Al mismo tiempo que Astria conversaba con el príncipe, a lo lejos en uno de los balcones del primer piso, se encontraba Burak observando el patio sin intención de hacer notar su presencia.
—Puedo escuchar tus gruñidos silenciosos desde aquí —dijo Cerdina la madre de los príncipes acercándose por el costado del balcón—. No me digas que te ha llamado la atención
—Cerdina.
—Ha pasado tiempo mi rey, últimamente me ha dolido el corazón. Supe que no he criado bien a mi hijo.
—¿Samuel? Sí, lo has mimado mucho —dijo él mientras se apoyaba en las barandas.
—Recuerdo que tú eras exactamente igual cuando te comencé a criar. Obstinado, desobediente y recuerdo que tu padre tenía que trincarte.
—Estaba dolido.
—¿Y crees que es distinto con Samuel? —Era cierto, tanto el pequeño príncipe como el rey habían perdido algo preciado casi a la misma edad—. Mira Burak, yo trato de hacer bien las cosas, no tenía idea que Samuel se comportaría así.
—Lo sé mujer —dijo él dándole unas palmadas en su espalda alta—. Lo bueno es que ya estoy aquí, ahora somos dos quienes lo podremos corregir— dijo refiriéndose a su hermano Cedric, quien también se involucraba en la crianza del pequeño.
ESTÁS LEYENDO
Desde los ojos de una Estrella.
Loup-garouSiendo la hija no reconocida de un gran rey, Astria ha sido denigrada toda su vida encerrada en uno de los castillos del reino, donde la soledad había convivido constantemente con ella. Una chica alegre e inocente, con una particularidad única que n...